La lectura no implica necesariamente una identificación, aunque es uno de sus ingredientes. Yo, con ningún otro autor, me siento tan asomado a un espejo que frente a Pla, si me permiten la vanidad. No sé si será por mis gotas de sangre levantina, por el trato asiduo desde hace años, que me ha ido configurando, por la sugestión de su prosa o porque sí o porque todo junto un poco; pero para dibujar mi autorretrato no escribiría ni una sola línea, recortaría éstas, tan asombrosamente exactas, de Pla:
Mi obra no es perentoriamente más que una suma de hojas de un diario vastísimo.
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Tengo una tendencia invencible a desconfiar de los que son demasiado artistas.
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Un pobre que no cree en milagros es no solamente cien veces más pobre de lo que realmente es sino que, por añadidura, es un pobre equivocado.
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No he tratado nunca de cultivar mi memoria para aplicarla a la demostración de la indignidad humana.
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Para vivir bien en un pueblo hay que saber pasear.
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Mientras sea un extraño, puedo convivir perfectamente con la persona más contraria a mi manera de pensar.
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Mi pasión por escribir es vivísima. No pienso en nada más.
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La historia, lo que la gente llama historia, me gusta, sobre todo, leerla en la cama.
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Puesto a elegir entre la conversación y la libertad --la libertad solitaria-- me quedaría, siempre, con la libertad.
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Me gusta la música mala. El baile me atrae, me deprime, me deslumbra, me hace sentir la timidez que me domina como un dolor físico.
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"Mañana será otro día" me ha hecho, a veces, temblar.
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Al llegar a casa, continúo la lectura de Joubert. La encuentro infinitamente agradable.
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Ponerse un trozo de hielo en la boca --o verlo hacer-- me da la sensación física de estupidez.
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¿Qué significa el que, cuando tengo una cosa que me preocupa y la escribo, la preocupación, en gran parte y al menos momentáneamente, se me va?
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Tengo grandes dudas sobre mi moralidad intrínseca.
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A mí no me han gustado nunca los tipos extraños, extravagantes, bohemios, genialoides o misteriosos. Para misterios ya hay bastante con los que se presentan a cada momento. Son tipos que me cansan.
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¿Quiere usted hacer feliz a la gente? ¡Pague!
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El hecho de que la sociedad tenga un fondo granítico incapaz de dejarse influir por las cosas pasajeras, por los fuegos quemados, por la fugacidad cambiante y huidiza dela superficie, creo que es un gran bien.
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Se han vuelto un poco tontos, hecho perfectamente compatible con ganar dinero.
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¿Le parece a usted algo más hermoso que una vid bien cultivada y podada en la época de su floración, en el momento de su esplendor vegetal?
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La franqueza es síntoma de normalidad vital y de equilibrio.
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Aunque la presión del paso del tiempo es dolorosa y a veces insoportable, soy partidario de no eludirla, porque mi experiencia me lleva a creer que sólo quienes sienten ese dolor sordo --o agudo-- aprovechan la vida, en el sentido más general del término, y aprovechan para tener alguna idea de sus maravillas.
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No tengo radio y leo vagamente los papeles públicos, por falta de tiempo. Tengo de sobra, archidesobra, con lo que oigo decir a la gente.
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"¡Siga la política…!", me dijo el director. Pero ¿cómo puede seguirse la política si uno no tiene ninguna curiosidad, ni disposición, ni conocimiento alguno para seguirla? ¿Qué es la política, en qué consiste, cómo se come? Desde mis inicios en este oficio, siempre me pareció que la política era un mundo confuso, complicado, inextricable y en definitiva incomprensible. ¿Cómo se puede sentir alguna atracción por la política si a mí lo que me apasiona son las cosas claras, concretas, limitadas —la estatua del escriba egipcio del Louvre, por ejemplo?
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Un buen restaurante, con vinos agradables, mientras afuera va lloviendo, es una combinación magnífica.
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Es sólo cuando se sabe algo que se siente la necesidad de saber más. Es cuando no se sabe nada que la curiosidad desaparece.
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No hay en el mundo […] ni dos comarcas, ni dos pueblos de la misma comarca que sean iguales.
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En la montaña el hombre está siempre medio encerrado, tiene tierra en los pies y en la cabeza. Las montañas enervan, obsesionan y sólo son agradables desde un avión rápido y fascinante.
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¡Qué país Inglaterra para trabajar, para hacer algo serio! ¡Qué país para realizar el esfuerzo inmenso que exige la poesía!
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¡Adorables mirlos! Son como la vida, como lo inaferrable que tiene la vida. En el momento de dar el do de pecho sublime, resulta que se deshinchan y hacen el ridículo.
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La única base segura de comprensión y de expresión, la única piedra de toque granítica es la lengua que nos ha enseñado la madre, ya sea pequeña o grande o pobre o rica. Si nos falta esto nos falta todo.
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Os diré con franqueza que las montañas, cuando pasan de cierta altura, no son santos de mi devoción. […] vivir de espaldas a las montañas y de cara al paisaje levemente ondulado. […] el desagradable aire de excursionista consciente que se adquiere a partir de cierta altura.
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A mí los árboles me gustan y no concibo que se pueda vivir sin árboles al alcance.
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El trabajo intelectual tiene este inconveniente puede ser muy duro, pero no provoca el sudor, no elimina nunca de los tejidos del cuerpo los tóxicos sobrantes.
