martes, 5 de febrero de 2013

La imposible competencia



No son ya los perros quienes corren a la puerta a recibir a Leonor, aunque siga yendo Pukka sola, ay. Hoy la competencia es imposible, porque van los niños, muy contentos, gritando: "¡Mamááááá!", que es grito insuperable. Aquí, sobre todo, Enrique es imbatible, porque tiene un andar potente y tambaleante que estremece de peligro y de ternura, y media lengua muy suelta. A mí no me cuesta tanto levantarme del sillón, ni mucho menos, aunque no puntúa, porque es para asistir al espectáculo. 

4 comentarios:

  1. Anónimo8:54 a. m.

    Pasado el recibimiento entusiasmado inicial, seguro que puntúa.
    ¿En qué momento perderemos esa capacidad de entusiasmo de la infancia y, sobretodo, por qué?

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  2. Anónimo1:09 p. m.

    Mi hija pequeña me dice con una sonrisa luminosa que me quiere más que yo a ella. Le digo que eso es imposible porque soy su padre, y que lo entenderá cuando sea mayor. Entonces resuelve la cuestión con un "las chicas queremos con más sentimientos" y ya no sé qué decir ni cómo devolver ese regalo.

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  3. ¡Oh, Carbón! Se me ha encogido el alma.

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  4. ¡Oh, Carbón! Se me ha encogido el alma.

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