En el viaje de tren, Carmen ha sido la estrella rutilante del coche 5, entre una nube de niñas de las más diversas edades que se deshacían en
ohs-qué-mona, vaya ojazos, se-los-come-todo y ays-me-ha-sonreido. Y vaya si sonreía viéndose el centro de la fiesta, el centro y eso que había una chica preadolescente que cómo, ay, le sonreía. Viaje feliz, como pueden ver, y casi corto. Pero ha sido topar con Madrid y ponerse a llorar, como la otra vez. Por la noche, en un aparte discreto, le he susurrado al oído un pequeño detalle: "Mira, Carmen, mi vida, recuerda que tú no vienes a casa de tu suegra, sino de tu abuelita".
Me mondo. ¡Ay de ti como te lea la abuelita!
ResponderEliminarLas verdades de la vida hay que contárselas a los niños cuanto antes.
ResponderEliminarEl día de Nochebuena no tenías que ser tan malo.
ResponderEliminar¡Feliz Navidad!
Carlos dijo:
ResponderEliminarBuenísimo.
Ja ja ja ... genial¡¡¡¡
ResponderEliminarMuy feliz Navidad con abuelitas, que no suegras¡¡¡¡
Me muero de risa. Anda que no le sacas partido tu a la suegra, quiero decir a la abuelita. Feliz Navidad
ResponderEliminar¡Feliz Navidad!
ResponderEliminarBesitos a Carmen y a su abuelita, de mi parte.
Enrique, has sido tú el que ha comenzado con las maldades: yo te propongo que titules de nuevo la entrada: Carmencita, la abuelita y el bloggo feroz.
ResponderEliminar¡Feliz Navidad a toda la familia!
Qué buena maldad (toma oxímoron).
ResponderEliminarFeliz y Santa Navidad.
:`(
ResponderEliminar¿Por que llora Carmen?
¿Extraña su casa?