Yo a Ramón Eder lo dispensaba en farmacias, tanto bien hacen sus píldoras. Una nueva presentación de aforismos suyos acaba de llegar a mis manos y ya estoy metabolizándolos: El cuaderno francés (Huacanamo, Barcelona, 2012). Dice: "De cómo se cuente uno a sí mismo su propia vida depende en gran medida la calidad de esa vida", y justifica los blogs y los diarios de un plumazo. Sostiene que "Entre la torre de marfil y el circo mediático un escritor debe encontrar un lugar digno" y me sostiene en la búsqueda. Me sonroja: "Hacer listas de buenos propósitos es una manera admirable de perder el tiempo". Exploto en un aplauso: "Característico de una época explosiva es el fragmento". Y en una carcajada: "Uno de esos a los que ni el Amazonas les parece tan grande, ni las pirámides de Egipto tan altas". Y en otra: "—¡Dame una segunda oportunidad!. —¡Pero si no te he dado ni la primera!". Y en otra: "Si sale con barba, San Antón, y, si no, una novela de autoficción". Aunque también hay sonrisas: "Genialidades aparte, aquel libro no tenía otro interés". Y dolores: "La siniestra sonrisa del que se alegra de que alguien pierda lo que él ya perdió". E intensas emociones: "No deja de ser notable la cantidad de regalos que nos han hecho en la vida" o "La alegría nos permite ver el mundo como en debería ser" o "A los fantasmas sólo se les puede vencer con la sonrisa". "No habría que olvidar que los pedantes están conjurados para alabarse los unos a los otros", advierte y me pregunto: ¿Estoy yo conjurado para alabar a Eder?. Aunque él pedante claro que no es: "Intentaba ser un hombre serio, pero la alegría se lo impedía".
Y todo esto porque anoche terminé En lugar seguro de Wallace Stegner y si no llega a darme la herramienta crítica R. E. no hubiese sabido qué pensar. "Los escritores que plantean la duda de si son buenos o muy buenos merecen un lugar destacado en nuestra biblioteca". Eso es.
Gracias por el descubrimiento. (otro más).
ResponderEliminarEs muy bueno. (Que peñazo esa gente que no se admiran ni ante ls pirámides)
Pero esto ¿no era labor del barbero del Rey de Suecia? Se va a poner celoso.
ResponderEliminarGracias por las pildoritas. Cuelga más, hombre.
A propósito de las pirámides y el Amazonas, recuerdo haber oído que tan cateto es admirarse de todo como de nada.
ResponderEliminarJilguero.
Yo nunca he visto las pirámides de Egito pero creo que son más grandes que mi nariz.
ResponderEliminarRectifico mi anterior comentario, el tercero: hay que asombrarse de todo
ResponderEliminarJilguero