miércoles, 20 de enero de 2010
La ateodicea es el último grito
¿Por qué esperan concretamente a los terremotos (recuérdese 1755) para plantearse tantas preguntas, tan pertinentes, por otra parte? Parece como si la sismografía para ellos no existiera, y que el terremoto se debiese directamente a un puñetazo de la mano de Dios sobre la mesa. Qué raros pensamientos en unos ateos. Tendremos que deducir, de paso, que la cantidad y el eco mediático siguen siendo el norte y guía de sus pensamientos, como si el mal de una sola víctima de cáncer o de un accidente de trabajo no clamase al cielo igual, exigiendo una respuesta al misterio del dolor y la muerte. Pero esa rabia y ese enfado con Dios y, de paso, con nosotros son naturales. Lo único que me molestaría es que fuesen retóricos, una manera de ponernos en la tesitura de resultar insensibles con los cientos de miles de víctimas. No creo, ¿no? Las víctimas de Haití no se merecerían eso. Ellas se merecen la ayuda de todos y la oración de los que recen.
Acabo de leer un articulito en el diario de noticias (el diario de todos los navarros que quieren ser vascos) en el que se atribuían los males de Haití a una misteriosa "maldición bíblica" (sic). Al parecer, no tiene nada que ver con los males del país el hecho de que estuviese mal organizado desde el comienzo de su historia.
ResponderEliminarY sin embargo, cuando la vida les sonríes, a ellos, a los que ahora nos preguntan airados dónde está Dios, no se les ocurre pensar en Él y darle gracias.
ResponderEliminarYo también agradezco en el enemigo ideológico la claridad y radicalidad expositiva. Con esas palabras del obispo o con las tuyas del artículo se echa de ver claramente lo extraña al hombre (lo antihumana, diría) que es esa religión vuestra.
ResponderEliminarPor otro lado sí que serían ateos raros, sí, los que preguntaran por dios en un terremoto (o tras tocarles la lotería). Pero me pregunto si existen esos ateos: ¿no se tratará de nuestro viejo conocido el hombre de paja?
ResponderEliminarIgnacio, si yo fuera ateo, lo sería del todo, y, en ese caso, si no existe Dios, todo vale, como dice alguien en Los hermanos Karamazov. El único móvil que reconocería sería mi supervivencia y mi bienestar, el único conductor de mi vida serían mis genes egoístas, independientemente de los medios.
ResponderEliminarUna de las cosas que me llevan a la fe es precisamente ese sentimiento de con-pasión que surge ante la desgracia ajena, logrando someter con la parte humana a la bestia que llevamos dentro. Muchos materializan ese sentimiento y otros sólo lo dicen sentir.
¡Así de extraña y antihumana es mi religión!
Gracias, T.
ResponderEliminarIgnacio: hay 987.000 entradas en Google si escribes '¿Dónde estaba Dios en Haití?'.
ResponderEliminarEvidentemente, no me las he leído todas pero las que he ojeado, de manera aleatoria, están escritas mayoritariamente por personas que nos reprochan a los católicos nuestro Dios y nuestras creencias.
También hay algún sacerdote o algún teólogo que da argumentos teológicos a esa pregunta pero ganan los otros por mayoría.
Y en la calle, también ganan por mayoría.
Concluyo: las palabras de Munilla me parecieron muy desafortunadas. Mucho. Y no las justifico en modo alguno. Y tampoco me vale su posterior explicación de que estaban sacadas fuera de contexto porque me he preocupado en escuchar la grabación original.
De nada, Ignacio.
ResponderEliminarY claro que extraña al hombre nuestra religión, naturalmente, pero a la vez, qué humanitaria en la práctica. Incluso tu humanismo, como sabes, le debe muchísimo, y no hubiera florecido en una cultura no cristiana.
Y ese hombre de paja (rarísimo, en eso estamos de acuerdo) está últimamente escribiendo en todos los periódicos, en el diario de noticias, nos acaba de contar Navascués.
Abrazo.
Ay, mientras escribía mi comentario ha entrado Simeón, gracias, y T. a precisar que las palabras de Munilla le parecieron muy desafortunadas. Pero, ¿qué tenemos que hacer los católicos entonces, callarnos como ateos? Fíjate en todo lo que responde, en las prioridades de su contestación, en la pregunta concreta que le hicieron, buscándole las vueltas a la teodicea.
