Hoy la tierra y los cielos me sonríen;Qué claro lo había visto Gustavo Adolfo. Con visión estereoscópica, encima, porque a la via pulchritudinis de la belleza (“la he visto…, la he visto”, balbucea, impresionado) une la via caritatis (“y me ha mirado”), más asombrosa aún, si cabe. Es para que la tierra y los cielos le sonrían, verdaderamente.
hoy llega al fondo de mi alma el sol;
hoy la he visto.., la he visto y me ha mirado...,
¡hoy creo en Dios!
miércoles, 2 de diciembre de 2009
Hoy lo vi
Antes de un artículo, el discurso de B16 a los artistas me ha dado mucho que pensar. Leyéndolo, no pude menos que recordar a Bécquer, ese clásico, y su rima XVII, que ni en la encendida adolescencia fue de mis favoritas. Gracias al Santo Padre leí de nuevo el último verso y cambié el acento del “hoy” al “creo” y, sobre todo, a “Dios”.
Siempre me ha entusiasmado esa rima, hace un par de años trabajé sobre Bécquer con una alumna norteamericana y ese fue uno de los puntos claves... La Belleza...
ResponderEliminarEl artículo es excepcionalmente bueno.
ResponderEliminarY gracias por poner el foco en Bécquer también aquí.
Buen artículo Enrique.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchísimas gracias. Y bien visto lo tuyo desde el principio, Llir, porque yo, con esta rima, he experimentado lo de Nicolás Gómez Dávila: "Cada nueva verdad que aprendemos nos enseña a leer de manera distinta".
ResponderEliminar¡Qué articulazo! Tiene belleza: me acerca a Dios, al arte y a tí.
ResponderEliminar"...delicadeza .... ni imponerse ni herirnos .... nos llama... "
ResponderEliminarEntre papel y papel he leído y releído el artículo unas diez veces. Vaya si hiere.
La Belleza siempre nos mira, la miramos porque nos miró primero.
Muchísimas gracias por la relectura de la rima. Eso sí que es una lectura encendida. Y un cruce de miradas matador.
Muchas gracias, C. y C.B. Así da gusto.
ResponderEliminarAh, y en el mismo sentido del camino de la belleza hacia Dios merece la pena este espléndido ensayo de Carlos Javier Morales, sobre el último poema de JRJ, al que yo dediqué un artículo, por si no os acordáis.
Como tu admirado Dante...
ResponderEliminarSi no te has leído el artículo de Ratzinger "Herido por la flecha de la belleza" te recomiendo hacerlo, es maravilloso. Un saludo.
A cuenta de la Belleza en la poesía hay una definición de Gabriel Celaya que me encanta:
ResponderEliminarHay quien reza beato: tiempo al tiempo; y hay quien exige nervioso: cada cosa a su tiempo. Aquéllos, perfectistas, estiman en cada obra poética su mayor o menor aproximación a un valor absoluto e inmóvil que llaman Belleza. Éstos temporalistas, sólo ven en esas obras unos testimonios que, por humanos, son inseparables de un aquí y un ahora.
¿La eficacia expresiva o la perfección estética?.
Yo me quedo con la perfección estética.
Artemi, please, ¡¡just link!!
ResponderEliminarPerdona, Artemi, que me adelante, pero los deseos de Beades, para mí... etc. Todavía no lo he leído, que he tenido una tarde mu mala, pero mañana cae.
ResponderEliminarTambién mañana le echaré un rato a la definición de Celaya, a ver si la entiendo...
Hermoso artículo. Un poema.
ResponderEliminarLa suma belleza, la suma verdad, la suma bondad. En Él lo bello es lo bueno y lo vero. Todo es lo mismo.
ResponderEliminarÚltimamente me rondaba esa idea de que el feísmo no es más que otra de las manifestaciones de la criatura vuelta contra su creador.
La belleza tiene, como dices, la fuerza arrolladora y la delicadeza más arrolladora aún.
Tu artículo tiene de las dos, que son sólo una. Vuelves a cantar con inteligencia, qué delicia. Confío en que tu niña, a demás de permitirte leer, te permita también escribir.
No me perdono no haber leído el discurso del Papa. Ahora ya tengo que leer dos en vez de uno. Me pongo a ello. Gracias a ambos, Maíquez & Artemi.