Mi larga adolescencia coincidió con un renacimiento de las puestas de largo y otras fiestas de etiqueta. De ordinario íbamos con los polos por fuera y los vaqueros raídos, pero de vez en cuando tenía su gracia vestirnos como personajes de Evelyn Waugh. No se trataba de un disfraz: de smoking éramos los mismos, aunque algo más galantes con las chicas y más chispeantes en las conversaciones.
No lo recuerdo con nostalgia, que ya habrá tiempo, sino porque viene a cuento. He participado en una reunión de escritores católicos y se ha hablado mucho de etiquetas. Un escritor católico es el que se pasa la vida quitándose la etiqueta de escritor católico, con la excepción (que confirma la regla) de Juan Manuel de Prada, que se la coloca. Tampoco hay que hacerse los mártires, pues las etiquetas están a la orden del día: poetas de la experiencia, de línea clara, epígonos de d’Ors, tranquilos, de derechas, neorrománticos y hasta horacianos, por citar sólo las mías.
Opino que quitarse y/o ponerse etiquetas es perder el tiempo. Ése es un trabajo de los otros. Y muy de agradecer, además. Supone que te leen y que te toman en cuenta. Encima, con buena o mala intención, la etiqueta suele ser un título. O dos: escritor y católico, por ejemplo. Igual que aquellas etiquetas de mi lejana adolescencia, las de ahora tienen su gracia y nos exigen estar a la altura.
Lo malo de las etiquetas es que a veces se las plantan a uno en la boca, para que se calle. Esas no me gustan.
ResponderEliminarUna observación cronológica. ¿Cómo puede ser que tu adolescencia fuese larga y ahora te resulte lejana? Pura poesía del tiempo.
Al tal Juan Manuel de Prada, aunque algún amigo me lo pone bien, no lo miro con buenos ojos: muchas ganas de ponerse la etiqueta, sí.
ResponderEliminarArp, pues en eso te equivocas: prada es un buen hombre y un buen columnista.
ResponderEliminarEnrique, me ha encantado tu revival adolescente...
A mí las fiestas de etiqueta me gustan y me disgustan, Máiquez, a todas las edades. Me gusta su elegancia, no me gusta que yo sí que creo que hay mucha falsedad, sobre todo porque en sociedad, coincidirás conmigo, uno se encuentra muchas personas, incluso personas que resultan ser buenos amigos, con un fondo falso. Por lo demás, buena prosa, como siempre, eso casi ya no hace falta que lo diga. Un saludo!
ResponderEliminarContra-revolucionario, coincido contigo en la falsedad, aunque no mucha más que en vaqueros raídos, creo.
ResponderEliminarDesde luego, CRM, lo peor de la etiquetas es el lugar donde te la pongan y para qué.
Y Llir, ni Arp ni yo dudamos de que Prada sea un buen hombre, faltaría más. Sólo hablamos de su ostentación etiquetil. A mí, como artículista, me aburre mucho, aunque no sé qué pensará Arp de eso...
otro gran articulista católico es Carlos Esteban, de quien me atrevo a decir que por su estilo y por su sentido común es un digno sucesor de Chesterton.
ResponderEliminarConozco muy pocos escritores católicos. Uno, el Apóstol de los gentiles (por su catolicidad, precisamente), y otro el cardenal Newman, católico de corazón incluso siendo pastor de la Iglesia de Inglaterra.
ResponderEliminarMenos conocido es que Miguel de Cervantes, hombre de vida muy piadosa (ingresó en la Orden Tercera de San Francisco el mismo año de su muerte, 1616), es un escritor profundamente católico (su obra, especialmente el Persiles, expresa la cosmovisión católica tridentina). También son escritores muy católicos Lope (pero no por su condición sacerdotal, simplemente) y Quevedo. Ambos son dos extraordinarios poetas religiosos, rayanos en el ascetismo, y por ende católicos.
Alguien podría apuntar el nombre de Chesterton. Fue un ruidoso polemista católico (casi como un Juan Manuel de Prada), pero eso no le hace ser “escritor católico” en el sentido profundo de la expresión (porque no es una condición externa, aparente, sino de fuero interno).