ResponderEliminarNo, no es tiempo de callarse Enrique, pero tampoco de decir a todo amén si te parece, por ejemplo, que Munilla podría haber utilizado una respuesta teológica mucho más atinada.
ResponderEliminarEl problema del Mal ha sido tratado por excelentes teólogos católicos y no es necesario recurrir al argumento que él utilizó.
Por supuesto que la pérdida de valores, el materialismo rampante y tantas otras cosas son grandes males que están haciendo trizas a la sociedad pero ante las imágenes desoladoras de Haití decir que hay cosas peores...!
Lo que habría que decir también es que cuando los periódicos dejen de hablar de Haití, cuando la ONU vuelva a demostrar por enésima vez su inutilidad y su ineficacia, cuando todos los equipos de rescate, admirables, vuelvan a sus casas, allí seguirán estando muchos religiosos que desde hace muchos años son los que día a día intentan paliar, porque arreglarlo no pueden, la miseria de los haitianos. Y que lo hacen por el Dios en el que creemos tú y yo.
A mí no me parecieron nada mal las palabras de Munilla. Tampoco inoportunas. Creo que el bienintencionado "T" incurre en el mismo error que el ateo, que cifra la ausencia de Dios en el terremoto, igual que "T" cifra el mal en el terremoto.
ResponderEliminarEstá claro que hay cosas peores que el terremoto ese y su devastación, en cualquier lugar, a cualquier hora del día. Me extrañaría mucho que una persona con una noción razonable de lo que es el mal pudiera alcanzar una conclusión distinta.
No quiero entrar en polémicas pero, en cualquier caso, la bienintencionada T - me agrada que considere que tengo buenas intenciones - considera el terremoto una terrible desgracia causada por tantas y tantas omisiones de los seres humanos con las que contribuimos a que el Mal siga existiendo. Por no hablar de las acciones, claro.
ResponderEliminarTal vez se trate de un error de concepto: si piensas que Dios es un sistema de seguridad...
ResponderEliminar"El nudo de nuestra condición se anuda en este abismo; de suerte que el hombre es más inconcebible sin este misterio que lo que este misterio es inconcebible para el hombre"
ResponderEliminarPascal, Pensamientos, VI, 434
Coincido T con el acento de tu penúltimo comentario y, aunque parezca mentira, plenamente con tu poco gusto por las discusiones.
ResponderEliminarCon José Luis disiento un poco (muy poco). No me parecieron nada mal las declaraciones, pero sí puede que fueran inoportunas. Sucede, sin embargo, que nos han animado a serlo: oportunos e inoportunos.
Qué telapatía con Gómez de Lesaca: estuve a punto de citar a Pascal en la entrada de hoy. La del misterio y el nudo es buenísima, muchas gracias.
Y desde luego, JSR: también es un problema de concepto.
El dolor es MALO. Y punto. No sirve para nada bueno, y los que hacen de la fortaleza su religión están muy equivocados. Los católicos no necesitamos sufrir para ir al cielo, morir en un terremoto o víctima de un cáncer no es ningún regalo de la bonoloto, y quien así lo diga es que no tiene corazón. Que no nos vengan con historias: gracias a Dios un católico no es ningún masoca.
ResponderEliminarOtra cosa es que la vida sea un misterio, que Dios sea un misterio y que saque bien del Mal. Pero el dolor en sí es malo, en eso es parecido al pecado. De hecho el pecado suele causar mal.
Queda claro, con la sencilla prueba de google que aporta T., que el hombre de paja no es tal, sino mucho elemento sin criterio ni sensatez.
ResponderEliminarMe parece que nunca nos pondremos de acuerdo, Enrique, en eso de la influencia del cristianismo en la moral humanista. A mi modo de ver es al contrario, han sido las apotaciones del sentido común y la mirada humana sobre las cosas las que han limado al cristianismo de sus aspectos más dementes. Por ejemplo, antes estaba bien matar al infiel y ahora no: yo ese cambio se lo atribuyo al factor humano.
Tienes razón, Ignacio, al fin y al cabo la cosa esa de "no matarás" se la debemos, creo recordar, a la revolución francesa.¿O lo dijo Da Vinci?
ResponderEliminarEn todo caso, fue humanismo puro. Qué pensamiento tan light, macho.
