domingo, 3 de julio de 2011

Un sueño

“Dormir es un sueño” escribí en Twitter hace unos días a las cinco de la mañana buscando un rinconcito donde llorar. Hoy, en cambio, he podido soñar un rato en la siesta. Un sueño —eso sí— angustioso: la mesa de cristal de mi despacho me había caído encima, aprisionándome, y sobre ella estaba la lámpara, en precario equilibrio. No sé por qué a eso de la lámpara le daba tanta importancia, quizá porque intentaba que al menos algo no se cayese, quizá por un simbolismo que se me escapa. Yo me retorcía y gritaba pidiendo ayuda: “¡Leonor, Leonor, Leonor…!”, fuerte, débil, dolorido, quejumbroso, enfadado... Pero todo era para nada. A lo lejos se oía a Leonor afanada en atender a Enrique, y a Carmen, sus risas y sus llantos —todo exige atención—. Y nada más. Me he despertado contento. Y no tanto por no tener encima el grueso cristal aplastante, sino por descubrir que al menos estoy por encima de mi subconsciente, egoísta, agobiado, llorón y celoso.  Ha sido una inyección de moral para mi súper-yo.  Un sueño reparador, que se dice.

2 comentarios:

  1. Sabrosísima pipa esta, que uno, ni mucho menos por aquello del "mal de muchos, consuelo de tontos" saborea con verdadera solidaridad.

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  2. Anónimo12:46 a. m.

    También debemos mejorar el subconsciente, he leído. Supongo que actuando enérgicamente sobre nuestra parte consciente.
    Jilguero.

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