jueves, 28 de junio de 2012

Nenhum milagre é permitido agora

Ayer traduje este soneto de Mario Quintana (el III de Rua dos Cataventos) y a partir de hoy empiezo a usarlo de oración de ofrecimiento de obras, aunque reconozco que por las mañanas temprano se me acumula últimamente el trabajo por aquí y por allá:


Cuando al alba mis ojos se entreabrían 
se cerraron de nuevo, deslumbrados: 
unos peces vivaces y dorados 
volaban en la luz y en ella huían. 

En las calles brillaban los tejados. 
Las claras mariposas se reían. 
Y en el arcón donde dejé guardados 
mis zapatos, de golpe, florecían.  

¡Y yo casi levito, contagiado! 
Evítame, Señor, ese prodigio... 
Cómo iban las familias a mirarme…  

Cualquier milagro ahora está vedado, 
y de éstas pierdo el poco de prestigio 
que en mi barrio pudiera aún quedarme...


5 comentarios:

  1. ¡Qué bueno! Muchas gracias. ¿Cómo es que no nos damos cuenta cada mañana de verdaderamente florecen los zapatos?

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  2. Y enseguida motivos para que el ofrecimiento de obras se transforme en acción de gracias.

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  3. Me gusta el final irónico y, como se dice técnicamente, anticlimático.

    Elevación ma non troppo, que no tenemos alas, aunque sí zapatos y algunos hasta sandalias.

    Un saludo!

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  4. Esta para acostarse, del magnífico blog de Marcela Duque (http://elduquedecamelot.blogspot.com.es/):
    ORACION DEL NIÑO AL ACOSTARSE

    Dame, ¡oh Dios! tu bendición
    Antes de entregarme al sueño,
    y de todos los que yo amo
    Cuida tú mientras yo duermo.
    Por mi madre, por mi padre,
    Por mis hermanos te ruego,
    Que los guardes largos años
    En salud, fuerza y contento.
    Dales consuelo a los tristes,
    Y remedio a los enfermos,
    Y pan al menesteroso,
    Y al huérfano amparo y techo.
    Que te bendigamos todos
    Por tánto que te debemos,
    Y que al dormir el sueño último,
    Despertemos en tu seno.

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  5. Belíssima tradução, o nosso Anjo Malaquias com certeza agradeceria. Grande abraço e vida longa.

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