Sobre esto hay mucho confusionismo. No es lo mismo un católico escritor (o “que le haya dado por escribir”) que un escritor católico. Católicos que escriben hay muchísimos, que empalagan porque hacen bandería de su fe; en cambio, escritores católicos, como digo al principio, muy pocos, porque es arduo transparentar en la creación literaria la fe vividamente profundamente. Tarea casi reservada a santos…
También hay muchos católicos que juegan al ajedrez, pero hablar de “ajedrecistas católicos”, convendréis conmigo que carece por completo de sentido (el ajedrez es un juego abstracto).
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Joaquín, insultas a Chesterton llamándole 'ruidoso polemista católico' y más todavía poniéndole al lado de Juan Manuel de Prada, del que tengo una pésima opinión (y no sólo como columnista).
ResponderEliminarAparte de la boutade sobre san Pablo, me parece falsa la idea de que sólo los santos puedan ser escritores católicos.
Estoy muy de acuerdo contigo, Joaquín, y te agradezco mucho tus precisiones. Sólo dos cosas, la primera es que yo creo que hay escritores católicos en todas las épocas, no sólo en el barroco. En la nuestra, piensa en Tolkien, en los dos d'Ors o en Ibáñez Langlois, por quedarnos en los más indudables. Luego, a Prada, para chestertoniano, por mucho que cite a GKC, le falta gracia y le sobra gravedad. Coincido completamente con Garci en que Carlos Esteban, en cambio, es un articulista de la más pura estirpe gilbertiana.
ResponderEliminarVaya, Joaquín, se me había escapado el matiz que te señala Arp. Súmalo a la lista anterior. Evidentemente no hace falta ser santo para ser un escritor católico, como muestra a las claras (precisamente) tu propio ejemplo de Lope.
ResponderEliminarBueno, acepto que lo que digo también es un poco extremista, y casi dicho para atizar la polémica. En realidad es que Chesterton no me acaba de caer simpático (yo sólo le salvaría El hombre que fue Jueves). Prada está muy lejos de la calidad de Chesterton, pero intenta hacer otro tanto (apología católica).
ResponderEliminarEn cualquier caso hay que distinguir al escritor que se cuelga (o al que le cuelgan) la etiqueta de católico, y el escritor que es intrínseca, esencialmente católico, y que sin esa dimensión no es comprensible.
No he leído a Evelyn Waugh, pero creo que él mismo insiste en que se interprete su Brideshead en clave católica. En cambio, en el caso de Chesterton, es muy posible que pese más el polemismo (la discusión por la discusión) que la catolicidad.
¿Dónde escribe Carlos Esteban?
ResponderEliminarJoaquín, no sé lo que pretende hacer JM de Prada (si fuéramos maliciosos pensaríamos que pretender agradar a la parroquia católica del ABC o convertirse en el campeón de las columnas periodísticas de la derecha o ser el nuevo Jaime Campmany), pero Chesterton hace mucho más que 'apología católica': se ve que lo has leído muy poco, o con muy poco cariño.
ResponderEliminarWaugh no insiste en que se lea su obra en clave católica, pero dejémoslo aqui, porque esto sería el nunca acabar: en tus dos entradas has liado tanto la cuestión que has cortocircuitado toda discusión medianamente sensata.
¿Chesterton y Prada juntosss...? Ahí sí que no, y le doy la razón a Arp (que me niega hasta lo de "buen hombre", ay.) Es que no entiendo cómo puede caer mal Chesterton, ¿has leído Lepanto? Porque a mí es Chesterton que más me gusta es el poeta...
ResponderEliminarEn cambio coincido contigo en Newman, es uno de mis grandes, este verano leeré por vigésima ves Perder y ganar...
¿Qué libro de Chesterton me recomiendas, ARP?
ResponderEliminarEl que quieras, todos los libros de Chesterton son buenos.
ResponderEliminarEl hombre que fue Jueves. Maravilloso.
ResponderEliminar¿Sabéis quién es el prologuista de la edición castellana (en Ediciones Cristiandad) de El hombre eterno?
Sí, Juan Manuel de Prada.
"No hay una página de Chesterton que no contenga una felicidad" (J.L.Borges).
