miércoles, 2 de julio de 2008

En todos los charcos

A mí lo de la educación mixta, la diferenciada y los colegios concertados, debería darme plim. Y sin embargo, me importa. Lo mío, ya lo decía mi abuelo, es meterme en todos los charcos. Y la pena es que se me ha pasado el artículo sin comentar en ninguna esquina que también se defiende la libertad firmando el Manifiesto en Defensa de la Lengua Común.

10 comentarios:

  1. Anónimo8:21 p. m.

    La inevitable conclusión de tu artículo es la eliminación de la enseñanza pública. Al que no pueda que se le ayude (cheque escolar), pero, ¿qué es eso de que el gobierno tenga que proveer la educación? Se acabarían las discusiones sobre si incluir religión, EpC, educación diferenciada, homeschooling, etc.

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  2. Me ha interesado mucho eso de los mejores colegios que tienen educación diferenciada. Compartiré este artículo. Gracias.

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  3. Anónimo11:42 a. m.

    El problema suyo, querido Enrique, es que defiende un tipo de enseñanza clasista que es la que ha conocido en el Opus Dei. Y ese no es un modelo precisamente de libertad.

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  4. Tienes razón, Roberto, en que defiendo la enseñanza que recibí en el Opus Dei. Pero precisamente lo que defiendo es que no sea clasista, sino que esté abierta a todos los que la quieran, puedan o no pagarla. Lo dice bien Javier L.: con más libertad se acabarían todas las discusiones.

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  5. Anónimo1:22 p. m.

    Ahora entiendo mejor lo que quería decir. Estamos de acuerdo en el fondo del asunto. Un saludo y felicidades por tu blog del que soy puntual seguidor desde sus inicios.

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  6. Dejando a un lado salvedades de raíz (entre otras, el problema de si se deben permitir adoctrinamientos perversos como el de que la mujer deba velarse para evitar tentaciones al hombre, o el de que la virginidad sea una condición del matrimonio, por no entrar en la obligación de matar al infiel) uno se siente, a fuer de liberal, inclinado a apoyar el cheque escolar.

    Sin embargo creo que una solución estrictamente capitalista como esa sólo funciona en un mercado tendencialmente perfecto, y el nuestro de la enseñanza dista mucho de serlo. Tengo presentes demasiados ejemplos de padres que, obligados a elegir entre la calamitosa educación pública o una de más calidad pero entreverada de adoctrinamientos ridículos, hacen de tripas corazón y eligen esta última, en la esperanza de contrarrestar en casa ese peaje demente que (hoy y aquí) va con el buen inglés y las instalaciones deportivas.

    Tal como están las cosas, con las opciones tan tristemente limitadas, el debate se vicia y complica. Separar a niños y niñas (por centrarnos en el tema de hoy) es una opción extravagante, inaceptable si se prescinde de razones religiosas (pobretón el intento argumental del artículo, D. EGM) que muchos aceptan sólo como mal menor en la esperanza de que los críos compensen por su cuenta el déficit impuesto.

    Mientras no haya una oferta laica privada de calidad, el cheque sólo serviría para empujar a padres preocupados a pasar por el aro de adoctrinamientos no deseados.

    Un liberal optimista me contestaría que el cheque, al ampliar la demanda, crearía esa oferta que echo de menos. Puede ser. Tampoco es mala cosa, por si o por no, mejorar la enseñanza púbica que es la que tenemos.

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  7. En cuanto al componente clasista de la enseñanza, qué quieren que les diga. Me parece que está en la naturaleza humana el querer separarse de grupos menos aventajados y sobre todo el buscar para los hijos el entorno más favorable. Ignorar ese deseo de los padres es, como toda la doctrina de izquierdas sobre educación, un ejemplo de ceguera voluntaria.

    Tan importante para los padres como la calidad de la enseñanza, y yo diría que mucho más que la orientación ideológica de ésta, es la selección social de los alumnos. Cualquier política que ignore ese hecho está condenada al fracaso.

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  8. Al final, Ignacio, la religión te obsede más que a nadie. El argumento mío más que pobretón no es argumento porque no tenía espacio ni vine a eso. Simplemente me limité a apuntar, de pasada, que hay motivos de tradición y/o religiosos, pero otros, novísimos, de pura eficacia pedagógica y hasta de reivindicación feminista. Lee por ahí y lo verás. En cualquier caso, me limitaba a subrayar -y ése sí era mi argumento- que qué falta de libertad y doble vara de medir, ¿no? ¿Te me imaginas a mí quitando la subvención a los colegios mixtos porque me gusta más la otra?

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  9. El argumento pobretón al que me refería es el más personal que das, ese de que si hubieras estado dsitraído con las niñas habrías aprendido menos y no tendrías tan buenos amigos.

    En cuanto al resto de argumentos que encontraría si buscara, voy a permitirme hacer de español clásico y despreciar cuanto ignoro. Tengo para mí que no serán más que un envoltorio de disimulo para las verdaderas razones que no se dicen.

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  10. Ah, sí. Ese argumento es cierto que es muy pobretón. Tanto como mi propia experiencia, contrastada luego en la universidad. De hecho, no es un argumento, sino una impúdica confesión.

    Los otros argumentos, los no míos, no son tan vanos.

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