jueves, 19 de mayo de 2011

Valiente sastre


Me informa mi mujer de que un tal Karl Lagerfeld ha puesto sus condiciones para diseñar el traje de bodas de Alberto de Mónaco. El príncipe tiene que adelgazar. Sospecho: ¿será una indirecta de mi señora? Pero no. Esta vez lo gordo de la anécdota es la asombrosa inversión de valores que vivimos en todos los órdenes o, más bien, desórdenes. Hace nada cualquier sastre hubiese sido feliz de diseñar para una testa coronada, aunque fuese de un principado casi de juguete, como Mónaco, pero hoy se permiten poner reparos y requisitos. Los sastres de los cuentos podrían ser o valientes o sinvergüenzas, como los del traje del Emperador, pero guardaban al menos las formas. 

4 comentarios:

  1. Anónimo11:33 a. m.

    JE,JE...Tiene mucha gracia.Ya que gordo usaría más tela...de todas formas... no veo el negocio claro...
    Pagan a ese "modisto".O ¿solo por la publicidad ya se da por satisfecho?.
    Usted lo ha resumido muy bien."Valiente sastre"."Desastre" lo llamaría yo.Bittersweet.

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  2. Es una medida lógica, Enrique. Parte del encanto de esos diseñadores es que te hacen guapo si te visten. Pero si la gente ve a Alberto de Mónaco (o en su día, entre nosotros, a Belén Esteban) vestidos y feos, la vinculación entre la marca y la elegancia queda rota.

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  3. ¿Pero a quién se le ocurre encargarle un chaqué, supongo que se casará de chaqué, al costurero de Chanel?

    Es una extravagancia incomprensible, es como si su futura mujer se hubiese encargado el traje de novia en Saville Row.

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  4. Quizá porque le pagan en publicidad, veo la lógica, Fernando, pero también veo que es aplastante y sintomática, aunque tiene razón T.: en el pecado está la penitencia: ¿quién le manda ir a Chanel, eh? Estos príncipes de hoy tienen lo que se han buscado.

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