En la complaciente adolescencia llegué a pensar que mi rey era Baltasar por antirracismo, ¡qué disparate! Luego, hasta anteayer, creí que era un privilegio de primogénito. Siendo también el rey mago de mi padre, yo lo había heredado.
Y así estaba yo, convenciendo durante la cabalgata a Carmen de que su rey favorito era Baltasar. Ella, más práctica, me decía: "No, son los tres", dándome una lección, de paso.
Y allí, de pronto, viendo llegar e irse a la comitiva, la comprensión. Baltasar es mi rey porque es el último. Siendo un alma la mía con motor diésel, tardo muchísimo en coger velocidad de crucero. Por eso, el punto álgido de mi Navidad, es la Epifanía y, dentro de ella, el rey que cierra la cosa. También en Semana Santa, aunque yo procesiono en frío, el Domingo de Ramos, en la Amargura, mi devoción llega a máximos en la Veracruz, el Viernes Santo. Mi mes favorito de verano es, por supuesto, septiembre.
Y por el mismo motivo, mi mejor amor es el último, que es Leonor.
Tu rey no era Baltasar al principio, era otro, pero lo tenías tan negro al pobre... que al final... Baltasar se quedó. j
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