Io sono un poeta o sono un imbecile
La duda es de Stecchetti, pero creo que pone el dedo en la llaga, y lo hinca. Al poeta sólo la poesía le puede salvar. ¡Si no, ay! Normalmente, rodeado de amor, de amigos, de rutinas deliciosas, no me doy tanta cuenta del peligro. Pero basta darse una vuelta por Madrid, para verlo (verse) clarísimo. Nada más que por eso vale la pena el viaje.
No quiero que suene dramático, eh. Siempre nos quedará la misericordia.
Suscribo, y me alegra saber que estás de vuelta en casa. Nada como viajar para el nosce te ipsum. Por cierto, no sé si falta una "n" en el título...
ResponderEliminarTienes toda la razón, en lo de la n que ponngo y en lo del nosce te ipsum. Lo inquietante —pienso ahora— es si no me gustará viajar precisamente por eso, para huir del autoconocimiento. La inmovilidad como huida. Huy, peligro, peligro.
ResponderEliminarY gracias.
En realidad yo diría que en el título sobran las dos enes (io sono, tu sei, etc. xD). Sonno es sueño (y además de sleep, no de dream). También a Stecchetti le faltaría una c, però questo sarebbe magari troppo pignolo...
ResponderEliminarEs curioso, ¿verdad? Uno se conoce a sí mismo en los demás, saliendo de sí mismo. Y comprendo que Madrid a veces asusta. Por otra parte no te preocupes, creo que estás lejos de ser un imbécil.
Gracias, Miguel. Paso tus amables correcciones, y autorizadas.
ResponderEliminarSí que es curioso y sí que Madrid asusta. Recuerdo que san Josemaría Escrivá de Balaguer habla de un viaje a Londres que le produjo una impresión parecida. Lo describe muy bien. A mí, como soy más pequeñito, me pasa con Madrid.
Y gracias, te cuento entre mis amigos y mis felices costumbres.
Conocerse a uno mismo -en los demás, en Madrid, en Sebastopol- es una chorrada, y es mentira que Sócrates lo recomendara, y Heráclito sólo lo dice para ridiculizar el afán científico. Nadie que haya "salido de sí mismo" ha sentido jamás la menor tentación de mirarse desde fuera. Y viajar es otra memez, pero diría que no tan grave como esa cosa de conocerse a uno mismo. Huir de estas dos estupideces tan promovidas quedándose en casa es lo mejor.
ResponderEliminarYo, con todos mis respetos por Madrid, prefiero aquello de "Murcia, pero El Puerto de Santa María".
ResponderEliminarVivo en Madrid. Y escribo, leída esta entrada, sólo para preguntar (por simple curiosidad), por qué se da uno cuenta especialmente aquí de lo de que "sono un poeta o sono un imbecile". Yo personalmente creo que a) la alternativa es falsa; se puede ser muchísimas otras cosas, intermedias o distintas. b) en la medida (limitadísima y del todo personal, a mi entender) en que pueda ser verdadera, no veo que en Madrid sea más fácil darse cuenta de ello que en Sebastopol o en mitad del campo (o en la propia casa). Respecto a lo que dice BV, no comprendo bien qué tiene contra el "nosce te ipsum", que a mí personalmente me parece un consejo nada desdeñable. Pongo aquí enlace a lo que al respecto se dice en la wikipedia; es poco, pero tiene su puntito. http://es.wikipedia.org/wiki/Con%C3%B3cete_a_ti_mismo
ResponderEliminarYo más bien apoyaría lo que dice Unamuno, en el verso con que cierra el poema "Mi secreto": "conócete, mortal, mas no del todo". Aunque también pienso que esa posibilidad, la de "conocerse del todo", es puramente teórica; no creo que nadie corra de veras ese riesgo. Y si alguien cree correrlo, yo diría que muestra, sólo con ello, lo poquito que se conoce.
Si yo viviera en Madrid, efectivamente, no tendría esa sensación de extrañamiento y pequeñez, intensificada por la cercanía del poder, el dinero, la gloria, la universidad, etc. Entonces quizá tendría que ir a Nueva York para sentirla, lo que no dejaría de ser un fastidio más caro.
ResponderEliminarMire, Anónimo madrileño, si será absurdo lo de conocerse a uno mismo, que es propiamente usted quien viene a advertir de lo poco que se conoce aquel que crea conocerse a sí mismo. ¿Certifica usted el grado de autoconocimiento de las personas? ¿A tanto llega su presunción? ¿Para qué me voy a conocer a mí mismo si ya lo puede hacer usted por mí?