Mucho me temo que hay cierta tendencia, en algunos creyentes de este foro, a fundamentar su creencia, entre otras cosas, en una idea de lo que es ser no creyente que es, no sólo falsa, sino absurda. Dice "simeón": "El único móvil que reconocería [en el caso de no ser creyente] sería mi supervivencia y mi bienestar, el único conductor de mi vida serían mis genes egoístas, independientemente de los medios". ¿No se dá cuenta de que, con eso, convierte en una atrocidad su propia creencia, a la que presenta sólo como dique de unas tendencias que por lo que dice están en él, y que son ciertamente atroces? ¿O es que reprocha a los no creyentes no ser suficientemente monstruos para su gusto? Creo que, si pensara un poco, se expresaría de otra manera. Como también "T", cuando dice que, una vez todo esto se acabe, allí seguirán muchos religiosos (que ya estaban antes) intentando ayudar. ¿No se le ha ocurrido, al escribirlo, que allí también están, y estaban, muchos voluntarios de ONG no religiosas, ergo que no hace falta ser religioso para creer necesario y valioso ese sacrificio? O el mismo EGM, cuando dice que el "humanismo" de Ignacio "no hubiera florecido en una cultura no cristiana". ¿Le parece imposible encontrar muestras de "humanismo" en la antigüedad clásica? ¿O en las culturas budistas, por ejemplo? Los creyentes no tienen ni el monopolio de la ayuda al necesitado, ni el del "humanismo", sea éste lo que quiera. Y menos todavía el de la evitación de una conducta que sólo busque el beneficio propio, a costa de quien y de lo que sea. Una imagen del amplio mundo de la no-creencia (o la creencia distinta) tan oscurecida, plana y absurda no hace ningún honor a la objetividad (y el simple amor por la verdad) de quien la propone.
ResponderEliminarPor la parte que me toca de su comentario, Sr. Anónimo, recuerdo que me referí al concreto humanismo de Ignacio, escritor español del siglo XXI. Lejos de mí minusvalorar las aportaciones griegas ni las orientales, con la debilidad por el Japón que uno lleva a gala. Mi pregunta es qué sensibilidad por el dolor de un pueblo lejanísimo tendrían los griegos, tan señores de sus esclavos. Los orientales verían en el dolor a Buda, no a pesar del dolor, sino en él, porque Buda es todo, y la salida propuesta es el nirvana y el desapego. Pero conste que ambas culturas me parecen fascinantes y que le agradezco, sr. Anónimo, esta oportunidad que me da de matizar, que siempre viene bien.
ResponderEliminarMe encantaría concederle al humanismo ateo alguna aportación importante al cristianismo, Ignacio. Lo malo es que en el ejemplo que propones se lo has puesto a huevo a José Luis, como reconocerás tú, tan hábil polemista. Nadie le puede quitar la razón en que el "No matarás" y el "Amarás a tus enemigos" vienen de donde vienen.
Matizo lo de que no quiero entrar en polémicas, Enrique, y aclaro que pretendía decir que no quiero abusar de tu confianza en tu propia casa porque lamentablemente, yo entro a todos los trapos.
ResponderEliminarTu calificativo sobre las palabras de Monseñor Munilla - inoportunas - me parece más apropiado que el mío.
Y al Anónimo de las 5:23 pm, sólo decirle que la experiencia sigue demostrando que cuando todos salen corriendo, los últimos son siempre los religiosos y religiosas. Pasó en el genocidio de Ruanda, en el terremoto de Managua, en el Mitch y en cuantas tragedias puedo recordar. Y en Haití volverá a pasar.
Un dato más para Ignacio: el Sermón de la Montaña, tampoco ha necesitado pasar por el tamiz del humanismo.
Simplemente quería hacer notar que no es antihumana la religión católica. Si uno sufriera como tantos lo hacen, desearía la compensación en una nueva vida, ¿o no? Pues bien, la fe te dice que eso existe. Más humana, imposible.
ResponderEliminar(Y muy buena la cita de Pascal, y muy buena la aclaración de Dios como un sistema de seguridad que no es, y no escuché nada del mentado sacerdote porque estoy lejos).
Es difícil manejarse en estos formatos sin simplificar. Veamos: yo lo que veo mirando la historia es que la moral que estamos llamando humanista a falta de otro nombre (la que se formula en la declaración de derechos del hombre, por no enredar) la han construido (la vienen construyendo, no es cosa cerrada)entre todos, creyentes o no, hombres decentes y sabios.
