lunes, 4 de enero de 2010
Aclaración
Uno de mis 10 propósitos para el 10, es no contar ni una mentira en todo el año. Hoy es día cuatro y llevo dos. Me cuesta mucho quitarle la razón al prójimo y, llevado de mi querencia a la suavidad, soy capaz de decirle que sí a sus equivocaciones más tontas o hacerme el sordo o incluso alimentar un malentendido si evito de esa manera un conflicto. Resulta inquietante comprobar que, cuando uno se pone político, miente, irremediablemente. “Par délicatesse / J'ai perdu ma vie” podría ser el lema que campase en la puerta de mi infierno. Pero he dicho basta: seré más basto. Así que voy a confesar, para empezar, o para recomenzar, que en el artículo de ayer os colé una mentirijilla (la nº 2) cuando afirmé que Salinas se equivocó en sus famosos versos: “Cómo quisiera ser/ eso que yo te doy/ y no quien te lo da”. Salinas (que se me apareció anoche muy repeinado, con un traje de corte impecable, con sombrero, con su cara alargada, alargada además porque la traía muy larga) sabía perfectamente lo que se decía. Recordemos (y esto fue lo que yo no quise recordar) que los versos aquellos se los escribía a una amante. Por eso dice “eso que te doy” y no “esto”, porque hay una distancia, y por eso el exclamativo deseo: “Cómo quisiera”, y luego el sueño vago de darse. En un matrimonio la realidad de la entrega… ¡está tan clara! Insistir es una redundancia. La poesía está llena de matices: ese es su encanto. Yo no quise meterme, como nunca quiero, en la vida íntima de los demás, pero a menudo, para entender bien un poema, no queda otro remedio.
No se entiende.
ResponderEliminarUn ejemplo palmario del valor de la biografía en la crítica literaria: habría que mandárselo a todos esos que dicen que las vidad de los poetas no tienen nada que ver y bla, bla, bla con sus poemas.
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