jueves, 24 de octubre de 2013

Ah



A las 6: 30, desayunando con Leonor, medio dormido aún, le escucho: "Estoy aburrida, Dios mío", y pego un respingo, mientras saltan todas las alarmas y me agito en mi consternación. Ah no: "Estoy agotada, Dios mío" es lo que dijo Leonor, y entonces regreso —feliz— a mi somnolencia y propio cansancio, sin preocuparme lo más mínimo. 


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