jueves, 25 de mayo de 2006

Aristocracia


Hemos recibido el pedigrí de uno de nuestros perros, que por lo visto se llama Revertito Bombón (dan ganas de tratarle de “don”), aunque en la intimidad se le conoce como Carbón, porque nos lo trajeron por sorpresa los Reyes Magos, no se sabe en castigo de qué. Resulta que, entre las ramas de su frondoso árbol genealógico, hay nada menos que trece títulos: campeones de Inglaterra, de Brasil, de Estados Unidos... O sea, que es el más aristócrata de nuestra familia, por mucho que vaya a pesarle a algún tío de mi mujer.

Ese tío no debería preocuparse —¿o preocuparse más?— porque sabemos, desde El Quijote, que somos los hijos de nuestras obras. La aristocracia hereditaria es una ficción, una convención, llena de encanto, desde luego, pero a la que la prensa rosa ha dado un golpe más contundente que el de la guillotina. Somos nobles si lo somos, que no es tan fácil, porque como avisaba Machado:

Qué difícil es
cuando todo baja
no bajar también.
Podríamos pensar los escritores, tan tautológicos, que cada obra es un título. Por ejemplo, yo soltaría en alta sociedad, para envidia del corro de los snobs: “Tengo tres títulos” (por Haz de luz, Ardua Mediocritas y Casa propia). Pero no hay quien olvide, cuando se ha leído una vez, este caústico apunte de Jules Renard:

—¡Creo yo —dice un señor— que cuando uno ha escrito más de veinte novelas y cuatrocientos relatos, puede llamarse escritor!
—Sí, si son buenos.
En realidad, los títulos hay que ganárselos y te los tienen que otorgar. Ambos requisitos. Aquellos escritores que más o menos se sacaron de la manga unos condados de niebla, como Lasso de la Vega, el extraño González Ruano y no sé si Alejandro MacKinlay, quisieron tomarse la aristocracia por su mano, y eso no puede ser, y además es imposible.

Sin embargo, lo ideal sería que la excelencia en literatura se coronase en sociedad, como todo lo bueno. Nuestro Chesterton dijo en La superstición del divorcio que lo peor de la aristocracia es que había pocos aristócratas, del mismo modo que el problema del capitalismo es que los capitalistas son escasos. En un mundo donde todos fueran o pudieran ser nobles o ricos, no habría inconveniente en alabar estos sistemas cuyo pecado original es la exclusión. Así que pongámonos manos a la obra.

Sin esperar demasiado de nuestro rey, que es bastante republicano, y que ennoblece a los que ya han ennobelecido, como a Cela. Es por esto que yo, que soy soberano [pueblo soberano, concretamente], en el ejercicio de mis funciones, he concedido un título a José Julio Cabanillas. Desde hace unos meses, cuando le escribo, pongo Marqués de Benzelá en el sobre, en honor a su novela y a su poesía homónima. Me cuenta que el cartero, que debe ser un hombre bueno, amante de las tradiciones, lo mira con otros ojos.

Luego, tenemos a Aquilino Duque, que por el Registro Civil ya llevaba el título en el apellido, pero que por méritos propios es el gran Duque, Aquilino. No sabemos aún de qué, pero eso de Gran Duque suena a Rusia, que no está mal para quien nos ha traducido a Ossip Mandelstam. Y trae al recuerdo otro título de nobleza: Las veladas de San Petersburgo.

21 comentarios:

  1. Chispeante, majestad. Una buena iniciativa la del pueblo soberano coronando a sus propios héroes.

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  2. Anónimo11:18 a. m.

    Estupendo ejemplar, ¿de qué raza es? No soy entendido en canes. ¿Ladra también a los malos poetas como hacía Siro, el perro de Aleixandre, según Claudio Rodríguez? Es un poema estupendo, ese de don Claudio -Marqués de Simancas. Y yo que no tengo perro, quise tener uno cuando leí aquel grandioso poema. Un saludo.

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  3. Es un fox-terrier de pelo liso, como Milú, pero mejor peinado.

