viernes, 20 de enero de 2017

Candelabro de siete sílabas


Mi hijo Enrique (prefiere que no le llamemos Quique, ojo) se ha apropiado del jamón que me trajeron los Reyes Magos. A todo el mundo le dice que fue su regalo, el único. Como le dijo a Manuel, el pobre. Ayer, le explicaba a su madre que a él le gustaba mucho el jamón, y Leonor le respondió que naturalmente y, luego, le señaló esas pizquitas blancas de grasa entreverada que son la clave de la calidad. Enrique probó, aprobó y prorrumpió en este salmo de acción de gracias de siete sílabas:
¿Por qué Dios lo hizo así?
Para ser un niño de cinco años, no está mal. Es un verso que yo también tendría que elevar muchas veces al día, empezando por cada vez que me lo cruzo a él por el pasillo.


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