Detalle interesantísimo del Evangelio. Resulta que el sumo sacerdote era Caifás, que fue el que profetizó aquello de Expedit ut unus moriatur homo pro populo, y sin embargo, a Jesús lo llevan ante Anás, cuyo título era ser “el suegro del sumo sacerdote”. No creo, no, que haya aquí una condena de la familia política, aunque es tentador, pero sí, tal vez, una denuncia implícita y terrible del nepotismo o del peso de las influencias que se salta la jerarquía legítima, ¿no?
Era el "padre político".
ResponderEliminarOjo que está también la curación de la suegra de Pedro.
ResponderEliminarUno de mis milagros preferidos, sin duda.
ResponderEliminarMi duda es, bromas suegriles aparte, si esa lectura contra el nepotismo y el tráfico de influencias, cabe o no cabe en el texto evangélico.
Pero es que Anás había sido sumo sacerdote años antes. Más bien parece ser que Caifás quiso tener esa "deferencia" con su suegro: hacerle partícipe de lo que para él era un honor.
ResponderEliminarDespués de comparecer ante Anás, es llevado ante Caifás para que dictase la condena.
También persiguen juntos después a los discípulos.
Lo que para ellos es honor, se les vuelve después en contra.
Pues no sabría decirte. Lo de María es bueno (la comentarista María, digo).
ResponderEliminarSegún Martín Descalzo, "mientras Anás vivió, para los judíos el sumo sacerdote era él, aunque no ejerciera titularmente el cargo"; y también que " era el verdadero dueño de Israel" y que "había conseguido convertir a su familia en una gran mafia de la que Anás era el "padrino" todooderoso".
ResponderEliminarJilguero
Muchas gracias a todos, incluyendo a Martín Descalzo.
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