sábado, 25 de julio de 2015

La tristeza


No soy tan fiero como me pinto. Mucho desdeñar cambio climático en el artículo, y con razón, pero fue leer del león cazado en Zimbabue, y caer abatido por la pena. Da vergüenza reconocerlo, pero es un hecho. Ni siquiera un paradoja vino a consolarme y eso que era verdad: como teníamos una fiesta anoche, andaba más propenso a la tristeza. Seguro que si la perspectiva hubiese sido quedarnos en casa tranquilamente, el dolor se habría aminorado.

Sobre la tristeza estamos hechos unos expertos. Después de haber visto Del revés hablamos mucho en casa de qué sentimiento gobierna en general nuestra cabeza. Quique siempre opta por el enfado, pero Carmen baraja mejor sus cartas cinematográficas: el miedo (cuando monta a caballo), la alegría, el asco (que como le gusta la moda es la favorita de Carmen) y la tristeza.

Yo, contra la tristeza, tengo una vacuna. Estas frases inmortales de Montaigne que tendría que leer (si mi francés fuese aceptable) a mis hijos todas las noches:


Je suis des plus exempts de cette passion, et ne l'ayme ny l'estime: quoy que le monde ayt entrepris, comme à prix faict, de l'honorer de faveur particuliere. Ils en habillent la sagesse, la vertu, la conscience. Sot et vilain ornement. Les Italiens ont plus sortablement baptisé de son nom la malignité. Car c'est une qualité tousjours nuisible, tousjours folle: et comme tousjours couarde et basse, les Stoïciens en defendent le sentiment à leurs sages.


1 comentario:

  1. Pero ¡hombre! ¿cómo anuncias la vacuna de la tristeza y no la haces disponible para todos? Pareces una empresa farmacéutica inhumana. Aunque, bien pensado, la vacuna sólo es útil antes del contagio ¿no? En fin, como no tengo intención de aprender francés no me queda otra que resignarme

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