porque será cuando más lo necesite". Esta cita de Stevenson, en boca del Dr. Jekyll, me ha saltado a los brazos desde el libro de auto-mutua-ayuda El matrimonio. Una gran aventura.
Un compañero de trabajo me pilló leyéndolo en el bar del instituto y se quedó muy preocupado. O no. Le juré que era un regalo del autor. "Ya", contestó, pero pensando: "Ya, ya". Me aconsejó que cuando las cosas empiezan a ir mal lo mejor es dejarse de libritos y cortar por lo sano, que él lleva ya dos (matrimonios) y que, aunque ahora está soltero, es, por eso, un experto. Que a ver cuántas veces se casó José García Sáez, autor del libro, eh, eh.
Por razones obvias, no pude pasar de la página 12, pero la cita me basta y me sobra. Estoy por esculpirla en el dintel de casa a lo Skerryvore. Y a quien la acuse de interesada o egoísta, yo humildemente, si me deja, le recordaría que el modelo y fuente de todos los amores es el de Dios, que funciona igual. ¿O no les recuerda mucho la frase de Stevenson a la de Lady Julia en las escenas finales de Retorno a Brideshead: "The worst I am, the more I need God"?
"Cuanto peor soy, más necesito a Dios", y alguno podría objetar que entonces, si uno es bueno, no necesita a Dios y, de paso, tampoco que le quiera nadie, pero para contestar a eso está Blaise Pascal, nada menos: "Sólo hay dos clases de hombres: los pecadores que se creen justos y los justos que se creen pecadores". Que se saben pecadores, le corregiría yo a Pascal, aunque me cargase la simetría francesa de la frase.
Y todo esto lo fui pensando mientras el colega me contaba su determinación tajante ante las crisis matrimoniales, que no tienen remedio. Los cafés los pagué yo.
¡Excelente! ¿Y no va a contar nadie nada de la presentación del libro?
ResponderEliminarHabrá mentes retorcidas, como la mía, que interpretarán a sensu contrario el título de la entrada de hoy, y entenderán esto: no me quieras cuando lo merezca. Por eso, aunque con menos títulos que tú para corregir a Pascal, yo lo haría con Stevenson en los siguientes términos: Quiéreme más cuando menos lo merezca. Le veo además la gracia barroca de unir el más y el menos en una frase corta.
ResponderEliminarGracias, Ángel. Del libro habéis hablado tanto en la Red que la presentación fue más un acto íntimo y emocionante. Un buen puñado de amigos haciéndome compañía.
ResponderEliminarNo tan retorcida, Jilguero. Una mente aún más, como la mía, piensa que, aunque vuestra advertencia es muy justa, no ha lugar, porque en este mundo nadie se merece que le quieran. El amor siempre es un regalo inmerecido.
Está entrada, Enrique, ya apártala para el próximo libro.
ResponderEliminarEstimado Enrique, gracias por hacer alusión de mi libro en tu blog, espero que cuando te dejen terminarlo, me mandes tu opinión.
ResponderEliminarCon referencia a tu compañero, experto en matrimonios, te reseño una cita de León Tolstoi que puede que venga al caso: “El que ha conocido sólo a su mujer y la ha amado, sabe más de mujeres que el que ha conocido mil”.
Saludos.
Hablando de la presentación, ¿serías tan amable de mandarme el poema "fin de curso" de Víctor Botas que recordaste? Lo he buscado por internet, pero no ha habido suerte y tengo curiosidad por leerlo.
ResponderEliminarGracias de antemano.
Tengo mis dudas de que esa cita sea realmente de Stevenson...
ResponderEliminarPero el libro de García Sáez está muy bien.
Efectivamente, Enrique, parece que es atribuida. Bueno, Agamenón o su porquero...
ResponderEliminarQué poema el de Víctor Botas y qué apropiado para estas fechas. Por lo visto, cité mal el título (un lapsus lingue con todas las de la ley) y por eso no pudo encontrarlo: es "Fin de carrera" pero sirve para cada fin de curso, laus Deo.
ResponderEliminarLa cita de Tolstoi es estupenda, aunque no fuese el hombre un marido modelo, volvemos a lo de Agamenón. El libro me está gustando mucho.
Y gracias mil, AFD, por los ánimos para el futuro.
"Me dijo "ya", pero pensando "ya, ya" (ja, ja, ja).
ResponderEliminarLa conclusión de esta entrada es que siempre, y en toda circunstancia, necesitamos a Dios: el justo, porque, como se sabe pecador, tiene una necesidad enorme de Dios. Y el pecador, porque, aunque no lo sepa, lo necesita también como el comer. O sea, que todos, de una manera o de otra, buscamos (sabiéndolo o no) a Dios como a una fuente donde saciar nuestra sed. Unas veces Él se hace el encontradizo de forma misteriosa, y otras, se hace desear ardientemente, antes de que le echen el lazo (San Agustín). Pero siempre es fiel. También esto se le podría decir a tu amigo, el casado dos veces.
Enrique, ¿autoayuda y "superación"?
ResponderEliminar¿O sólo autoayuda?
Atención porque decía (creo) Tolstoi que conoce más de mujeres quien vivió toda su vida con una que quien estuvo con muchas.
ResponderEliminarAsí que si trasladamos al matrimonio bien podrías decirle a tu compañero (si me permitís) que no por haber tenido muchos matrimonios sabe más de ellos.
Oh, que torpe, Saez lo dice y me confirma al autor.
El libro que no sea de autoayuda es que no merece ser leido. Y vale también para la novela y el poema. He dicho, je, je.
ResponderEliminarMe ha salido esta vena tajante porque se lleva hablar del libro de autoayuda con cierto retintín, que no creo sea el caso de JSM que suena más a malaideín amistoso, y yo, que he leido algunos, les podría contestar, también con rentintín, que el que no se autoayuda no se automejora. Ole!.
qué entrada taaan genial. Y me quedé con las ganas de la presentación. Sniiiiif.
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