ResponderEliminarDicho esto, no se preocupe, que en facebook hay un grupo que se llama "conócete a ti mismo" y a 1.183.093 personas les gusta. Vamos, que Unamuno y usted no están solos.
Y efectivamente, tambien hay mucha gente encantada de haberse conocido.
(También vivo en Madrid: un erial donde sólo hay pisos vacíos y maricones modernetes a punta pala; la única perplejidad que me produce es que si esto -en tesis de los lechones liberales- es lo que mejor está, cómo cojones estará de mal el resto).
Ay, ay, ay, BV, que te la estás buscando. Después de tantos dimes y diretes, ¿no reconoces al anónimo madrileño, tu viejo sparring?
ResponderEliminarUn poco de miedo si que da la frase, Enrique.
ResponderEliminarComprendo perfectamente que por comparación cuando uno se "choca" con otro ambiente, compare y perciba de otra manera su propia realidad.
Tengo que reconocer que los comentarios de BV, que suele tener más razón que un santo, me encantan, le echa una cara al asunto que ya quisieran muchos. Comprendo que de la frasecita de marras y todo eso del autoconocimiento, esté uno hasta el gorro, con tanta yoga y pseudofilosofías esotéricas, pero no le vendría mal a más de uno hacer un buen retiro espiritual...
Y en cuanto a lo de viajar, también sé que está sobrevalorado, pero para mi la experiencia de conocer en vivo determinadas maravillas de la cultura creo que me harían embarcarme, hasta, hasta, que diría yo, incluso en un crucero.
Si se puede, quédate el paquete completo. Ser un poeta imbécil debe de ser el colmo de la felicidad.
ResponderEliminarNo sé bien por dónde va lo del sparring; viejo, por lo menos, creo que no soy. En todo caso, en el erial que dice BV yo conozco muchos pisos que no están vacíos (por ejemplo el mío, y supongo que el suyo también), muchas personas que no veo yo que sean "maricones modernetes" (no lo será, supongo, el mismo BV, aunque viva en Madrid), y muchas cosas que yo no incluiría en el erial que dice (pongamos sin ir más lejos el Museo del Prado, la "roca española" que decía Ramón Gaya). Pero en fin: su visión, además de apocalíptica, es bien triste; lo siento por él, si no es capaz de ver en Madrid más ni otra cosa de lo que dice. Yo le certifico que hay muchísimas, y que si no las ve el problema no está en Madrid, sino en él mismo.
ResponderEliminarQuerido Anónimo madrileño, no se le ocultará, mediante una lectura menos apegada a la literalidad de mi anterior comentario, que no pretendía ser exhaustivo en la enumeración de elementos madrileños: hay muchos más horrores. En concreto, conviven en los edificios semivacios del centro -junto con los maricones modernetes- las viejas chuchumecas: en buena medida responsables de que la bajada del precio del alquiler haya sido -en un lustro de crisis inmobiliaria- meramente testimonial. Van acompañadas de jóvenes andinas. Saben actualizar sus rentas con el IPC mentalmente. Al confesor le dejarán un legadito.
ResponderEliminarClaro que también cabe una visión alegre de Madrid, pero no coincide con la que se nos vende.
Haremos lo que podamos, CB.
ResponderEliminarAl igual que Anónimo, veo otras muchas cosas en Madrid, aparte de pisos vacíos y homosexuales, que los hay en toda España.
ResponderEliminarNo me gustan los comentarios de BV, ni sus descalificaciones.
A ver si pronto acata el Silencio que le acecha.
QUIMICO
http://museosorolla.mcu.es/
ResponderEliminaruna maravilla de la ciudad,
jardin escondido que nos llevamos
hasta el retiro y la casa de campo,
pasando por el jardin del principe
de anglona ~hay una luz y un cielo,
donde sonrie mas de un angel, que invitan al viaje y a retornar siempre
a madrid :)
El Museo Sorolla me gusta muchísimo, sí, señor. Ese ámbito, que es a la vez un lugar de arte, un baluarte de silencio y, sobre todo, un hogar de una familia es un ideal. Y qué cuadro el de la esposa tras tener a su hijo.
ResponderEliminarNunca mejor dicho ese cuadro. En Madrid conocí a mi mujer y en Madrid nació mi hija.
ResponderEliminarQUIMICO
Gracias, Químico. En Madrid nace gente y la gente se conoce. Quizá su problema es que se habla mal de una ciudad o se habla de un cuadro y usted lo recibe el mensaje demasiado personalmente. Y hay más cosas de las que yo he señalado (vuelvo a repetir). Y usted y el otro anónimo las ven, nos dicen: ven muy bien pero entienden muy mal.