ResponderEliminarDe Prada ha sido entrevistado en el L'Osservatore Romano y ha dicho, entre otras lindezas, que en la COPE se hace apología del aborto y de la eutanasia. ¿Por qué lo ha dicho? No lo sabemos; pero le retrata, y muy mal.
Veo que olvidáis a Papini y, sorprendentemente, tratándose de chez Máiquez, a Bloy. A mí Prada, como escritor, me gusta. De todos modos, yo tengo mis reticencias con el catolicismo, así que quizás no sea quién para proponer nombres. Por lo demás, como dice joaquín, diferenciar entre quien buscar ser escritor católico (Aranguren y Laín Entralgo, grandes escritores católicos, decían, creo que con razón, que la etiqueta escritor católico es un tanto absurda) y quien parta de la naturaleza de católico y sea escritor. Luego, históricamente, Cervantes o Lope no eran más católicos que lo era su época, en esa época, en la que todo era católico en España, al menos todos los que presumían de tener "sangre limpia", no entiendo el hacer una categoría de "escritores católicos".
ResponderEliminarQué jugosos comentarios. Joaquín, te recomiendo —te pido— que leas Retorno a Brideshead de Waugh.
ResponderEliminarPara escritores católicos, el número uno JRR Tolkien. Y muy enjundiosa su discusión con C.S.Lewis, a propósito de los límites de la obra literaria, y de la autonomía de la obra de arte, y de la necesidad de que ésta no contenga referencias explícitas más allá de sí misma. "El Señor de los Anillos" nos muestra esa cosmovisión católica del autor, sin ser una alegoría; creo que una interpretación que buscase encontrar las claves "católicas" para una lectura de "El Señor..." habría contrariado profundamente a Tolkien.
ResponderEliminarAñado a los nombres citados a Bernanos, a Claudel, y a Graham Greene (con todos sus claroscuros). Lo cual abunda en la afirmación de que no hace falta ser santo para ser escritor (católico). Creo que Arp sabe bien por qué lo digo.
Y Waugh, of course.
Creo que todos los citados por Verónica son muy acertados. Y sí, Greene es un gran ejemplo.
ResponderEliminarGracias Carlos por el consejo (y el ruego). Creo que acabaré leyendo Brideshead. Hace unas semanas lo estuve hojeando y me echó para atrás eso que llaman "diálogo chispeante", y la ilustración de cubierta, que podéis ver en este enlace: Evelyn Waugh. No me parece la imagen de un "católico", precisamente.
ResponderEliminarTiene razón José Luís (counter). Cuando todo era católico en España, no debe sorprendernos que Cervantes fuese católico. Nos sorprende ahora, en que se ha cumplido la profecía de que España ha dejado de ser católica. Ya no tenemos perspectiva para comprender a los escritores áureos.
Enrique tiene razón, en toda época se cuenta con escritores católicos. ¿Miguel de Unamuno lo era?
Ignacio, Carlos Esteban escribe en Alba, siento decirte. El tipo merece la pena, te digo.
ResponderEliminarMis consejos chestertonianos, Joaquín, son: Ortodoxia entre los ensayos; Manalive entre las novelas; Cuatro granujas sin tacha entre los relatos, y el que te recomendó Rocío de poesía.
Muy oportuno ha estado el Contra recordándonos que hablar de escritores católicos en la España Imperial está descontado. Resulta interesante pensar que en "escritor católico" está implícito el carácter apologético o, como mínimo, de escritor a contracorriente. Por eso se ha dado tanto en Inglaterra y en Francia y ha comenzado a darse ahora en España.
Me apunto Perder y ganar, Llir, que no lo he leído.
As usual, me asombras, Beades. ¿Eso ha dicho?
Quizá sea encender otra mecha, pero esa necesidad que defendía Tolkien de que la obra no tenga referencias explícitas, etc., yo la veo muy bien para su Señor de los Anillos, pero no necesariamente para todas las obras que en el mundo han sido y serán. Tal vez sea un caso típico de extrapolación a regla universal de una poética particular.
A mí "El hombre que fue Jueves" es el Chesterton que menos me gusta. Me aburren un poco las novelas "de tesis" que te lo dan todo tan masticadito.
