martes, 17 de enero de 2012

Carlos Pujol, in memoriam



Son muchos los libros que uno le debe a Carlos Pujol, muchos suyos-suyos y muchos suyos-traducidos, todos suyos; y la primera reseña a un libro mío que nadie hizo, la hizo él, y eso no se olvida, a Haz de luz en ABC Cultural, nada menos, y luego votó como uno de los mejores libros de ese año Ardua mediocritas. En sus cartas, era tan cariñoso como exigente y no sé qué agradecerle más. Con el tiempo le alegró, me dijo en la penúltima carta que me escribió. En la última me mandó su libro de oraciones, qué maravilla para una carta final. Su Casa de los santos puede ser uno de los diez libros que más he leído en mi vida, una vuelta cada año, y el que más he regalado. Pero hoy quiero traer aquí algunos de sus aforismos literarios, porque me recuerdan al maestro que en todo fue siempre: 
En literatura las buenas ideas se reconocen enseguida: tienen ya como trazado su cauce de palabras, y son alegres y sorprendentes. 
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Leer es el estímulo, el material y el aprendizaje del escribir, pero acaba por convertirse en su rival. 
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Consejo de Jean Cocteau: “no incurrir en pleonasmos, no hacer poesía poética”.
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La palabra es música significativa.

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La prosa es más difícil, pero el verso vale más. 

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Muchos entienden la poesía como un proceso de evaporización, palabras hechas humo, cuando es un proceso de cristalización, palabras hechas diamante. 
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 Escribir como tarea primordial y superflua. 
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Enseñar un borrador es como exhibirse en paños menores.

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No hay que escribir para ser alguien; si no se es alguien, mejor que no se escriba. 

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Si nuestros universitarios terminasen sus carreras sabiendo leer y escribir dignamente, ya podríamos darnos por satisfechos; todo lo demás se daría por añadidura, se encuentra en los libros.. que hay que saber leer y escribir.
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Críticos. Prescindir de ellos -de nosotros- no sería ninguna catástrofe.

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La literatura de verdad sale de lo incomprensible.

8 comentarios:

  1. ¿Ha muerto? Bueno, no puedo decir que lo conozca, pero llevo dos semanas entrando a la web de la Biblioteca de la Universidad, esperando a que por fin
    cataloguen "El corazón de Dios" para poder sacarlo (esa insistencia nos ha unido). Con sólo el título ya está claro: qué maravilla para una carta final. Y los aforismos son fantásticos, por lo ciertos. Me reafirman en que no es en vano persistir en querer sacar su último libro de la biblioteca. A lo mejor ahora se den un poco más de prisa.

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  2. Un hombre bueno y sabio.
    Ya está cara a cara con la dulce explicación.
    Gracias.

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  3. Guau, son muy buenos. Escribir como tarea primordial y superflua. Primordial y superflua. Carlos Pujol sabía de qué va. Gracias por abrirme esta puerta.

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  4. Por lo visto pidió perdón a los jóvenes de un Instituto por haber escrito un verso duro -y suyo- que hablaba de "el esplendor inútil de la juventud". Supongo que era un modo amable y bienhumorado de subrayar un verso que solamente un joven puede puede disfrutar sin melancolía.

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  5. Tampoco sabía que hubiera muerto. Descanse en Paz. Ahora recuerdo que me devolvió, comentado, un borrador de libro mío primerizo, y lo único que consigo recordar de sus comentarios es la advertencia de cómo un cierto "pedagogismo" puede ser letal en la voz poética. Tenía razón.

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  6. Qué consuelo, Marcela, tus ganas de leerle.

    Sí, CB, se le mezclaban hasta la bondad y la sabiduría y no se podía saber dónde empezaba una y la otra.

    Jesús M., me alegro mucho de que Carlos Pujol te haya traído hasta aquí. Es uno de mis aforismos predilectos (tarea primordial y superflua), pero no habría sabido explicar yo tan bien el acierto, y es que, efectivamente, sabía Pujol de lo que va.

    Je, je, gracias, don Javier. Es muy suya esa petición de disculpas por un verso que solo merece aplausos.

    En aquella primerísima reseña a Haz de luz, tan alentadora, me alertaba de los peligros del ingenio y remataba como don Quijote: "Llaneza, muchacho, y no te encumbres". También tenía razón.

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  7. Me caía estupendamente a través de lo poco que le he leído y lo poco que sé de él. Fue una triste noticia.

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  8. "Una cita con la levedad y la gracia", dice de su obra Andrés Trapiello. Hay que jorobarse, quién supiera escribir.

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