Me pilla Nabokov y me mata y, seguramente, con razón. Pero estoy enfermo de biografismo y una verdad vivida detrás de cualquier obra me toca la médula espinal más que nada. Hoy he llegado al extremo. Oyendo por chamba una entrevista estupenda a Rafael Pérez Botija. Cuenta la intrahistoria de "Susanita tiene un ratón", y habla de su cuñada favorita, que tenía doce años y que le habían regalado un roedor y que la compuso un día que iba a hacer fotocopias. Cuenta eso y suena esa canción, que nunca me gustó nada de nada, y voy y me emociono. Ay, Vladimir, que no tengo remedio.
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