ResponderEliminarY sí, Joaquín, yo creo que Unamuno era católico.
¡Por cierto! ¿Cuál es la "imagen" que debe dar un católico?
Gracias, he anotado los títulos chestertonianos, incluída la poesía recomendada por Rocío (la he visto en librito de Renacimiento).
ResponderEliminarY perdón por la insistencia, Verónica, sí, Miguel de Unamuno era católico, ¿pero podemos aceptar muchos de sus escritos (como la Agonía del cristianismo) como propios de un escritor católico, es decir, de un escritor que no se entiende plenamente sin el dato de su confesión?
Pero Unamuno tenía mucho de cripto-protestante, sin que eso sea una crítica. Se han escrito muchos estudios, en los que no faltan buenas razones, sobre la ontología y la teología en Unamuno en la que le acercan, por un lado, al protestantismo, por otro, a la ILE. Insisto en que esto no le veo como algo negativo. El protestantismo es una forma más de cristianismo, y la ILE, con todos sus errores, fue muy importante culturalmente, y hubo también católicos en torno al institucionismo. Por ejemplo, el gran historiador del mismo, Jiménez-Landi, abuelo de una gran gran amiga mía. Unamuno es, junto con Papini, mi escritor de referencia, pero yo no le llamaría católico.
ResponderEliminarSobre la imagen del escritor católico, yo creo que el escritor católico, como el escritor que sostenga cualquier convicción, no debe serlo aposta, como algo buscado. La etiqueta, yo creo, tiene algo de artificial. Un escritor católico sería el católico que escribe desde sus convicciones, pero eso es mucho más un católico escritor que viceversa.
Se me quedó por contestar a Verónica... la imagen del católico. La cubierta del libro (un caballero atildado, con smoking, fumando un cigarrillo...) no es la de un católico, sino la de uno de esos fariseos que gustaban vestir ricos mantos y sentarse en los asientos preferentes de las asambleas. Con esto no sugiero que el católico deba vestir pobremente, y sentarse en el último banco, of course.
ResponderEliminarMenos mal que en mi lejana y larga adolescencia no fumaba porque no ma habría gustado nada, ni en las más atildadas puestas de largo, dar "la imagen de uno de esos fariseos que gustaban vestir ricos mantos y sentarse en los asientos preferentes de las asambleas".
ResponderEliminarO sea, que un católico no puede ser un amante de las cosas buenas que el mundo ofrece...No pretendo defender esa pose de Waugh en la foto. Ignoro las circunstancias en que fue tomada. Ahora, de ahí a decir que es un ademán farisaico o algo por el estilo, va un mundo. Sí me quedo, sin embargo, con esa frase suya: "Si no fuera católico, sería un monstruo". La gracia -Waugh lo supo ver muy bien- todo lo redime. Hay un pasaje de Brideshead en que esto se explica muy bien.
ResponderEliminarEn este mismo orden de cosas,
también era católico Oscar Wilde.
Me repatean los esquemas que intentan encasillar a las personas en imágenes o etiquetas de lo que "se supone" que deben ser. ¡A la porra!
Unamuno sería católico (yo creo que sí), pero para mí que le falta algo fundamental: la alegría. Tal vez esto lo acerca más al protestantismo. Carece de la joie de vivre del católico, toda esa gravedad, todo esa seriedad...
Y, por cierto, Counter-revolutionary, perdona mi incultura, pero ¿qué es la ILE?
Esta conversación ha sido muy gustosa, y mucho más. "El catolicismo y la etiqueta". Cuando nos hemos enzarzado a discutir de escritores católicos, hemos introducido distinciones sutiles sobre tal o cual autor: que si Cervantes, que si Chesterton, Tolkien, Waugh, Miguel de Unamuno...
ResponderEliminarPero hemos dado por supuesto el valor "católico". Personalmente me siento más a gusto hablando de los valores cristianos, porque la polémica católica parece más propia de países protestantes (como es el caso de Inglaterra). En España esos debates sobre la catolicidad se entienden menos.
Sobre el atuendo de un cristiano, no creo que debamos distinguirlo (como si debiera estamparse una estrella amarilla), aunque si se debe caracterizar por algo, es por la modestia. También se puede usar smoking, o chaqué, con modestia, digo yo.
