viernes, 28 de agosto de 2009
Vaya contradiós
Saramago es la pera. Ha decidido que el culpable de la muerte de Abel no fue Caín, quia. El culpable fue Dios, al que señala "como el autor intelectual al despreciar el sacrificio que Caín le había ofrecido". Es como si, porque no aprecio tanto la literatura de Saramago, yo fuese el culpable de que un fan del portugués de esos que escriben encendidos comentarios en la noticia de El País o él mismo, sin ir más lejos, me pegara una paliza. Al menos, sería el culpable intelectual, que siempre viste más. No se me ocurre otra manera de que me consideren intelectual los que reparten los coeficientes de intelligentsia. Las implicaciones que ese digamos pensamiento tendría en la sociedad, en la educación, en el mismo Código Penal, suponiendo que alguien se lo tomara en serio, que es mucho suponer, serían devastadoras. Mientras tanto, hay que reconocer que Saramago dice una verdad: Caín, su próximo libro, está lleno de humor. Yo no lo he leído, ni lo leeré, pero me parto de risa. Si no le veis la gracia, podéis visitar su blog y visionar el trailler promocional al puro estilo Hollywood y leer, si os encontráis con fuerza, la carta que ha escrito su directora comercial, Pilar del Río. Qué tropa, tú.
Está claro que Saramago no domina las nociones de imputación objetiva y relación de causalidad.
ResponderEliminarSorprende que el ateo niegue que Caín, solito, se bastaba y se sobraba para matar a su hermano.
Como urdidor de misterios el tío es inefable: cuatro sospechosos sobre la faz de la tierra (Caín, Abel y los papás)y resulta que el culpable es Dios.
Es que todos éstos, al final, niegan la sacratísima libertad del hombre para elegir el bien o el mal. Y cuando se empieza por negar esa libertad primera, todas las demás negaciones vienen por añadidura.
ResponderEliminarYa estamos con las pretensiones "transgresoras". Si Saramago tiene que recurrir a esas imbecilidades supuestamente originales para vender su libro, tenemos una señal clara de que si alguna vez este señor tuvo imaginación (no lo se porque no he leído ningún libro suyo) hace tiempo se le acabó.
ResponderEliminarCreo que no hay que caer en la trampa de dar cancha a estas pésimas técnicas de márketing. Se han vuelto tan frecuentes que ya resultan aburridas.
Suelo leerte en silencio, pero hoy me ha podido el "tema": Saramago puede ser un pelmazo de espanto, o a mí me lo parece. Dicho con todos mis respetos.
ResponderEliminarNegar el concepto de responsabilidad moral es el primer paso para abogar por una sociedad donde predomine la obediencia ciega, que es a donde apunta la filosofía que sustenta a Saramago y a otros como él. Tú lo has dicho: qué tropa.
ResponderEliminarYo estaba con Embajador en que el tema no compensa airearlo, y lo comentaba aquí para no hacerlo en la prensa, pero los comentarios están siendo tan suculentos, que no sé, no sé si lanzarme. Gracias a todos.
ResponderEliminarLo que cae más gordo es que por un lado aseguren —Saramago y Pilar— que es literatura pura, y que por el otro traten de estremecernos con promesas de transgresiones teológicas. Si Caín está tan bien escrito como ese "engendro" y "chorro de absurdos que un hombre solo sería incapaz de inventar," i.e., el Antiguo Testamento, sería una novela estupenda. Lo malo es que cuando un escritor ateo es incapaz de reconocer las alturas literarias de la Biblia... Me imagino que también la Iíada puede verse como un chorro de absurdos...
ResponderEliminarEn fin, si lo quieres llevar a la prensa, quizá tendrías que leer al menos parte de la novela, Enrique... Lo siento por ti, pero no estaría mal leer tus críticas al nivel estrictamente literario.
Admirado Alfredo, acabas de darme un argumento definitivo para no llevarlo a la prensa. Gracias. Y magníficos los otros argumentos.
ResponderEliminarLos disparates de Saramago, sin necesidad de soportar la novela:
ResponderEliminarhttp://www.elcorreodeandalucia.es/noticia.asp?idnoticia=4424170098093097091097424170
Encima, sin el menor rebozo, se declara judeófobo.
Como dijo Tarradellas, ya estoy aquí.
ResponderEliminarAsí que de vuelta, sano y salvo y al fresquito de una tarde de Agosto no se me ocurre mejor regreso a la monotonía que apuntarme en tareas pendientes leerme el nuevo libro de Saramago.
No se si me va a gustar o no, si es pura estrategia de ventas o si es un bluff como alguno que otro de los que ha firmado y he leido. Si tengo algo claro, que al menos podré opinar con conocimiento de causa. Yo no me permito dudar de la imaginación y capacidad de todo un premio Nobel sin ni tan siquiera haberlo leido. Otra cosa es que no te guste, o que proclames a los cuatro vientos tu intención de no leerlo jamás, que me parece legítimo y muy respetable, pero hacer crítica de un libro que no se va a leer y por añadidura de un autor al que no se lee me parece con todos mis respetos, excesivo.
Saludos.
El que es causa de la causa es causa del mal causado? Pretenden eliminar el concepto de responsabilidad y las consecuencias de los actos para negarnos nuestra libertad. Es aterrador
ResponderEliminar¡Qué aburrido es Sara Mago!
ResponderEliminarPues a mí me ha parecido muy poético eso que dice de que a él quien le salvó fue Pilar, su traductora.
ResponderEliminarD. Enrique, ya podría habernos salvado a Chesterton, que es ud. terrible.
.
