La mesa redonda salió ídem. No sólo por lo animada e interesante, sino porque se dio la vuelta y yo, que había ido a disertar, salí aprendiendo mucho.
Armamos entre todos bastante ruido con el asunto de la fluencia de un blog. ¿Tiene que tener un ritmo de actualizaciones, sí o no? Yo defendía (y defiendo) que sí, pero no defendía mi ritmo, que es o era un presto, allegretto o allegrissimo... En realidad, uno tiene claro que sin silencios no hay música, y que sin remansos, los ríos son torrenteras.
Otra opción a tener muy en cuenta es la posibilidad de un ritmo interactivo: que sean los visitantes los que mantengan viva una entrada mientras van haciendo comentarios. Darles su tempo, su tiempo. Fue muy revelador el comentario de Glez. Romano en el que se hacía eco de las quejas de algunos de sus lectores que no pueden seguir el ritmo de las entradas.
Yo he ido concluyendo, y una de mis conclusiones es que ahora me toca adagio. No sé si seré capaz, porque tiendo a confundir el teclado con una batería, pero, para empezar, voy a eliminar mis propias interferencias. He abusado de colgar links a mis artículos, que son ya cuatro por semana, como mínimo. Eso ahoga cualquier blogg, así que para que esos trasvases no alteren el cauce, me los voy a llevar a una piscina con su trampolínk y todo, por supuesto.
(Sólo seguirán aquí las columnitas de La Gaceta porque por su tamaño y su tema, las concibo como entradas de Rayos y truenos.)
Me está divirtiendo mucho la discusión. Yo creo, con Beades, que con Google Reader es relativamente indiferente el ritmo de publicación de un blog, pero doctores tiene Sevilla (el mejor territorio de blogs de España es Sevilla-Cádiz, si se me permite el guión).
ResponderEliminarqué bueno, Enrique, que abras nuevo no blogg con ese nombre tan genial.
ResponderEliminarOh, Enrique: si ahoras sigues a artículo diario en este blog y añades cuatro trampolinks en el no blog, habrás dado un acelerón tremendo: allegro presto, diría yo. Habrá que comenzar por apuntar tu no blog al reader, para no perderse una.
ResponderEliminarHola, maestro. Siento que separes parte de tus entradas en otro blog, es como uno que tapía la mitad de su casa, y los amigos invitados han de entrar por dos puertas distintas. Pero bueno, seguro que la decisión es la correcta.
ResponderEliminarEl ritmo del blog no lo marcan los lectores, lo marca uno mismo, que tiene épocas de escribir mucho y épocas de escribir poco. Desde luego, me parece evidente que lo que nunca se debe hacer es publicar por publicar, por no hacer esperar a la gente. Esto es un error, se nota mucho y lleva a escribir algunas bobadas, de las que luego uno se arrepiente.
En fin, maestro, que tu caso me asombra mucho. ¿Cómo a uno se le puede ocurrir todos los días algo interesante que contar? Diría, si no fuera porque cada uno ha de tener su propio ritmo, que yo de mayor quiero ser como tú, pero no, no es exactamente así.
Fernando, ¡muchas gracias! A la hora de tomar la decisión del nuevo-no-blogg, ha pesado mucho la misma imagen de la casa que usas. Trapiello llama a su diario Salón de pasos perdidos y guarda aparte sus artículos de prensa en Los desvanes. Yo, menos romántico, he pensado en una piscina, pero para el caso... En el fondo (de la decisión, no de la piscina) se trata de ser consecuente. Dije en la rodada mesa redonda que el blog es, además de un soporte que soporta lo que a cada uno le da la gana, además, a veces, es un género. No tenía mucho sentido que luego yo mezclase en el mío el columnismo con la bloguerada propiamente dicha. Suponía también una interferencia en su ritmo.
ResponderEliminarY te agradezco y alabo el gusto. Mucho mejor ser como tú de mayor, porque cada uno tiene su camino y porque lo mío es muy pesado.
La bloguerada, qué buen nombre para el nuevo género...
ResponderEliminar-¡Maestro!
ResponderEliminar-Llámeme Borges, ocurre que me llamo así...