........................COSAS DE LA POESÍA
Qué suerte que Ella sea así de caprichosa,
qué suerte que no mire los méritos, que no
le avergüence entregarse a tipos como yo,
que sea porque sí, como la rosa;
qué suerte que no exija papeles triplicados,
ni saber alemán, ni traje gris,
que en Calahorra se encuentre tan bien como en París,
que no la embauquen nombres, premios ni doctorados.
Sólo que tú le gustes —con veinte o con setenta,
feo o guapo, listo o bobo...— y, plaf, se te presenta
deslumbrante, rendida y sin porqué,
del mismo modo que (según se cuenta)
una noche grisácea de los años 50
se presentó Ava Gardner ante Mario Cabré.
[Miguel d'Ors, Siete poemas de Sociedad Limitada, Vitolas del Anaïs, Granada, 2008]
Olé, Maestro. Mil gracias a Enrique por un adelanto tan puntual y madrugador. (Y fiel a la letra impresa, seguro.)
ResponderEliminarComo soy un poco joven para saber quién era Mario Cabré, acudo a la Wikipedia: "En su autobiografía, Ava Gardner dice de Cabré que el buen hombre se creyó obligado a desempeñar con ella un trabajoso y narcisista papel de latin lover, haciéndose más bien pesado con sus ramos de flores y llamadas telefónicas al hotel donde se hospedaba la diva americana."
Moraleja: por mucho afán que le pongamos, Ella siempre vendrá sólo cuando le dé la gana.
Gracias, con algo así una va a trabajar de otro modo.
ResponderEliminarY genial la "aclaración" de wikipedia de Ava sobre Mario, ;-)
Si ya te digo, las erratas no siempre son tan funestas: ayer trajo a tu blog al propio D'Ors y, detrás de él, su soneto de Sociedad Limitada (para la sociedad abierta de la blogósfera que ni se huele la existecnia de esos cudernillos) ¡Gracias a ambos!
ResponderEliminar¿Dónde está el Comandante Echevarría? Esperaba un soneto más aéreo.
ResponderEliminarAparte de la cuestión menor de si hubo o no affaire con Cabré, hay que decir que era torero, guapo y exitoso. El efecto habría sido tal vez más completo con el Beni de Cádiz o el Fary, feos de pro legendariamente beneficiarios del capricho de la diosa.
ResponderEliminarGenial, creo que pasaré más contento el resto del día después de haber leído esto :). Gracias, Enrique.
ResponderEliminarMagnífico soneto. Pero creo que la Wikipedia no cuenta todo lo que (se cuenta). Y uno, claro, se acuerda de Juan Ramón:
ResponderEliminar"¡Oh pasión de mi vida, poesía
desnuda, mía para siempre!"
Habrían disfrutado mucho de la lectura. Era muy curioso ver a don Miguel d'Ors recitar a las 11 de la noche en un antro rodeado de jóvenes como yo y no tan jóvenes(con barbas y rastas y demás...). Abrió el recital con este soneto y aunque la mitad no sabían quien era Mario Cabré se los llevó de calle, la gente lo disfrutó mucho. Saludos.
ResponderEliminarPues asumiendo ya que soy de los que peinan canas y se acuerdan de cosas remotas, no quiero dejar de recomendarles a los más imberbes la película en que se dio el encuentro entre la bella y el torero: Pandora y el holandés errante, una historia de pasiones desatadas sin complejos ni barreras, un melodrama pata negra rodado en estado de gracia por un director semimaldito que hizo pocas películas pero todas geniales.
ResponderEliminarGenial el poema.
ResponderEliminarPuedo decir, como anécdota familiar, que cuando Ava estuvo en España, fue a la consulta de mi abuelo (recibía a sus "enfermos" en su casa de la Calle Ayala), recomendada por un amigo común. Según contaba mi abuelo, cuando entró, él se quedó sin habla; nunca había visto un fenómeno semejante. Era de una belleza rotunda, tumbativa. Por supuesto, mi abuelo, que era un señor, no le quiso cobrar, pidiéndole, eso sí, que por favor le enviase una foto firmada. Ella nunca lo hizo, y mi abuelo desde entonces no la podía ni ver.
Aparte del affaire -real o imaginado- con Cabré, protagonizó otros muy sonados. Cuentan que, ante la llamada de madrugada de Frank Sinatra desde un hotel de El Escorial, ella pidió un taxi, y que... llevaba puesto sólo el visón. ¿Quién habrá podido saber eso?
Volviendo al poema, que es en verdad magnífico y hasta más feliz que su antecesor "Ella" (ya sabéis, un poema publicado en La música extremada y en 2001, que acaba definiéndola como "una forma de no ser feliz"), un comentario de carácter más formal: todos lo hemos reconocido como un soneto, pero yo que soy lego no estoy seguro de contar bien las sílabas, y no me salen las cuentas...
ResponderEliminarYa sé que esto es haceros trabajar horas extra, pero ¿alguien me podría aclarar si son
endecasílabos estos versos? ¿O se trata, como sospecho, de que en este poema lo importante es el ritmo, y que d’Ors está poniendo en práctica su convicción de que "los fallos métricos pueden ser, en ciertas ocasiones, recursos estilísticos de efectos maravillosos"? (Virutas de taller, p. 46)
Este soneto lo leyo el año pasado en el Paraninfo de la Universidad de Sevilla con gran éxito de crítico y público, quiero decir que me gusto muchísimo.
ResponderEliminar¡¡Grrruau!!! (Rugido de satisfacción, admiración, amor loco y más, que me aclara por qué sigo siendo rendida discípula y admiradora de d´Ors, la primera orgullosa acólita del cotarro...)
ResponderEliminarY gracias, gracias gracias (tu sai perché)
Los genios, genios son, como don Miguel. Y, qué duda cabe, la poesía se ha encaprichado de él y ni mucho menos se avergüenza.
ResponderEliminarCreíamos que los buenos poemas eran los que comenzaban en anécdota y acababan en un pensamiento universal. En este caso, Miguel da la vuelta al planteamiento, como en otras ocasiones (cómo no acordarse del "tempus fugit" con Butragueño).
Y sí, Andoni (si se me permite que recoja el guante): es un soneto, aunque predominan los alejandrinos (no faltan los endecasílabos, como los versos 4, 6, 11, 12). Pero es que alejandrino y endecasílabos son hermanos de ritmo. Y estas variaciones (como la rima diferente en el segundo cuarteto) son las que vivifican permanentemente la forma del soneto.
Dios nos guarde al maestro Miguel d'Ors.
ResponderEliminarHaciendo uso de una corrección que me hizo el implacable Feu, cambiaría el plaf por pum. estupendo poema. JG-M
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