domingo, 23 de octubre de 2011

Salud, dinero y amor


De la popular triada feliz, la salud, efectivamente, se valora cuando se pierde. Basta que se tambalee un poco: un catarro, y ya se da cuenta uno de cuanto tenía. El amor –pienso entre mis toses y escalofríos– se valora al revés: cuando se tiene. Hasta en eso es misericordioso el amor. Quien no lo siente, no sabe lo que se pierde. Y para redondear la triada, el dinero, con ser el menos prestigioso de los tres, es el que más se deja querer: cuando se tiene, se siente su peso (poderoso caballero, etc.) y cuando no se tiene, se padece su necesidad. Sólo cede ante la mala salud y ante el amor vibrante: “Contigo pan y cebolla”. ¿Y ante la santidad? Eso estoy diciendo: ante el amor vibrante. 

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