Lo decía mi madre: “No es tan malo volver al cole: verás a tus amiguitos”. Yo lo he recordado hoy, treinta años después, en el Instituto, al reencontrarme con los otros profesores, mis colegas. La primera sesión del estrés postvacacional consiste en oír las vacaciones de cada uno.
Los más exultantes son los que este verano sacaron la oposición. Luego, los que han visto mundo, que a su vez se subdividen en dos: los plastas y los inspirados. Los plastas, después del viaje, te enseñan un viaje de fotografías suyas con pequeños monumentos detrás. Las dos o tres primeras están bien. Los inspirados, que en esto, como en todo, son los menos, te transportan con su entusiasmo y sus narraciones ajustadas. Uno hablaba de Egipto tan bien —en los dos sentidos de la palabra—, que me recordó cómo en el exilio mexicano, cuando no tenían dinero para ir al cine, pagaban entre todos la entrada al pintor Ramón Gaya, que contaba después la película como nadie. A mí —por lo oído— Egipto me ha gustado mucho.
Y están los que han tenido un verano malo: enfermedades, disgustos, suspensos en las oposiciones… El contraste entre los felices y los sufrientes es tremendo y abrupto, y uno sale del trabajo con la sensación de haberse dado una ducha escocesa. Salgo más agotado, de hecho, que si hubiese impartido cinco horas de clase. La vida es una mezcla sin orden ni concierto de sentimientos y experiencias encontradas, una montaña rusa emocional.
Upa, por segunda vez. Si te han caído mensajes anteriores puedes detruirlos. A mi torpeza habitual se suma una tirita que trara de contener la antipática hemorragia (son tres gotas, pero qué murga dan) en la yema de mi índice izquierdo, fruto de un tonto percance casero. Sacando una bolsita de plástico para revarme unos choricicos que había en casa de mi madre, le he tirado una botella de rosado al suelo, con tan mala pata que la he roto. Lo cual que al recoger los trocitos, cuando estaba fregando el estropicio me he pinchado con un avieso cristalito que me pasó desapercibido. Tiritón y a menear los tentáculos con cuidado. No es Egipto, pero también entretiene.
ResponderEliminarBienvenido, admirado vecino.
Durante dos meses seguidos hemos recibido en casa la visita de la familia y allegados de interior, mucha,variada y bienvenidos todos. Nos han contado que bien funcionan allí (donde sea) el transporte público, los aparcamientos, los centros comerciales o lo bonita que es la catedral, y al contrario, critican la ¿poca organización de nuestras playas?,lo caros que son los chiringuitos o ese restaurante que conocen donde ponen, donde va a parar, mejores tapas y pescados que aquí.Se vienen de vacaciones para contarnos su vida cuando no lo están.
ResponderEliminarQue alegría de vuelta al trabajo.
Vine a conocerte y saludarte. Feliz vuelta a la normalidad
ResponderEliminarTercera intentona de dejar un comentario aquí, no sé si triplicaré mis palabras o no verán la luz jamás.
ResponderEliminarVoy a ello:
decía yo que septiembre es un mes de reajustes físicos y anímicos.
Parece que no encajáramos en nuestro sitio habitual, deformados en cuerpo y alma tras unas semanas de ausencias.
Feliz regreso