En parte por el mal cuerpo de uno de los primeros madrugones del curso, después de una noche movida; en parte porque, probando las herramientas del programa Evernote, había capturado mi imagen con la cámara del ordenador y había quedado impresionado, cazador cazado, con mis arrugas y bolsas en los ojos, por todo eso, estaba predispuesto a que me pasara lo que me pasó.
Cuando se me acercó la alumna y se asomó sobre mi hombro y me preguntó en un susurro por la clave del wi-fi de la biblioteca y sentí su olor a recién salida de la ducha y vi su melena mojada y su sonrisa, me entró una oleada de sen... sación de vejez. Podía haber sido de sensualidad, claro, pero eso no hubiese sido una novedad. Fue de vejez. Sentí el vértigo del abismo del tiempo, de su paso; pero no con rabia, sino con aceptación, no con pesadumbre, sino si acaso con pesantez. La clave del wi-fi no la sabía.
¡Ay, yo al principio la sentí con rabia! La aceptación vino después.
ResponderEliminarSi es con aceptación y serenidad, es que o aún hay mucha juventud en el alma o ya ganan las canas por un montón
ResponderEliminarPor la gente que conozco ;O) el problema suele estar en la etapa intermedia.
No sé su edad, pero permítame arriesgarme (y mis disculpas si me paso): ¡Bienvenido al mundo de los, como dicen los ingleses, mid-fourties!
ResponderEliminarUn saludo,
Enric
Bueno, bueno. Ya verás cuando la primera ex-alumna llegue como compañera de claustro. Me acaba de pasar: jefa del departamento de Orientación.
ResponderEliminarLo bueno de envejecer (aparte otras cosas) es que se produce poco a poco, a pequeños sorbos. De modo que cuando llegan los más amargos, ya estás acostumbrado. Supongo.
ResponderEliminarComo se lee aquí mismo en su perfil, EGM nació en 1969. Tiene pues, o cumple este año, 41. Si a partir de los 40 uno se siente "viejo", quiere decir que, de acuerdo con las expectativas (estadísticas) de vida, que presumiblemente habrán de crecer con los años, uno tendría que pensar que la "vejez" abarca casi (y, dentro de poco, posiblemente sin casi) la mitad de la vida. Si EGM fuese un poco más sen... sato, emplearía otra palabra para describir sus sensaciones. Y, seguramente, tendría otras sensaciones. ¡Cuarentones del mundo, uníos para pedir la jubilación (y el asilo)! Un poquito de por favor, hombre. (Por cierto, yo paso de los 50, y no me siento viejo -ni joven; tengo la edad que tengo, nada más, y la acepto como la mía. El presente y yo hemos vivido demasiado tiempo juntos como para que no le tenga aprecio tal como es. Y no me siento traicionado por él; me bastaría con poder estar en mi papel tanto como él, hasta ahora, ha sabido estar en el suyo).
ResponderEliminara mí la sensación de no ser joven me llega cuando veo a mis coetáneos.
ResponderEliminarJilguero
Enrique, !!Que somos insultantemente jóvenes!!.
ResponderEliminarYa verás el año que viene, cuando te hagas experto en columpios, conozcas todas las series infantiles y te conviertas en estudioso del fenómeno Hanna Montana y secuelas.
No me ha pasado aún algo así, vale decir que tengo algunos años menos. Pero lo he sentido casi en carne propia de bien descripto que estaba.
ResponderEliminarYo, con 35, a veces lo siento. Y lo siento mucho... Pero peor es no sentirlo.
ResponderEliminara ver, que EGM lleva diciendo que es viejo desde hace cinco años. Recuerdo un artículo en que se quejaba de la manía que tienen los treintañeros de alargar su juventud. Y decía"yo sigo en mis trece, digo en mis treinta y seis".
ResponderEliminarEs natural cumplir...y cumplir muuuchos años...y muchos más...y hay que saber disfrutarlos uno a uno 365 días despacito.Es maravilloso encima disfrutarlos con su familia. No quisiera pasarme,ni mucho menos enmendarle su manera de actuar. Pero (seguro que usted lo sabe)hay alumnas que se sienten atraídas por maduritos interesantes que son:listos ,escriben bien tienen un dinerito...en fin yo también preguntaría lo que fuera,y recién duchada a mi "profe madurito"...uuff
ResponderEliminarTroya ha dado en el clavo...
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