El sufrimiento propio, en mi opinión, se justifica sólo si es la mejor o la única manera de conseguir algo más noble y valioso. Un régimen por narcisismo es más tonto que un régimen por salud. Lo malo es distinguir narcisismo y salud. Un abrazo
Hágalo por la pelliza hombre, con un cuerpo fino y estilizado podría confundirse incluso con una auténtica y genuina rebequita gaditana venida a más. Imagínese cuan grácil adonis, sin mancharse de tiza al escribir en la pizarra. Piense en su autoestima cuando un dominguito se ponga el pantalón vaquero que dejó en el armario hace ocho o nueve años y el del quiosco le diga: ¿Que quieres chavalito?.
Por presumir de buen tipo se pasan cien mil penurias. Desde Jerez hasta Asturias cuerpos que quitan el hipo se entrenan, cual prototipo de figura bien tallada. Mi costumbre inestrenada es cenar lechuga y sopa. ¡Vive Dios, que se me nota la voluntad deshinchada!
por puro voluntarismo...¡ánimo!
ResponderEliminarEl sufrimiento propio, en mi opinión, se justifica sólo si es la mejor o la única manera de conseguir algo más noble y valioso. Un régimen por narcisismo es más tonto que un régimen por salud. Lo malo es distinguir narcisismo y salud. Un abrazo
ResponderEliminarCon la excusa del régimen ha salido una poesía sencilla, suelta, natural...
ResponderEliminarEn estos tiempos de crisis,
ResponderEliminarel problema de engordar
es el dinero que gastas
en comprar tallas de más...
Y en estos tiempos de crisis
ResponderEliminarlo malo de adelgazar
es el dinero que gastas
en barras de biomanán.
Quien pretende adelgazar
ResponderEliminarcon esa clase de inventos
muy pronto vuelve a engordar.
Solo existe una certeza:
lo único que no engorda
es lo que en el plato queda.
Volviendo al principio, Juan,
ResponderEliminarsólo existe una certeza:
que más tarde o más temprano
la muerte nos pondrá a dieta.
Te doy la razón, Enrique.
ResponderEliminarY como buenos cristianos
habrá que ser generosos
con los hambrientos gusanos.
Serás hueso, pero hueso enamorado. En honor a este hueso en lances de amor, ¿por qué no una dieta llevadera (no sé si esto es posible)?
ResponderEliminarPor ascetismo, Enrique. Te lo digo yo, de Villalón a Villalón.
ResponderEliminarQué gran consejo, hermano.
ResponderEliminarAaaaaaaaay. Ahí me has dao.
ResponderEliminarHágalo por la pelliza hombre, con un cuerpo fino y estilizado podría confundirse incluso con una auténtica y genuina rebequita gaditana venida a más.
ResponderEliminarImagínese cuan grácil adonis, sin mancharse de tiza al escribir en la pizarra.
Piense en su autoestima cuando un dominguito se ponga el pantalón vaquero que dejó en el armario hace ocho o nueve años y el del quiosco le diga:
¿Que quieres chavalito?.
Por presumir de buen tipo
ResponderEliminarse pasan cien mil penurias.
Desde Jerez hasta Asturias
cuerpos que quitan el hipo
se entrenan, cual prototipo
de figura bien tallada.
Mi costumbre inestrenada
es cenar lechuga y sopa.
¡Vive Dios, que se me nota
la voluntad deshinchada!