Qué ironía que el juez Baltasar Garzón vaya a deberle a Francisco Franco la pervivencia de su prestigio. Si sólo hubiera tenido la causa de las escuchas, por la que acaba de ser condenado por prevaricación por unanimidad en el Supremo, su paso a la historia hubiese sido muy poco glorioso. Ahora, inaccesibles al desaliento, muchos le siguen jaleando como perseguidor de dictadores y como víctima de su afán de justicia. De ser cierto que iban a por él, se habrían limitado calculadamente al caso de las escuchas ilegales y al de los dineros de Nueva York. Franco, a pesar del acta de defunción, le está echando un cable.
Muy bien visto.
ResponderEliminarParecía que lo de hacer negocio del antifranquismo retardado era cosa de los 70 y 80...
¿Se lo agradecerá?
ResponderEliminarPuede verse de otra manera. La brecha se abrió cuando pretendió de forma absolutamente arbitraria y contumaz abrir una causa general contra el "franquismo", sin competencia alguna para ello y algunos decidieron decir basta, donde todos callaban hasta entonces.
ResponderEliminarFue una espita para que otros perdieran el miedo y empezasen a llover querellas que han tardado demasiado tiempo en llegar.
No creo, por tanto, que tenga nada que agradecerle a Franco, quien, como el Cid, ha ganado una batalla más después de muerto, contribuyendo a retirarle unos honores a quien nunca se hizo acreedor a ellos.
Hoy es un gran día para el Estado de Derecho
Me parece que, juzgado o no por investigar los crímenes del franquismo, Garzón ya hacía mucho que se había ganado su lugar en la Historia combatiendo a corruptos, dictadores, terroristas...
ResponderEliminarLa cosa, José Luis, es que no tenía que combatir a nadie: sólo juzgar.
ResponderEliminarPrecisamente por haber querido juzgar tiene ahora un proceso pendiente, relativo a las víctimas del franquismo. Mi opinión es que, sea cual sea el resultado de ese proceso, esas víctimas, y sus familiares, merecen reparación. Y no por el bando a que pertenecieran (y cuántas veces no pertenecían a ninguno), sino por víctimas. Que lo son, sin duda alguna.
ResponderEliminarLos jueces deberían ser tipos humildes. Deberían limitarse a juzgar pleitos entre vivos. Deberían escuchar con paciencia y bondad al trabajador que ha sido despedido por el empresario y al empresario que lo ha despedido; a la viejecita cuya casa ha sido desvalijada y a los desvalijadores... Si alguien va al juez para decirle que a su bisabuelo lo mataron las tropas napoleónicas y el juez pide un certificado de defunción de Napoleón hay motivos de sobra para pensar que se trata de un juez más puntilloso que humilde y que cree ser el que ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos.
ResponderEliminarHay miles de personas en las cárceles de España que están esperando una revisión de sus sentencias. Cada día que pasa es para ellos una tortura.
Mientras Garzón pedía el certificado de defunción de Franco y cazaba perdices y daba lecciones en USA, los amigos de Garzón hacían negocios y dejaban en España cinco millones de parados.
¿No se decía, desde los tiempos de Elliott Ness, eso de "combatir el crimen"? Pues un juez, un fiscal, un policía... combaten el crimen. Hasta que el crimen los combate a ellos.
ResponderEliminarSaludos cordiales.
Os recuerdo, Gatoflauta y Jose Luis, que se le ha condenado, de momento, por escuchas ilegales.
ResponderEliminarY le queda todavía el cohecho impropio, sabéis:
Querido Emilio:
Un juez juzga y hace ejecutar lo juzgado, en los estados de derecho, vaya. Pero es muy interesante que se traiga a colación a Elliot Ness que es precisamente lo que debió creerse este sujeto...
ResponderEliminarComo abogado, me alegro enormemente que se hayan castigado las escuchas ilegales que ordenó el Sr. Garzón, a sabiendas de su ilegalidad.
Decía Cunqueiro que en cada momento del mundo hay una horda de normandos presta a lanzarse sobre las tierras de dios, es curioso como al hilo de esta sentencia ha aflorado una horda de "demócratas" encantados con que este país se pareciera a la República Democrática Alemana.
Sabía lo que hacía: iba para héroe o para mártir. En todo caso, hay un ansia de protagonismo realmente enfermiza.
ResponderEliminar"Inaccesibles", en efecto. No sé si fue José Antonio el que inventó lo de "inasequibles al desaliento", pero resulta impropio.
Gracias a todos. Parece que en El País han hecho la misma asociación de ideas que nuestro querido José Luis Piquero. O que leen los comentarios a mi blog.
ResponderEliminarLo cortés no quita lo valiente.
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