jueves, 11 de mayo de 2017

La lluvia anuncia su ausencia


Porque hay que tener amigos con los que hablar de todo, en un chat hemos estado reflexionando sobre el intenso sabor estético que tiene la fugacidad. Cité, como siempre, a Simone Weil y, como hablábamos por escrito, pude hacerlo hasta en francés: "En général une condition de l’extrême beauté est d’être presque absent, ou per la distance ou par la foiblesse. Les astres son inmutables mais très lontains ; les fleurs blanches son lá, mais dejà presque détruites". Hablábamos de flores, pero yo lo siento ahora con la lluvia. 

Estos espléndidos chaparrones de estos días me da que serán los últimos de este curso, y me da una punzada de melancolía. No la lluvia, sino su ausencia, que anuncia.

Camino del trabajo, me paro en mitad del camino para fotografiar el Limoniastrum monopetalum florecido, tan salado. A la vuelta, me parece que alguno de los moteros del fin de semana ha de dejado clavada en pleno arcén de la autovía una enorme bandera de España, inclinada, saludando el paso de los coches. Cuando me acerco, descubro que era el borde rojo de una señal triangular de tráfico y el amarillo esplendoroso de la mimosa por encima. 

La tarea de Quique se la he puesto de tipos de lluvias:



Y me encanta que le haya hecho mucha más gracia que "calabobos" lo de "jarrear". Prefiere la hipérbole al insulto y yo le alabo el gusto. Tenemos que vivir con intensidad estos días de lluvia, que luego el verano será larguísimo.


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