Y si el tiempo, pasado los cuarenta,
no juega a mi favor, qué ha de inquietarme,
igual que ayer cuando tenía veinte
me tiendo al sol y dejo que la palabra encuentre
su cauce natural. Que sea el caos,
como los astros que dibujan
en el cielo figuras mitológicas.
No me importa el fracaso, a nada temo,
vano apurar el trago, si hay algo que no haré
es violentar al tiempo, él hace su trabajo,
y como el viejo Blake nos enseñaba:
ama la eternidad.
No pienso profanar este tácito acuerdo.
La poesía, se sabe, desprecia al impaciente.[Roberto Malatesta, Santa Fe, Argentina, 1961]
Mil gracias, Enrique (& Roberto). Me lo apunto y autoreceto. (Thoreau: "Do not read The Times. Read The Eternities.")
ResponderEliminar¡A.R., siempre madrugador para la buena poesía! Yo me voy a tatuar (en la memoria) lo de Thoreau.
ResponderEliminarEl poema es bueno, y el último verso, soberbio.
ResponderEliminarGracias, Enrique.
Pues sí, ejemplar.
ResponderEliminarComo soy yo el conozco al poeta en cuestión, el que le ha pasado el poema a Enrique y el que más está de acuerdo con el No hacer -si no nada- mucha cosa, perdonadme que me vaya por el cerros de úbeda: qué bonito eso de llamar a la Fé Santa, ¿no? Oh, Roberto Malatesta, que buen sitio para no hacer nada, sino como mucho dejar hacer: ¡Santa Fé!
ResponderEliminar¡Que bueno! Muchas gracias.
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