Mientras se esperan anécdotas de la presentación del nuevo libro, completamos nuestra imagen de un Enrique García-Máiquez moderno. Si ya es pionero al hacer libro un blogg, más lo es posteando mientras conduce.
Continúo bajo los efectos de la luna (casi) llena. Cuando ha sonado el despertador a las 6'15, Leonor me ha dado permiso para seguir durmiendo, que me acosté tarde, pero me he oído contestarle: "Bueno; esta noche será otro día".
A mí me pasa igual. La luna en el autopista Sevilla-Cádiz es íntima y especial, no sé por qué. No sólo es la luna de Borges, que esa luna él no la llegó a ver.
Oh, Navascués. Cierto, cierto. A veces la poesía nos hace ver cosas que teníamos delante. No había caído yo (o subido yo) a esa luna especial de nuestra AP-4, pero es totalmente verdad, una verdad indemostrable. Gracias por señalármelo.
Y el trasnoche indebido de mi pantalla te acompaña.
ResponderEliminarGracias Enrique, me dio alegría y fervor, poder verte.
ResponderEliminarHe escrito algo, tú has sido, más práctico, digamos, ya que has sufrido el coche.
Un abrazo y felicidades.
Un placer.
Mientras se esperan anécdotas de la presentación del nuevo libro, completamos nuestra imagen de un Enrique García-Máiquez moderno. Si ya es pionero al hacer libro un blogg, más lo es posteando mientras conduce.
ResponderEliminarContinúo bajo los efectos de la luna (casi) llena. Cuando ha sonado el despertador a las 6'15, Leonor me ha dado permiso para seguir durmiendo, que me acosté tarde, pero me he oído contestarle: "Bueno; esta noche será otro día".
ResponderEliminarCelebro que llegaras bien a casa, y en tan buena compañía.
ResponderEliminarGracias por el rato de charla. Siento que hayas tenido que trasnochar. Menos mal que la luna siempre es un consuelo para poetas. Ex corde, Cotta
ResponderEliminarSí, amigo Enrique, y también:
ResponderEliminarEl abrigo humilde del silencio.
JLB
Qué gran amiga, la Luna (con ele mayúscula). Y qué ganas de leer una crónica de la presentación. Enhorabuena.
ResponderEliminarA mí me pasa igual. La luna en el autopista Sevilla-Cádiz es íntima y especial, no sé por qué. No sólo es la luna de Borges, que esa luna él no la llegó a ver.
ResponderEliminarOh, Navascués. Cierto, cierto. A veces la poesía nos hace ver cosas que teníamos delante. No había caído yo (o subido yo) a esa luna especial de nuestra AP-4, pero es totalmente verdad, una verdad indemostrable. Gracias por señalármelo.
ResponderEliminarYo no sé mucho de Borges, pero cada vez que me acompaña esa luna del autopista, es que a algún sitio estoy llegando tarde.
ResponderEliminar—Oh Álvaro, —hypocrite lecteur,—mon semblable,—mon frère!
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