Mi color favorito (véase ayer) es el del cielo al caer la tarde (cuando nos examinamos de amor), con una pizca de sal, quiero decir de luz de dentro, por contraste, y con unas gotas añadidas de humo de la chimenea; por darle hondura moral y por aquello del fuego al fondo, que tan bien nos explicaban Ángel y Homero.
Es también el mío...
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