ResponderEliminarY que lo han hecho pensando humanamente, como hombres; también los que eran creyentes, que han llegado a las mismas o parecida conclusiones porque no lo hacían en tanto que creyentes sino en tanto que hombres.
Así, frente a la demenciada formulación de que si dios no existe no hay barreras, que equivaldría a afirmar que la única razon para hacer el bien es que dios así lo manda, tanto creyentes como ateos oponen, en la práctica, un código moral elaborado por el hombre poco a poco, un código que, por ejemplo, extiende progresivamente la prohibicón de matar hasta cubrir a todo el mundo, en un proceso para el que la figura de dios es técnicamente irrelevante.
En ese sentido digo que la moral humana no debe nada a la religión: nunca he querido decir que no deba nada a personas creyentes, sólo faltara.
Nota bene: el no matarás estaba en el mundo antes de cristo, me parece, con parecida interpretación restrictiva a la que le dieron pronto los cristianos.
ResponderEliminarY amarás a tu enemigo no me parece un buen consejo. Ahí sí que hay una diferencia.
Amarás a tu enemigo. No sólo novedoso sino supremo.
ResponderEliminarNo hay otro camino para que el bien triunfe. El más impensable, el más difícil, el que parece una paradoja.
Pero ninguna justicia ni moral podrá arreglar al mundo como sucedería el día que amásemos a nuestros enemigos.
Los griegos sí que eran duros, Enrique. Pero no creo que para los budistas todo sea Buda, y que busquen sólo un nirvana entendido como desapego. Vamos, le ven poca utilidad espiritual al melodrama, pero tienen al importantísimo Avalokitesvara, el Buda de la compasión, quien ha decidido no entrar en nirvana hasta que todos los seres vivos —plantas, animales, hombres, enemigos y amigos— alcancen también la liberación... En China se convirtió en la Guan yin, diosa de la compasión, que integra después atributos de la Virgen María que llevaron los nestorianos a aquellos lares... Aunque la simpleza de: tú, hoy, hombre lleno de pasiones y tan lejos del nirvana como España de China: "Ama a tu enemigo," no deja de ser gloriosa y apabullante.
ResponderEliminarUn abrazo,
AFD
Me atrevo a terciar en el animado debate. Las palabras de Ignacio, con todo respeto, me producen sonrojo. ¿A qué llamá él, si se puede saber, el factor humano, ése que supuestamente ha corregido los excesos, demencias y abusos de la religión? ¿Se cree necesariamente él mejor que el hombre del siglo I, o del siglo XIII, o el del siglo pasado? De verdad, ¿se puede creer a pies juntillas que el hombre de hoy ha progresado mucho en el orden moral? Ese aire de superioridad de la Modernidad me parece de una ceguera insoportable, voluntaria y culpablemente asumida. Pretender construir un mundo justo, edificado sólo sobre el hombre... Pero ¿a qué atrocidades nos ha conducido? ¿Es mejor el político occidental de hoy -que cada uno se imagine al que quiera- que lo eran Karadzic, o Mao, o Castro? Hombres, hombres, todos somos hombres. Recordemos que Auschwitz es de antes de ayer: ¿no podría hoy volver a ocurrir? No me quiero poner catastrofista, pero los que cometieron esas atrocidades eran hombres y mujeres como nosotros, compartían nuestra misma condición y nuestro mismo destino. ¿Qué los convirtió a ellos en monstruos o villanos? No podemos creernos seriamente haber llegado a una mayoría de edad moral. Queda mucho camino por recorrer. Pero, sobre todo, no miremos a los creyentes como vestigios de un pasado ya superado: por desgracia, el humanismo ateo del siglo XX ha conducido a los crímenes más terribles que la humanidad ha conocido (nazismo, comunismo), y hemos tocado fondo como nunca antes. Parecía que eso no nos podría volver a suceder, y hemos vuelto a ver en los años 80 los campos de exterminio en la antigua Yugoslavia. El ateísmo -sea cual sea su cara, incluida la "bienpensancia" zapateril y su adanismo repulsivo, y siento personalizar tanto, pero me sirve de botón de muestra- no nos ha traído nada bueno. Deberíamos habernos enterado ya a estas alturas. Eso sí, es más fácil tirar contra el obispo de San Sebastián, en vez de enfrentarnos a nuestra propia conciencia, y ver qué podemos hacer -y rezar- cada uno para paliar los efectos de esta tragedia (y esto lo digo por todos los que arremeten contra la Iglesia, venga a cuento o no).
