lunes, 28 de enero de 2013

Perucho es mucho


Iba leyendo sin demasiada emoción el libro de Juan Perucho El duque de Portland sale a la calle (Pamiela, Pamplona, 1988). Las postales culturalistas me dejan doblemente indiferente: por postales y por culturalistas. Sin embargo, el poema en prosa "El país de la fábula" me entusiasmó. No sé si podrá leerlo todo el mundo con el mismo estremecimiento, porque creo que tiene uno que sentir que allí es donde le gustaría habitar:


EL PAÍS DE LA FÁBULA 
I- Paisaje 
Hay colinas soleadas con bosques que el viento acaricia suavemente y con ruiseñores entre las ramas. Ríos de agua plateada donde poder bañarse. Los animales, parlantes. 

II- Clima
 
Es preferible una larga primavera, aunque con súbitas y cortas irrupciones de frío y calor para no encontrar a faltar demasiado el invierno y el verano. 

III- Lengua
 
Son diversas, y con precisas y enjoyadas etimologías. Las lenguas se usan según conveniencia de cada caso y según el vestido que se lleva puesto. 

IV- Etnia de los habitantes
 
Aparecen como gente no demasiado rara, pero con la continua asistencia de gnomos, moros y elfos. A veces, un personaje podría ser simplemente un aire estremecido y perfumado. 

V- Pesos y medidas
 
Es un hecho totalmente indiferente. 

VI- Religión
 
Impera la católica, apostólica y romana, pero con un gran sentido del misterio y de lo sobrenatural, y con una liturgia muy erudita y, naturalmente, en latín. 

VII- Las ciudades
 
Son amables para el forastero, y con un trazado de calles sorprendente y cambiante.  
VIII- Gobierno 
Los cargos honoríficos y acatados con reverencia.  
IX- Las fuentes de energía 
Totalmente mágicas. 

X- Mobiliario
Está al cuidado de las damas, las cuales son bellas, femeninas y especialmente aptas para el amor cortés. 
 

XI- Indumentaria
 
Se tiene un gran sentido de la dignidad y de la elegancia. Perfumes quintaesenciados y eróticos.  

XII- Monumentos
 
Son extraordinarios.  

XIII- Diversiones públicas
 
Fiestas que recuerdan los Carnavales Venecianos. Lujo y belleza. Candelabros. Espejos sin fondo. Máscaras y músicas rumoreantes. La gente iría a estas fiestas como en un sueño. 

Yo me apunto. Y cuando ya creía que el libro me había dado con creces lo que había ido a pedirle, me di con el poema "Requiem aeternam dona eis, Domine". Me hizo recordar con intensidad el sentimiento que tuve en la iglesia de La Puebla de don Fadrique, lugar de mi abuelo paterno y su familia, que abandonó de niño. Hace pocos años lo visité y fue una ocasión extrañamente emocionante, sobre todo en la iglesia, que pensé inefable. Anoche  Perucho la describía a la perfección:
[…] 
Miro la eclesiástica 
estructura de la nave 
y el pequeño confesionario 
traspasado por extintas 
voces de la familia. 
Me apoyo en silencio 
en un arco de la iglesia.

Talmente fue así.

7 comentarios:

  1. Yo me apunto pero en esas fiestas me iré de retiro.

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  2. Sí, las fiestas son siempre el punto flaco, qué tentador acompañarte... aunque esos candelabros y músicas rumoreantes.

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  3. Y que no falte el áurea picuda, que describe en las Historias Naturales, y su canto "perfecto, armónica y melódicamente inaudible".


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  4. Como te decía en google +, no me borro de la lista por la fiesta en sí, sino por el modelo propuesto. Creo que lujo y fiesta en la misma frase es un oxímoron.

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  5. ignacio p.9:32 p. m.

    Curioso, recuerdo que me gustó ese mismo poema, El país de la fábula. Siempre me pregunté el porqué del título del libro, hasta que hace poco descubrí que el Duque de Portland real fue un excéntrico que vivió durante años y años recluido en su casa, laberinto soterráneo incluido.

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  6. Una joya de Perucho: "Libro de caballerías".
    Recomendable en grado superlativo.

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  7. Acabo de morder el anzuelo, Nylon. ¡Ya me lo he comprado! Muchas gracias.

    Y no es nada curioso, querido Ignacio P. Es la joya del libro. Gracias por la anécdota Portland. Qué envidia, recluido en su casa, quién pudiera.

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