Conyugalia
-- ¿Puedo hacerte una sugerencia? --dice suavemente mi mujer, mirándome con inquietante fijeza los zapatos que, como aprenderé en un instante, no pegan con mi camisa.
Pero antes, contesto:
--No.
Cara de sorpresa.
--No puedes, querida, porque para mí tus sugerencias son órdenes.
Ah, vale. Y entonces me explica tranquilamente lo de los zapatos, que me cambio ipso facto. Luego le pregunto si puedo poner esta entrada o si no dará una visión demasiado idílica de mí como cónyuge entregado y solícito.
--Ponla. No te preocupes por eso.
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