Cates y cates
Mientras leo poesía tirado en el sofá, oigo, de fondo, la dulce música de Leonor ayudando a Enrique a hacer la tarea. Con tanto cariño como paciencia, si se pueden distinguir. Yo le digo: «Si dependieses de mí, ¡no ibas a sacar cates, Quique, a sacarlos y a llevártelos». Se ríe el sinvergüenza del juego de palabras. Yo también. Leonor nos llama la atención, sobre todo a mí: «Por lo menos, no lo distraigas».
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