ResponderEliminarSiento la desordenada y caótica diatriba Enrique, pero así se queda.
Supongo que EGM conoce aquella copla de Antonio Machado: "Responde al hachazo, / ha dicho el Buda, ¡y el Cristo!, / con tu aroma, como el sándalo". Repito que hay siempre un cierto peligro de simplificar demasiado aquello que no es "lo nuestro".
ResponderEliminarAh, y por cierto: la última intervención, la de "Verónica", me parece, y lo siento, caer en la misma simplificación del contrario que reprochaba antes. Nos recuerda las atrocidades que se han cometido "edificando sólo sobre el hombre". Ni una palabra para las que se han cometido "edificando también sobre lo divino": ni una palabra sobre la Inquisición, sobre las decenas de guerras, persecuciones, en fin, las atrocidades emprendidas, sólo en Occidente, por motivos religiosos... Todo eso no existe, o no cuenta. Me hace recordar el último libro de anotaciones personales de José Jiménez Lozano (al menos, el último leído por mí), "Advenimientos", con el que he disfrutado como suelo, pero en el que realiza el prodigio de dedicar un buen puñado de notas -algunas bien largas- a contraponer el pasado cristiano de Occidente y lo que de profano tiene la "modernidad" (naturalmente, a favor del primero), sin hacer mención siquiera de la Inquisición, o de la profunda corrupción vaticana que Dante, por ejemplo, ya fustigara en su momento -y a la que debemos, por decir algo, la palabra "simonía"...-, en fin, a nada que pueda descomponerle siquiera mínimamente la imagen impoluta que, al parecer, es la única que encuentra aceptable... En serio, oiga: la verdad (como bien sabía quien dijo de sí mismo aquello de "Yo soy el camino, la verdad y la vida"), no es tan simple. Ni tan simplista.
ResponderEliminarAh, por cierto, una última nota, relativa tanto al artículo de EGM como a la primera respuesta de "Ignacio": yo, que ya he dicho alguna vez que soy agnóstico, no me considero por ello "enemigo" ni de uno ni de otro -ni de nadie. Supongo que sólo es una inadvertencia de expresión, y que ellos tampoco se considerarán "enemigos" míos sólo por el hecho de no compartir la misma fe...
ResponderEliminarEn absoluto, anónimo. Y suscribo todo lo que ha dicho (incluido el simplismo en el que, soy consciente, he caído), porque de imagen impoluta nada de nada. Sólo que, humildemente creo, no se puede pretender construir un mundo ideal al margen de Dios, porque se nos vendrá abajo. Y sólo el Dios manifestado en Jesucristo es el que puede proporcionar al hombre, sea consciente o no, su auténtica plenitud, y de eso son buen ejemplo los santos (no se me ocurre un ejemplo más elocuente de esperanza en nuestro atribulado mundo). En lo demás, estoy plenamente de acuerdo.
ResponderEliminarGracias, AFD y anónimo. No quería menosprociar a Buda, ni muchísimo menos. Y su compasión y su defensa de no responder al mal (como el sándalo) me parecen admirables. Sólo me da la impresión (y me encantará que me la quiten si estoy equivocado) que son una compasión y una resignación más bien pasivas, sin lanzarse a la ayuda del prójimo doliente.
ResponderEliminarAgradezco a "Verónica" y EGM sus sensatas palabras. En efecto, es muy probable -yo no soy experto en el tema- que la ayuda al necesitado de cualquier lugar, tal como hoy la entendemos, tenga raíces básicamente cristianas. Ello no cambia mi desacuerdo con la afirmación de EGM que dio origen a esta discrepancia: me parece abusivo o poco matizado decir que no hubiera florecido "el humanismo" de Ignacio fuera de una cultura cristiana. Quizá quiso decir "humanitarismo"; como sin duda él sabe, son cosas diferentes.
ResponderEliminarEnrique, los budistas tienen sus hermitaños como los tenemos nosotros —y hermitañas como nuestras monjas de clausura— pero también tienen el claro precepto de la caridad. No digo que todo sea igual, no, pero tienen sus pasividades y sus actividades como nosotros tenemos las nuestras.
