No estoy por la labor de que me señalen a los que no recaudan IVA para el Gobierno como mis enemigos mortales. A mis enemigos los escojo yo, o me escogen a mí, pero sin intermediarios (que se quedan con la pasta.)
Y de paso, un aviso contable a navegantes.
Con todo, en la cena de anoche con unos amigos, comprobé que mis tesis son todo menos indiscutibles.
[La errata del título no es mía, como se demuestra luego en el texto. El corrector de Joly la tiene especialmente tomada con mis títulos. Antes era sólo con mis puntos y aparte.]
Rerproduzco aquí el comentario que acabo de dejar en el foro de la noticia; no es la primera vez que hago alguno y luego no se publica.
ResponderEliminar"Acabar con el fraude fiscal no es proceder "contra el prójimo", sino a favor de la justicia. Pero es importante señalar algo que aquí, a mi parecer, se pasa por alto: el verdadero fraude fiscal, el que habría que perseguir antes que nada y por todos los medios, no es el de la economía sumergida, sino el de las grandes fortunas, la casta de los privilegiados y los paraísos fiscales. Y de eso, de perseguir ese fraude, veo yo muy poquitas ganas. ¿Será porque quienes tendrían que hacerlo forman también parte de esa casta?"
El dilema moral es análogo al del estudiante que copia o que se vale de radiorreceptores para bordar un examen. No es justo lo que hace, pero repugna la denuncia; al menos cuando la chuleta es un simple recordatorio de los asuntos que hay que desarrollar.
ResponderEliminarJilguero.