Hay otro motivo para no angustiarse: para apreciar la belleza es imprescindible la fealdad. Si en años sucesivos SS. MM. van alternando muñecas feas y guapas harían un enorme servicio a la educación estética de Carmen. E incluso a la sentimental, que es posible que llegue a tenerle más cariño a la menos agraciada. Jilguero
E incluso puede, Jilguero, que la niña juegue a secas con la muñeca-orco y no aprenda nada (ni estético ni sentimental) de nada. No todo tiene que ser "educativo" siempre, coño.
Posiblemente,BV, y dicho sea sin ánimo de polémica ni de sentar cátedra, los juegos educativos ni son juegos ni educan; son los juegos a secas los que cumplen esas dos funciones. Jilguero.
Hay otro motivo para no angustiarse: para apreciar la belleza es imprescindible la fealdad. Si en años sucesivos SS. MM. van alternando muñecas feas y guapas harían un enorme servicio a la educación estética de Carmen. E incluso a la sentimental, que es posible que llegue a tenerle más cariño a la menos agraciada.
ResponderEliminarJilguero
E incluso puede, Jilguero, que la niña juegue a secas con la muñeca-orco y no aprenda nada (ni estético ni sentimental) de nada.
ResponderEliminarNo todo tiene que ser "educativo" siempre, coño.
Posiblemente,BV, y dicho sea sin ánimo de polémica ni de sentar cátedra, los juegos educativos ni son juegos ni educan; son los juegos a secas los que cumplen esas dos funciones.
ResponderEliminarJilguero.
Oh, espadas, mi totem. Quién pudiera tener un lugar para coleccionarlas.
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