miércoles, 5 de junio de 2019

Pero dolorosamente

He tenido una tarde infernal, en la que me han arrancado la muela del juicio, han tirado mi moto en el aparcamiento y la han estropeado y he perdido, con el trasiego, los dos libros que llevaba en la mano. He tenido que cruzar medio Puerto con la boca sabiéndome a sangre sin encontrar un taxi. Sin embargo nada puede borrar la maravillosa mañana que he echado llevando a Quique al médico de sus pies planos. Queda muy poco, ay, para su cumpleaños, pero quiero contar sus cosas ahora que todavía son observaciones de un niño de siete años. Además me ha preguntado por cosas de mi madre, y yo he visto que no me acuerdo de tantas como presumo y he recordado que mi madre me insistía muchísimo en que llevase un diario de las cosas graciosas que me pasaban (ella entre ellas) porque luego se me olvidarían y sería una pena. Por lo menos que no me pase con Quique.

Precisamente, hablando de mi madre, "que me quería al que más de todo los hermanos", Quique ha reflexionado: "Menos mal que no era una madre moderna". ¿Por qué? "Podría haber querido más a otro hermano que no fuese el primogénito". 

A Quique no le cae bien la cuidadora de unos amigos. Les pega demasiado, me cuenta. Luego, en un ejercicio de ecuanimidad reconoce: "Los educa bien, pero dolorosamente".

Hablamos de unos primos de esos amigos. Quizá Quique podría casarse con la pequeña, y así emparentábamos con esa gente tan elegante. Calla. Calcula su edad y la de la niña. "Por edad no tengo problemas, pero me falta la vespa". Yo le había explicado hace años que hay motos mejores que la vespa, pero que con ninguna se ligaba más.

Calcula las horas de cole que se ha perdido. "Cuando no es por un motivo grave de salud, me encanta ir al médico", confiesa.

Le puso a un niño la zancadilla perfecta. Era en clase de judo y el niño cayó sobre el tatami, pero aún así lloró. Yo le digo muy serio que se deje de zancadillas. Reconoce que estuvo mal. "Pero en el futuro se lo merecía", sentencia. Porque dos días después de la zancadilla lo vio pegándole a otro.

Yo le hubiese explicado (y lo tengo pendiente) que mucho cuidado con esa justicia preventiva, no fuese el niño a estar pegando a otro siguiendo su ejemplo. Pero ya llegaba al colegio y lo tenía que devolver y mi día empezó a irse a la porra, por decirlo suavemente.


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