--Quería pedirle un artículo...
--Aquí lo tiene, hermana: cling [en vez de click, cling, haciendo el ruido de una monedita pequeña en una lata casi vacía].
--Dios se lo pague.
Eso, hermana, pero me quita mucho mérito que mi mano izquierda sepa lo que hace la derecha y lo diga. Escribo, ay, con las dos manos en el teclado. ¡Con lo discreta y desaparecida que fue siempre santa Juana Jugan!
Lo del Nobel me parece más un palo a Bush que un premio a Obama.
ResponderEliminarVeremos cuanto pesa ese medallón sueco colgado al cuello cuando deba tomar decisiones sobre Irak,Iran, Afganistán, Guantánamo,Corea o Palestina.
Las hermanitas de los pobres se lo merecen todo. Aquí cerca de casa tenemos un asilo y conocemos su labor. Y hay mucha razón en todo lo que dices en tu artículo. Pero, claro, eso no es una novedad.
ResponderEliminarUn abrazo.
Estimado García-Maíquez, ha escrito un gran artículo y eso es un signo irrecusable de generosidad. Pobres somos todos los hombres... todos. Si Santa Juana Jugán pudo esperar lo que no puede esperar Barak Hussein es porque es parte de la Iglesia Universal y Universal es, en otro plano, una forma de Eternidad. Muchísimas Gracias.
ResponderEliminarMerecido homenaje a quienes tanto hacen por los demás y ante las que los demás nos sentimos tan pequeños
ResponderEliminarTu artículo es muy justo y oportuno. De Jerez se han ido y es una gran pena.
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