En todo caso creo que los valores que deben guiar a un cristiano fueron insuperablemente predicados en el Sermón de la Montaña.
¿Y qué opinan de François Mauriac? Casualmente él dijo: "Je ne suis pas un romancier catholique, je suis un catholique qui écrit des romans."
ResponderEliminarY de Graham Greene leí creo en letra de Vargas Llosa:
"A diferencia del de Mauriac o Claudel, el catolicismo de Graham Greene, que permea sus mejores obras, no está dirigido a los creyentes convencidos sino a los que dudan de su propia fe. Como en las obras de Bernanos o Unamuno, "El fin de la aventura" es una puesta en escena de los conflictos de una religión cuestionada.
A Graham Greene le irritaba sobremanera que lo llamaran "un escritor católico", y en el segundo volumen de su elusiva autobiografía, Ways of Escape, explicó que no era "a Catholic writer but a writer who happens to be a Catholic". Sin embargo, lo cierto es que las tres mejores novelas de su vasta obra, The Power and the Glory, The Heart of the Matter y The End of the Affaire, en las que se acercó más a la obra maestra que nunca llegó a escribir, giran en torno de la religión, del problema de la fe, y, más concretamente, del drama que significa ser católico en el mundo moderno".
Como sea, la resolución maiqueciana es muy buena "Opino que quitarse y/o ponerse etiquetas es perder el tiempo. Ése es un trabajo de los otros".
Me apunto a que Carlos Esteban es buenísimo. Además de en ALBA, escribe también en ÉPOCA, y en algún otro medio del Grupo Intereconomía, según creo. A mí me gusta mucho, y se lo he hecho llegar a través de amigos comunes, aunque no tengo todavía el gusto de conocerle. Estaría bien que él también tomara parte en esta discusión a lo taberna de Fleet Street.
ResponderEliminarVerónica, la ILE es la Institución Libre de Enseñanza. No hay ninguna ignorancia a perdonar, en todo caso la mía por utilizar siglas.
ResponderEliminar"Ignacio, Carlos Esteban escribe en Alba, siento decirte. El tipo merece la pena, te digo."
ResponderEliminarPues tendré que comprar un Playboy para esconder dentro el Alba. Uno tiene una imagen ;-)
Es una arte eso de estar por encima de las etiquetas. De las buenas para que no nos ciegue la vanidad y de las malas para que no nos hundamos.
ResponderEliminarEscritor y católico, si, son momentos los de hoy para estar a la altura, que no es fácil. ¡Hagamos buen uso de las etiquetas!
Me ha gustado mucho su entrada. Me apunto a su blog.
megustaelarte.wordpress.com
Ya estoy en esta discusión de taberna, Verónica, apasionante salvo por esas encantadoras y absurdas comparaciones de Chesterton con Cesteban, que es como comparar a Michael Jordan con un David el Gnomo
ResponderEliminarPerder y ganar es bueno, pero no demasiado relevante para un católico español del siglo XXI.
ResponderEliminarEntiendo ser ateo. Mucho más, ser agnóstico. Difícilmente, ser protestante. Ser anglicano me parece una broma, salvo que se sea por cortesía y mera tradición.
Por eso, aunque me gustó la novela, no podía participar de las dudas del protagonista y sólo parcialmente con su drama personal
¿Es Dante un escritor católico? ¿Lo es Cervantes? Literalmente, sí, porque ambos eran escritores y católicos. Pero no había necesidad de etiqueta porque la visión católica era la concepción del mundo por defecto.
ResponderEliminarAhora el mundo está en transición. Pienso que la visión 'por defecto' sigue siendo mayoritariamente católica, pero ya menos.
Interesante sugerencia, ¿cuál es l visión 'por defecto' (by default) de un escritor?
ResponderEliminarTomemos el caso de Cervantes. ¿Expresa el Rinconete y Cortadillo la visión católica?
En general, los escritores (o mejor: los narradores y poetas) de todos los tiempos no han perseguido otra cosa que divertir, entretener, recrear a su público.
