El ocio es el oxígeno del oficio, advertía Ángel Crespo, sabiendo que la pasión por el trabajo puede acabar asfixiando y dejándonos exánimes. Para trabajar mejor hace falta no trabajar mucho. Yo estoy de acuerdo, pero ahora vengo a la búsqueda de un tertium genus o, mejor dicho, de la palabra que lo defina, que el estado bien que lo estoy sufriendo. Se trata de cuando uno se sienta a trabajar y la voluntad y el horario cumplen su parte escrupulosamente, pero no se avanza nada, ausentes la mente y la ilusión. No es trabajo, pero es mucho menos todavía ocio. Estoy convencido de que esos momentos también son necesarios, algo así como el dióxido de carbono del oficio, pero qué irrespirables resultan.
Sin resultados, ¿no se aprende? El trabajo desolado es la ascesis de la inteligencia.
ResponderEliminarA menudo los comentarios son lo mejor del blogg; sin duda, hoy. Me lo apunto: el ocio, el oficio y la ascesis. Muchas gracias.
ResponderEliminarEl post-it de Enrique es bueno; con esa chincheta que le ha clavado encima Cavalcanti, impagable. Gracias a los dos.
ResponderEliminar¡El "post-it"! Lo has clavado, tú. Con la chincheta de C. ya no se nos despega, eh.
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