De los maestros me enternece, incluso más que su generosidad, su indefensión. El último mono puede llegar declarándose discípulo suyo, y con el tributo de esa admiración sobrevenida han de cargar ellos. No habría que descartar que sea ese el sentido más auténtico de la célebre frase “Somos enanos en hombros de gigantes”.
Como Castellani o Chesterton (ay) con Juan Manuel de Prada.
ResponderEliminarO escuchar en un homenaje un elogio como éste: "Lo poco que sé se lo debo a él".
ResponderEliminarSe lo oí contar al propio homenajeado entre risas.
Caray, ¡cómo eres! Por mi formación profesional, yo sólo soy un aficionado en ese mundo maravilloso de la literatura, pero me gusta considerarte una de mis referencias, y citarte, claro. Buena parte de lo que sé, y sobre todo el descorazonador conocimiento de lo que no sé, es -en parte- gracias a seguir tus entradas aquí. No sé si esto es ser discípulo o no... Aun así, encantado con mi papel de último mono. BB
ResponderEliminarOh, no pensaba en Juan Manuel de Prada, al que cuesta imaginar trepando a la espalda de nadie, ni siquiera de GKC. Menos en mí, BB, como maestro. Era yo el que me sentía un poco como el último mono aupándome a los hombros de los gigantes.
ResponderEliminarEs muy buena la anécdota, Montse. Ese discípulo, con todo, era bien sincero.