jueves, 9 de julio de 2009
Celo
Pukka se puso en celo, y ha sido bonito estos días y distraído verla jugar con Carbón. Sería más exacto decir flirtear: todo el santo día daban saltos --como muelles-- uno alrededor de la otra, y viceversa, ponían las orejas tiesas y los rabitos se balanceaban como parabrisas en noche de chubasco, de pronto corrían con una gran punta de velocidad en cualquier dirección y, luego, de vuelta. Se lamían. Se ladraban suavito, como quien se recita un madrigal. Pukka, que ya tiene diez años, estaba rejuvenecida. Teniendo en cuenta el desinterés mutuo que en líneas generales se profesan nuestros perros, verlos tan atentos enternecía. Pero no lo suficiente; y al final, para evitar un cruce peligroso entre teckel y fox-terrier de pelo liso, que a ver quién de vosotros después quería los cachorros, eh, hemos tenido que desterrar al pobre Carbón a casa de mi suegra. Que es estupenda, ojo, la casa, y la suegra más, por supuesto, pero pobre el perro porque hubiese preferido quedarse con, ejem, nosotros. Automáticamente, los perros, Pukka aquí, Carbón allí, se han apagado, como si les hubiésemos quitado las pilas, y nosotros un poco con ellos, la verdad.
Qué divertido. Semi-seguidora de tu blog, porque soy como tus alumnos, que no entiendo casi nada, estas historias cotidianas me chiflan.
ResponderEliminarGracias.Y arriba ese ánimo hombre!
A recargar pilas, aunque sean con cargadores externos.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.