Sólo cuando el escritor se pone serio (como se dice arriba de Unamuno) comienza a expresar inquietudes más profundas y religiosas. Pero la literatura es recreo y juego, como el ajedrez.
Un placer, Carlos, conocerte aunque sea en este medio tabernario.
ResponderEliminarVaya, Bosco Suabia, ahora me dejas que no sé si perder o ganar...
ResponderEliminarGracias a todos por el barullo.
En absoluto de acuerdo con el tal Bosco Suabia: Perder y ganar es una buena novela y si uno aprecia a Newman y no entra en extrañas disquisiciones del tipo qué tontos son los anglicanos y qué majos los ateos (y más majos los agnósticos puede leer un buen libro que sirve de paralelo ficcional de la Apologia; y qué duda cabe que cualquier cosa de Newman es mil veces más interesante que cualquier otra cosa que se pueda leer.
ResponderEliminarY ya puestos a polemizar: Joaquín, tienes la rara virtud de revolver y confundir los términos de cualquier discusión : es radicalmente falso que los escritores (salvo Unamuno) no han perseguido otra cosa que divertir, entretener, recrear a su público.
ARP, me parece perfecto que discrepes conmigo, pero ridiculizar lo que he dicho no es la mejor manera de hacerlo.
ResponderEliminarNi siquiera expresaba una opinión, sino algo muy parecido a una manía personal. Por supuesto, no he dicho en absoluto que Ganar y perder fuera una mala novela, o que carezca de interés; sólo que las dudas y los dilemas del protagonista resultan a menudo oscuros o incomprensibles para el lector español.
Bosco, perdón por el tono, pero no me parece de recibo que se pueda decir que no se entiende que alguien sea protestante o anglicano (como si los que lo son fueran idiotas) aafirmando a la vez que es más razonable la postura de ateos o agnósticos, como si fueran más listos por serlo (y de ello habló Chesterton, y vale).
ResponderEliminarEn realidad lo que me fastidió de tu entrada fue la distinción entre 'bueno' y 'relevante': un libro es bueno y ya está; lo de relevante es ganas de liar las cosas. Si dices que el libro tiene partes que nos pillan un poco lejos, pues vale, pero la descripción de los conflictos interiores de una de las figuras más importantes de la historia, como lo es Newman, tiene un grandísimo interés, o al menos es lo que yo pienso. Y Newman sabía escribir, está de más decirlo.
Joaquín, tienes la rara virtud de revolver y confundir los términos de cualquier discusión.
ResponderEliminarARP, puede que no esté disconforme como me pintas, porque además así me aproximas al genio chestertoniano...
"El genio de Chesterton es generoso y se desborda como un torrente por las tabernas de Fleet Street, por los pequeños restaurantes de Soho... Agradece el calor humano de los "pubs", donde se le puede encontrar por la tarde o por la noche llenando cuartillas o libretas con su hermosa caligrafía de copista medieval, completamente olvidado de su entorno y con un vaso de cerveza o una copa de borgoña a su alcance.
Luís Ignacio Seco, Chesterton. Un escritor para todos los tiempos. Madrid, Palabra, 1997 (página 159).
(el subrayado es mío).
Qué bien, Joaquín, con tu entrada demuestras mi teoría: dices que te pareces a Chesterton en lo de confundir los términos de las discusiones y luego se ve que lo que te hace similar a él no es eso (Chesterton tenía una gran claridad para discutir las cuestiones, sin salir por peteneras), sino el gusto (que celebro) por la cerveza. A no ser que quieras decir que os parecéis en la genialidad, que no tengo por qué dudarlo.
ResponderEliminarEn resumen, que no te pareces a Chesterton en la claridad de las discusiones y en seguir un único tema: tu línea es la de introducir temas divergentes en cada línea.
A ver si un año de estos voy a Sevilla y por lo menos podemos ponernos de acuerdo en torno a una cerveza.
ARP, es que eso es el Pensamiento paradójico. Aunque también debe ser cosa del "talante".
ResponderEliminarLo mismo digo, para Compostela. He estado cuatro veces, y ya estoy deseando volver.
Ya es casi sólo por afición, a ver si sobrepasamos los cincuenta comentarios:
ResponderEliminarQue cuando te vengas por Compostela, que digo que invito yo, Joaquín.