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Es un buen principio de salud espiritual hacer todo lo posible para no pasar por un incomprendido.
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La cultura moderna es un desaire.
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Si el dinero se volatiliza, si las mujeres pasan, si el equilibrio microbiano de nuestra vida es tan precario e incierto, si todo, por el mero hecho de existir está predestinado a la destrucción y a la ruina, si de tantas cosas buenas no queda apenas el recuerdo y de las más bellas ni el recuerdo siquiera, si todo huye por la bocacalle de la fugacidad y del olvido... ¿cómo puede usted sospechar uqe yo pueda dejar de ser conservador? ¿Me considera usted un loco de remate o no me considera usted un loco de remate?
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Para ser feliz, la primera cosa que se necesita es una excelente opinión de sí mismo. […] Para ser plenamente feliz hay que ignorar sobre todo dos cosas: primero lo que realmente es uno y luego la opinión que los demás tienen de uno.
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La literatura es un método para aclarar y ordenar el pensamiento.
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Decididamente, los paisajes que más me gustan son los ondulados, con cafés, restaurantes, cajas de ahorros y señoritas finas y amables.
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Los comunistas siempre son dos y su misión es vigilarse mutuamente.
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Si pudiese dar un consejo, diría: ¡Escritores, no seáis pesados y aburridos!
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Yo soy un escéptico y por eso soy conservador.
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Hay que escribir como se escribe a la familia o a un amigo; a menudo, las cosas concretas hacen surgir la emoción. La escritura artística no produce nada, jamás ha producido nada.
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La felicidad consiste en la limitación. Fíjese, dos hombres colosales, Goethe y Schiller, vivían en poblaciones como Palafrugell y mire las cosas extraordinarias que han hecho.
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La verdad —o lo que a mi modo de ver es la verdad— sólo puede formularse con palabras familiares.
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Siempre he creído que para apreciar con cierto detalle las cosas de la mesa uno tiene que estar liberado de estorbos, conversaciones en general incoherentes, presencias molestas de los que van y vienen.
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La avaricia es la forma más espesa de la ignorancia.
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Cuando uno repara en que un país puede ir tirando a pesar de la enorme cantidad de imbéciles que lo gobiernan, la sorpresa es permanente e inenarrable. *
Puedo vivir, claro está, sin ver el mar, pero me desagrada no poderlo ver. De cerca, el mar me abruma; de lejos, me hace compañía.
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Leer bien es difícil y doloroso.
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Observar es más difícil que pensar.
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Dormir es importantísimo.
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Nunca me ha gustado ir a la moda ni pasado de moda. Pasar inadvertido: éste ha sido mi ideal.
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Para muchísimos escritores, escribir consiste en apuntar. No disparan nunca. Por eso hay miles y miles y miles de libros que no valen nada.
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Lo único que dura es la forma, dada por el adjetivo preciso. […] Decidirse —disparar— exige adjetivos de peso. El escritor debe dar el peso.
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La pereza es el humus de la vida intelectual.
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Entre las personas verdaderamente cultivadas —las que saben que no saben nada— la humildad es apreciadísima.
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La palabra "olvido" es una de las palabras más dulces y terribles del diccionario.
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No hay que darle más vueltas: el elemento más crítico de mi literatura soy yo mismo.
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Yo soy partidario de la literatura de observación de la vida humana, de lo que tenemos delante.
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Lo imprevisto me da horror. El riesgo me da un asco total. […] Ante todo, lo conocido.
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Los libros de historia, leídos de noche, en invierno, cuando hace frío, nieva, llueve y silba el mistral, son una auténtica delicia. La delicia, encima, es inofensiva.
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¿Cuántas veces lo habré escrito? El período de la juventud es el más pobre, más esquilmado, más ineficiente, más desgraciado de la vida.
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¡Con lo bien que se está en el propio domicilio, sobre todo si está desierto y solitario!
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Me gustaría llegar a viejo sin haber roto las oraciones a ninguna persona honrada.
Muy bien el artículo. Lo de Pla es genial, porque después de hacer una enumeración de citas un poco retóricas... políticas, termina cerrando con un ejemplo sin concesiones, algo claro y nítido como es el escriba sentado: un escultura que parece un dibujo a buril, y que está en un sitio determinando del centro de Europa, y que encima está sentado, como esperándonos. J
ResponderEliminarPla, inclinado, suele devolver una imagen stendhaliana, irónica y fugaz.
ResponderEliminar"la vaguedad es nefasta", dijo también.
ResponderEliminar¡Ni qué lo hubiera escrito pensando en mí!
ResponderEliminarGracias.
...si a mí lo que me apasiona son las cosas claras, concretas, limitadas...
ResponderEliminarPla confirma a Pla en "Viaje en autobús": “Y a los literatos les digo ante las setas: ¡volvamos a lo eterno! Volvamos a la exactitud en los detalles. Tratemos de describir, graciosamente, la forma y el color de una seta”.
Me gusta esto, no me gusta lo otro...Ay.
ResponderEliminarTengo anotada por ahí, en alguna parte de mis cuadernos de viaje, una de las diatribas de Pla contra las montañas. Me hace ilusión que hayas seleccionado varias del mismo tema, se ve que el antimontañismo no es anecdótico en él.
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