ResponderEliminarEn una de sus "parábolas" Buda se topa con un perro que tiene una herida en una pata. El Buda no se sigue de frente diciendo, es su karma, sino que le limpia y cura la herida. Luego se corta un pedazo de su propia carne, para que las hormigas que se estaban alimentando de la herida del perro no se queden sin comer. Esta es la anécdota que me viene a la mente, pero no creamos que lo que hace Buda por los perros y las hormigas, no lo haría por un hombre. O por una mujer.
Enrique, no sé si aún se puede sugerir al "anónimo" de las 2, que lea "los cementerios civiles" y "Sobre judíos, moriscos y conversos" para ampliar su opinión sobre la visión de la Historia en Jiménez Lozano
ResponderEliminarSólo una nota para corroborar que hablo de enemistad ideológica, compatible para mí con los afectos personales.
ResponderEliminarY, recurriendo a eso tan manido de buscar un enemigo común para generar concordia, diré que estos días post terremoto me he acordado, y no para bien, de los adoradores de Gaia: joder con la Madre Tierra...
Soy el "anónimo de las 2", y agradezco la indicación de mi tocayo sobre Jiménez Lozano. Sin haber leído los libros que me recomienda, supongo que, en efecto, su visión histórica es más amplia de lo que yo sugería. Dicho esto, cualquiera puede corroborar que, en sus "Advenimientos", da una imagen un poco demasiado impoluta, como yo decía, de la historia medieval de la Iglesia, en contraste con una demasiado unilateralmente condenatoria del mundo, digamos, laico. De hecho, y para que se vea otro ejemplo de esa tendencia a lo unilateral, una de las anotaciones (daría la referencia exacta, pero no tengo aquí el libro) critica por igual las atrocidades de Hitler y Stalin, como hijas ambas de esa modernidad descreída que condena, en contraste con los felices tiempos antiguos. Ni la más mínima alusión a que, por ejemplo, en nuestra guerra civil los nazis apoyaran activamente a la parte que se decía, por excelencia, "católica"... Quizá en un libro así, de anotaciones volanderas, no encontró tiempo (o espacio) para explicarse un poco mejor; pero la impresión que da en él no es de mucha objetividad, me temo. Por otra parte, agradezco a "Ignacio" su nota, como la suya a "Verónica"; ya daba por supuesto que lo de la "enemistad" era una simple cuestión terminológica, aunque insisto en que el término en sí no me gusta: "contrario", o hasta "rival" si se quiere, me parecen agradablemente menos belicosos. Y una última cosa: como este juego de anónimos puede acabar resultando un poco enredoso, si a partir de ahora intervengo de nuevo en el "blog" -cosa que no sé si ha de ocurrir-, lo haré firmando como "marinero".
ResponderEliminarEnemistad compatible con la admiración: qué bien visto, Ignacio, lo de la Madre Tierra.
ResponderEliminarEfectivamente anónimo-marinero, el anónimo a secas tíene más razón que un santo: a JJL no hay quien pueda afearle ninguna vista gorda para los errores de los católicos.
Y muy buena precisión entre humanismo y humanitarismo. Digo, por tanto, que en el humanismo de Ignacio hay mucha raíz cristiana, y de manera significada en su humanitarismo, aunque también en otros conceptos más filosóficos como su concepto de persona o de libertad. Nada de esto minusvalora su ateísmo o agnosticismo, Dios me libre, sino todo lo contrario.
Y preciosa historia de Buda. Muchas gracias, AFD.
Pero todavía me queda una duda sobre el budismo. ¿Cuántas ONGs o similares de inspiración budista había en Haití? ¿Cuántas por el mundo?
ResponderEliminarHace mal EGM en ensañarse en su posible "victoria" respecto al tema de las ONG y el budismo; debiera, creo, haberle bastado con lo ya dicho. Siempre podría contestarle alguien, por ejemplo, que así como en nombre de la religión cristiana se han cometido -Inquisición incluida- todo tipo de tropelías y se han iniciado unas cuantas guerras, en nombre del budismo no es nada fácil encontrar ejemplos parecidos... Y, en cambio, sí es budista aquello que recordaba Borges del interlocutor japonés que renuncia a destacar su posible victoria dialéctica "para no tener razón de un modo triunfal".