Espero que os acordéis de mí para esa cerveza. Además, acostumbrado como soy a ser el anfitrión, pago yo, eh.
ResponderEliminar¿Visión católica por defecto? ¿y eso que significa? ¿Que su cosmovisión era católica o que como era la predominante no valía?
ResponderEliminarYo creo en lo católico como sustantivo, no adjetivo.
Y no entiendo la etiqueta escritor católico. Porque la catolicidad o no del autor importa más o menos, lo que cuenta son las obras de esos escritores, sean santos o demonios (que también dan testimonio de Dios, como decía Flannery O'Connor, a la que no sé si le gustaría la etighetta).
Y viva Newman, cuya mejor obra es su propia vida.
Por otra parte, Beades, De Prada ha dicho en L'Osservatore Romano que en la COPE "sus voces principales son anticatólicas e incluso ateas, en algunos casos furiosamente abortistas y con una visión de la vida anticristiana", no "que en la COPE se hace apología del aborto y de la eutanasia", como tú has dicho. Puestos a disentir de declaraciones fuertes, mejor ser exactos.
Me introduzco en la conversación a medias -ya siento la intromisión- y seguramente cuando ya no tiene interés, pero es que acabo de conocer el blog -que es muy interesante, por cierto-.
ResponderEliminarEvidentemente, yo tengo bastante confianza en Chesterton... me cae bien, y creo que es porque el también estaba gordo.
Aparte de esta tontería, personalmente etiquetar autores siempre me ha resultado incómodo: yo siempre me he guiado por si me gusta o no. Y entre mis gustos se encuentra el que diga cosas con sentido, verdaderas y todo eso. Espero no ofender a nadie si sostengo que el escritor "católico" lo tiene más fácil, por este lado. Pero eso no garantiza nada.
Me parece que aquél que un escritor católico es, simplemente, aquel que procura que aquello que escribe sea compatible con no arder por toda la eternidad, conforme al contenido del Catecismo de la Iglesia Católica... lamentablemente, los que suelen poner la etiqueta no acostumbran a conocer muy bien el contenido del Catecismo, ni el peligro real de arder durante largo tiempo. Así que habrá que dejarles hacer, porque darse cuenta de una cosa tan particular como es el hecho de ser católico implica -casi siempre- la conversión... y cuando uno se convierte, las etiquetas no le deben importar demasiado, me temo.
¡Gabriel Syme! ¿No será usted el hombre que fue Jueves...?
ResponderEliminar"Perder y ganar", como novela, es muy mala (igual que "Calixta") : defectuosa estructura, largas parrafadas especulativas de los personajes, escasez de narración...Casi los mismos defectos que el Chesterton novelista.
ResponderEliminarEso no quita para que sea un grandísimo libro. Se disfruta mucho más si no se le exige al pobre Newman tener que ser también un gran novelista.
Vaya un anónimo bizantino, que sabe distinguir entre una novela "que es muy mala" y a la vez puede decir que "eso no quita para que sea un grandísimo libro". Que me lo explique, que soy de letras y a mí la lógica en 3º de BUP ni me la explicaron.
ResponderEliminarQuizá es que el anónimo (ay madre, espero que no sea el clon Tlön) es de los que piensen que la literatura se rige por criterios de estructuras como los puentes. Estoy por decir que es filólogo, pero no sé.
Y atención al dato: escasez de narración en las novelas de Chesterton: no sé si has leído La esfera y la cruz.
Vaya, todos tan modositos, revuelo en un lado del patio y otra vez tangana.
Me entusiasma Chesterton, pero debo decir que estoy de acuerdo con anónimo, y creo que tengo una interpretación -no sé si será la suya- a esa aparente contradicción de 'gran libro' y 'mala novela'.
ResponderEliminarEfectivamente, creo que Chesterton era un escritor genial que no sabía escribir novelas. Como escritor genial, casi cada párrafo es una maravilla, las descripciones son soberbias, la línea argumental básica, ingeniosa y brillante. Pero una novela es más que eso, y la combinación es caótica, apresurada, inverosímil...
Sus novelas son obras en las que las partes son mucho mejores que el conjunto