Pasé el fin de semana en una finca de recreo de retiro espiritual, y hablaba por teléfono paseándome entre los limoneros y naranjos. Cortaba un limón verde y lo iba oliendo, mientras hablaba, y lo lanzaba al aire y lo cogía al caer, casi siempre. Si no lo cogía al vuelo, pues cortaba otro.
A la vuelta, en casa, hablando por teléfono, con el movimiento reflejo aprendido, corté un limoncito verde que tenía el pequeño limonero del jardín. Cuando me quise dar cuenta, era tarde. Era el primer limón que daba nuestro raquítico limonero, y llevábamos dos años esperándolo. Castiguito.
Es que hablas demasiado por teléfono
ResponderEliminarEsa afirmación sólo te la discutiría mi compañía telefónica. Gracias por el toque.
ResponderEliminar¡Ay, dolió!
ResponderEliminarSe sintió como si que en vez de tu frente al primer limón hubiera sido Abraham frente a su hijo en el altar (y encima Dios te gritaba desde el cielo que pares tu mano, pero tu dale con el movil).