Y ayer, cuando paso la hoja rutinaria del calendario, me encuentro con un poema ¡mío! Y lo que fue aún más inquietante, uno que empieza: "El día que yo me muera". ¿Habría caído ahí por casualidad o sería una meditatio mortis propuesta para el viernes de Cuaresma? Lo pusieran por lo que lo pusieran, me vino de maravilla, enhebrándose limpiamente al hilo de mis pensamientos. Qué privilegio poder hablarme por sorpresa por encima de los años y los derechos de autor. Ah, y los pensamientos en los que andaba enredado no eran mortuorios. Probablemente dejaron de serlo desde que escribí los tres últimos versos del poema aquel, que sigo queriendo que sean mi epitafio en el mármol, qué menos, del cementerio, y que rezan:
Esperanza, compañeros,
las almas viven y, encima,
resucitarán los cuerpos.
Me alegra mucho que estés en el calendario, Enrique. Veo que hay un Jaime García-Maiquez. ¿Es tu hermano? ¿Familia de poetas?
ResponderEliminarUn abrazo, querido Enrique.
Jarl, es que cuando supe de tu existencia como poeta, el libro era ya inencontrable... yo no fotocopio jamás un libro que se pueda comprar en una librería. Lo de colgar poemas tuyos, ¡lo seguiré haciendo sin remordimiento alguno!
ResponderEliminarGracias por el enlace, Enrique.
Diré sin soberbia que apenas nada le envidio. Agradezco su poesía y su constante atención a su blog. Disfruto de su lectura casi cotidiana y me entretengo en sus palabras, lo que es una entrega enorme para un mortal. Pero, tras leer, las líneas del que quiere ser su epitafio, descubro que en Ud. envidio nada menos que toda su fe y, con ella naturalmente, su completa esperanza. Y no diré más de todo lo que de aquí se sigue.
ResponderEliminarGracias. En realidad, es mi hermano y mi primo ídem.
ResponderEliminarA Día de Hoy, muchas gracias por tu comentario, pero para mí escribir aquí es otro privilegio. Y que me leaís, ni te cuento.