ResponderEliminar¡Pero si no me ensaño!
ResponderEliminarYo comparto la curiosidad del anfitrión por esos aspectos contradictorios del budismo. A mi modo de ver, la compasión y en general todo lo relacionado con el dharma (los deberes morales) no serían aspectos propiamnte budistas, sino herencias de la vieja religión o añadidos que inevitablemente surgen a la doctrina cuando lo que era una vía personal de salvación se erige en norma de convivencia colectiva (lo mismo podría decirse de mucha norma moral cristiana).
ResponderEliminarPero si esas leyendas son de la época fundacional deberé replantear mis impresiones.
No sé si ya es oportuno aclarar algo al Anónimo de las 5:23, que saca de mi comentario una "cierta tendencia, en algunos creyentes de este foro, a fundamentar su creencia, entre otras cosas, en una idea de lo que es ser no creyente". Probablemente no me expresé con suficiente claridad.
ResponderEliminarYo no pienso que los no creyentes sean unos monstruos del mal, sino que los seres humanos (todos, creyentes y no creyentes) llevamos en nuestra naturaleza mucho contenido de bestias, más que de ángeles beatíficos. Pregúntele a alguna maestra de guardería cuánto sacan los niños pequeños de esa bestialidad innata en su pequeña "manada". Puede que este pensamiento mío sea atroz, pero bastantes ejemplos se han dado en el debate, tanto de creyentes como de no creyentes.
Lo que decía sobre la ausencia de referencia moral si fuera ateo, es lo que expone Dawkins en su libro "El gen egoísta", que trata de explicar el comportamiento animal, hombre incluido. Lo que manda en él es la pervivencia de nuestros genes, siendo los individuos casi meros avatares suyos. Así justifica hasta el altruismo.
Poniéndome en plan mecanicista, yo me pregunto: ¿a quién le tengo que dar cuentas de mi vida? Sólo tiene sentido mi éxito biológico.
Al ver a las personas (creyentes y no creyentes) ponerse en el lugar de los que sufren e incluso ser capaces de arriesgar su vida por desconocidos, veo que hay algo en nuestro espíritu que se sobrepone a la animalidad del beneficio, como si compartiéramos los genes, y esa observación es uno de los apoyos de mi fe.
Para mí, que soy creyente, el bien que hace un ateo no deja de ser manifestación de Dios, pero, claro, otros lo ven fruto de algo puramente humano.
Soy el "anónimo de las 5:23". Y no sé si te expresaste o no con suficiente claridad; a mí personalmente tus palabras me parecen bastante claras. Cito: "El único móvil que reconocería sería mi supervivencia y mi bienestar, el único conductor de mi vida serían mis genes egoístas, independientemente de los medios". Y dabas esa opinión como tuya, no de Richard Dawkins. Si no quieres decir, ni 1) que esas tendencias están en ti, aunque, afortunadamente para todos, las reprima tu fe, ni que 2) según tú, quien carezca de ese freno tendría que ser, en tu opinión, la lamentable bestia que describes..., es que no veo qué es lo que quieres decir. Yo no creo que el hombre sea ni ángel ni bestia; pienso, como Pascal (creo que era él) que, de hecho, lo que suele ocurrir es que quien intenta hacerse el ángel suele acabar haciendo la bestia. Pero que hay infinidad de no creyentes que reconocen (y practican) otros móviles que el de su "supervivencia y bienestar... independientemente de los medios" no me parece que valga la pena ni discutirlo, tan evidente lo creo. Y respecto a que "el bien que hace un ateo no deja de ser manifestación de Dios", a mí me parece que en esa visión hay un cierto truco: tienes libertad, pero para obrar el mal únicamente. Del bien, si alguno obraras, todo el mérito es de Otro. Parece que, si puede uno en la práctica optar por el mal únicamente, lo que ocurre es que no hay opción, ya que uno de los términos de esa posible opción simplemente no es real- según tú. Más: si todo bien que haga uno es "manifestación de Dios" únicamente, ¿cómo se nos podría premiar por él? No es cosa nuestra, ergo ningún mérito nos corresponde en ello. Podríamos, según eso, condenarnos libremente, pero de ningún modo optar por lo contrario con igual libertad: eso, repito, es cosa de Otro.
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