ResponderEliminarPero bueno, me alegro de haber destado esta reivindicación tan local-cultural, no fuéramos a pensar que energúmenos de este tipo sólo los hay en Barcelona o por ahí.
Gracias por lo de energúmeno. Reconozco mi incapacidad para comprender por qué BV es tan radicalmente incapaz de decir dos palabras seguidas, a cualquiera que no coincida del todo con él, sin incurrir en el lenguaje -llamémosle "fuerte". ¿Será una enfermedad? Con semejante, y grave, limitación de la capacidad de convivir, no me extraña nada que vea la realidad tal como la ve: quien no está con él está contra él, podríamos decir, y eso le convierte automáticamente en todo lo malo que pueda imaginarse, y hasta un poquito más que ni imaginarse puede. Pues vaya.
ResponderEliminar¿Lo ve? ¿Por qué perder el tiempo en conocerme si ya hace usted el esfuerzo?
ResponderEliminarLo de energúmeno era por Químico. Tampoco crea que se convierte usted "en todo lo malo que pueda imaginarse". No se engañe: es usted el coñazo melifluo de siempre, nada más.
(A esto lo puede llamar lenguaje fuerte. A continuación, acuérdese de alguno de esos personajes con los que se nos manifiesta en otras ocasiones, y haga el ejercicio de imaginar en qué cielo habrían puesto esos personajes el grito si alguien -algún fundamentalista dogmático- se hubiera preguntado retóricamente por su enfermedad)
En Madrid también hay, por ejemplo, pseudoburgueses que se creen que por no coger el Metro y tomar tortitas con chocolate en el Vips de Ortega y Gasset están en condiciones de dogmatizar contra la Seguridad Social. Pero también hay un magnífico bar con jazz en directo, el parque de la Fuente del Berro y la plaza de Sta. Bárbara que lo compensan casi todo. Realmente lo mejor para apreciar Madrid es vivir fuera un tiempo, y eso ya enlaza con el coñazo del "conócete...", etc.
ResponderEliminarPersonalmente el "lenguaje fuerte" no me molesta, también forma parte de Madrid (además del chocolate espeso).
En fin, gracias por la atención. Me estoy planteando seriamente el firmar en adelante, si alguna vez vuelvo a dejarme caer por aquí, como "Coñazo Melifluo", en vista de que el amigo BV, de tan preciso como significativo y sugerente lenguaje, me identifica mejor así. O quién sabe si abreviarlo a CM, como hace él mismo con sus Barbaridades Varias. Por lo demás, puede BV preguntarse si lo desea, retóricamente o no, por mis propias enfermedades: son unas cuantas (ninguna grave, afortunadamente), que uno ya va teniendo sus añitos. Quizá cuando el mismo BV los tenga se asombre y duela del muy cafre personaje que ahora le gusta representar; o quizá no, que hay gustos para todo. Ciertamente, es asombrosa su seguridad para tan poco como sabe, o tanto como no sabe; y hay que reconocerle que ni siquiera es Seguridad Social, sino bastante antisocial. Pero en fin, cada uno se divierte como puede, o sabe, o le dejan.
ResponderEliminarMe gusta mucho lo Barbaridades Varias. También se me ocurre "Bajo vientre".
ResponderEliminarNo se preocupe por cómo hacérseme más reconocible. Usted es inconfundible: su capacidad para subrayar lo obvio ("hay más alternativas entre poeta e imbécil"; "hay más cosas en Madrid que pisos vacíos y maricas" -aquí comparte obviedad con Químico-); sus volutas discursivas y apostillas superfluas ("el que crea correr el riesgo [de conocerse a sí mismo totalmente] demuestra lo poquito que se conoce", aportación inmortal al pensamiento, deberían haberlo añadido al frontispicio del templo de Apolo, aunque no creo que hubiera cabido); y, en fin, su sostenido y tenaz esfuerzo por no querer entender, no sea que no fuera a tener nada sobre lo que discutir vanamente.
Peor es, a pesar de los añitos, revestirse del buenecito, tolerante y muy sociable personaje, modelo de convicencia donde los haya , que el anónimo se cree que representa (la afición al comentario malicioso y al patadón sibilino corre por cuenta de alguno de esos seudónimos desechables con los que juega), y no darse cuenta de que ni convence el personaje ni mucho menos el que va debajo. Que se le ve el plumero en cuanto que abre la boca, vamos.
ResponderEliminarSus órdenes, mi sargento. Lo que usté mande. Entenderemos, a partir de ahora, que lo que usté diga va a misa. Sus Brillantes Verdades son del todo indiscutibles, y así tiene que ser. Oigo y obedezco, faltaría más.
ResponderEliminarMadre mía, que se nos pone marcial...
ResponderEliminar