¡Bien llegado, Manupé, y con todo el ardor guerrero de siempre! Es excesivo, pero necesario. Si para formarnos un juicio de cada autor tuviésemos que leerlo no llegaríamos nunca. Un artículo bonito (si se escribe bien) sería cómo y por qué no leer libros o Los fundamentos del prejuicio. (Me lo apunto como tema, y te debo otra.)
ResponderEliminarY terrible Lamarque, entiendo que usted quiere decir que podría haber salvado a Saramago a lo Chesterton, agarrándome al pilar de su traductora. Pero es que suena (de música de fondo) muy poco romántico y, demás, Gilberto le hubiese dado con una buena quijada de burro, creo, a lo Caín, precisamente. El orondo inglés no gastaba bromas con (ni para) tontos y menos con cosas de creer. Pero le agradezco mucho el piropo. Umm, "terrible" suena bien, ¡quién lo pillara!
¡Cómo escuece el portugués! Como buenos críticos ya lo habéis condenado a las llamas eternas sin ni siquiera pretender leer la novela. Y el inefable Baltanás, agazapado en su propia mediocroidad, y tal como acostumbra fruto de su nula capacidad de lectura y análisis, estigmatiza al escritor con un calificativo que sólo percibe su calenturienta mente de frustrado escritor, al que no lee ni sus amigos. Don Enrique, te puede el rencor y la mala leche.
ResponderEliminarÚltimo anónimo, publico tu comentario con el entendido de que ese último "don Enrique", el de la mala leche y el rencor, soy yo obviamente. Y Saramago, me parece muy bien que lo leas con fervor, te pega (no en el sentido caínita, tan disculpable, parece, por otra parte) y lo mejor es que nos des a nosotros un poco de nuestra propia medicina y nos castigues con el látigo de tu indiferencia.
ResponderEliminarLos comentarios de la tal Pilar, son de traca. Y medio acaba diciendo que "Es literatura en estado puro".
ResponderEliminarY se queda tan hueca, oye. Pero qué cara mas dura.
¿Tropa? El ejército de Pancho Villa.
Muy buena, como siempre, la entrada. Un placer.
Manupe- Seguramente hubo un tiempo en el que de un Premio Nobel se esperaba algún comentario inteligente durante la presentación de uno de sus libros. Hoy en día se asume que va a transgredir con ocurrencias de adolescente narcisista.
ResponderEliminarEn fin, supongo que de la misma forma que hay masoquistas del cuerpo, hay masoquistas del espíritu para los que no cabe mayor placer que el que su ídolo abuse con el mayor descaro de sus inteligencias.
Oye, a otros nos pone De Maistre. Tiene que haber gente pa to. Supongo.
Curioso: los amigos no me leen, y los enemigos (al parecer muy detenidamente), sí.
ResponderEliminarLo de enemigos lo digo por decir: a nadie tengo por tal.
Ah, y Machado, antes que el marido de Pilar del Río:
La envidia de la virtud
hizo a Caín criminal.
¡Gloria a Caín! Hoy el vicio
es lo que se envidia más.
(Campos de Castilla)
El Enrique al que me refería era el Baltanás, pero tú, Máiquez, no mereces más respeto. Perteneces también a la tribu de los mediocres amargados que sólo vomitan mala lecha, la que mamaron. No te preocupes, no perderé ni un segundo más en este estúpuido foro de amargados. Sois muy poquita cosa.
ResponderEliminarJo, dos días sin pasar por aquí y la que se ha montado... Yo leí con gusto y en portugués el Memorial del convento y algún otro, pero desde el Nobel me aburre soberanamente y no consigo terminar ninguno.
ResponderEliminarEl último anónimo se retrata a sí mismo y no merece mayor comentario, pero para que Enrique no tenga que lidiar solo con tanto troll suelto, y aunque no le haga falta, aquí tiene mi respeto y mi apoyo. No es necesario compartir todo lo que se diga en este foro para reconocer que es una compañía estupenda, estimulante y llena de peros, o sea, de pensadores.
Un abrazo.
Enrique, eres genial, y para que conste lo pensaba ya antes de tenerte como amigo, justo cuando vio la luz Casa propia. La única mediocridad que se puede unir a tu nombre es la de que este pedazo de poemario sea mucho mejor que Ardua mediocritas...
ResponderEliminarTus libroas hablan de ti, y eso ningún anónimo cobarde lo puede borrar.
Y Baltanás es un señor, sin amargura ninguna.
Que casualidad Embajador, a mi también me encanta De Maistre. Su libro Voyage.... me parece fantástico, no como los de su hermano Joseph ( coincidirá usted conmigo), mediocre, sectario,ramplón y muy por debajo de Xavier.
ResponderEliminarY sí, como dijo Belmonte cuando le presentaron a Ortega y Gasset y supo que era filósofo:
"Es que hay gente pa tó".
Saludos.
Je, je, Manupé, hablando de Caín y Abel, y lo tuyo si que es un buen quijadazo entre hermanos... Coincido contigo a medias: Xavier es delicioso, y es mi mejor agente de viajes (¡umm, alrededor de mi cuarto!!), pero Joseph es grandioso.
ResponderEliminarManupé- me temo que la coincidencia.... en fin, que es más bien inversa. Con Pepito De Maistre me ocurre una cosa que creo que no me ocurre con ningún otro escritor: no me entero de nada, pero me encanta simplemente leer lo que escribió. Ni siquiera me mueve la esperanza de llegar a entenderlo.
ResponderEliminarConfieso que de Xavier no sabía ni que existía.
Y si, precisamente estaba pensando en el torero aquel, que en el fondo tenía más razón de lo que aparentaba.
No me sea humilde, Embajador, que sí se entera.
ResponderEliminar