Lee en misa una señora mayor de voz temblorosa. Acaba con el salmo: “Cuando pienso que voy a resbalar, tu misericordia, Señor, me sostiene” [Ps 94, 18]; y, sin solución de continuidad, ni corta ni perezosa, emprende el descendimiento por los empinados escalones del altar, realizando el ejercicio práctico de la lectura. ¡Y sí, la sostiene!
¡Ohó!
ResponderEliminary nos sostiene...
ResponderEliminarSaludos
Hubiera sido de humor negro (un tanto Job) que se hubiera dado un batacazo.
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