    Si su perro ladraba a los poetas malos, Vicente Aleixandre tendría la cabeza como un bombo. Carbón, no, porque suele estar callado, y con la abundancia de malos poetas, ya tendría motivo de ladreo... Pukka, mi otra perra, sin embargo, muerde a los poetas buenos, que a Mateos le hizo sangre en el dedo índice. Por aquel entonces la tenía roja, pero ha azuleado mucho desde entonces... Cuando usted, Fernando do Vale, venga a casa, le pondremos bozal, no se preocupe.

    No recuerdo el poema que dice, y es raro, porque el Marqués de Simancas y los perros..., tal vez lo haya olvidado por Aleixandre. En cuanto llegue a casa, lo buscaré.

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  4. Anónimo1:11 p. m.

    "En un mundo donde todos fueran o pudieran ser nobles o ricos, no habría inconveniente en alabar estos sistemas cuyo pecado original es la exclusión"

    No te creía yo tan socialdemócrata.

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  5. Leí el poema de C. R. "Esta mano mordida por tu recuerdo hermoso", ojalá el gran José Mateos pueda escribirle eso alguna vez a Pukka.

    No pierdas, al menos por esto, el buen concepto que tienes de mí, y me creas socialdemócrata, Javier L: en realidad es al contrario, soy tan elitista, que quisiera que todo el mundo fuese muy noble. La llamada universal a la aristocracia o a la excelencia como muy bien explica Mora-Fandos.

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  6. Enrique, un Offtopic:

    a ver para cuándo un artículo relacionando el haiku -como ya lo has hecho con la greguería o con la soleá- pero esta vez con los micro-microcuentos como los de juanjo millás o el famoso "cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí"; me pica la curiosidad.

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  7. Anónimo3:40 p. m.

    ¿No te parece paradójica esa llamada universal a la aristocracia? Pienso, en cambio, que en mayor o menor medida todos somos capitalistas; aunque, como dijo Botín: ricos, ricos, lo que se dice ricos, somos muy pocos.

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  8. Esta iniciativa de otorgar títulos a amigos escritores, de crear una nobleza intelectual, recuerda a la de Javier Marías —o mejor, Xavier I de Redonda—, autor del que hace tiempo que no leo nada pero que hace algunos años me fascinó primero con Corazón tan blanco y luego con Todas las almas, El hombre sentimental, Mañana en la batalla piensa en mí... Sus últimas obras me resultan más difíciles. Dejo un enlace para quienes quieran saber más sobre la insólita historia del Reino de Redonda:
    http://www.quintadimension.com/televicio/index.php?id=131
    P.S. Preciosa foto de Carbón rodeado de libros y de luz.

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  9. Anónimo6:28 p. m.

    A ver, a ver... aristocracia para todos, pero para su perro pide pedigree... que contradicción, ¿no?

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  10. Estamos de acuerdo, Javier, es una paradoja, y eso es otro de sus encantos. Del mismo modo que todos somos ricos ("Quitar codicias no añadir dineros / hace ricos los hombres" que dijo Séneca y versificó Quevedo) y si Botín no lo ve es que es un pobre hombre, del mismo modo, podríamos ser todos aristócratas, con cierto esfuerzo de nuestra parte, dicho sea de paso.

    He leído lo del Reino de la Redonda. Muchas gracias por la información, que desconocía. Se nota que es un producto de la fantasía de un novelista: lo de Benzelá es la constatación de un hecho (la excelencia de Cabanillas) y, por tanto, a mí me suena (tal vez equivocadamente) mucho más natural. También el marquesado de Simancas que F. do Vale ha otorgado a Claudio Rodríguez me parece lógico, ¿no?

    Y finalmente el pedigrí vino con el perro, que fue un regalo sorpresa en Reyes. La contradicción es, pues, sobrevenida. Las quejas a mi suegra que tuvo la feliz idea...

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  11. Anónimo8:05 p. m.

    Sin pretender ir de gracioso, Enrique tiene gracia en cada frase. O sea, la leche. Divertidísimo.

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  12. Pensé que en doce comentarios ya alguien habría mencionado que el apellido de Enrique, que bien aclara el es Máiquez, tiene mucho parecido a Márquez, y éste a "marqués", un título nobiliario.

    Lo cual podría o bien ser una asociación totalmente errada o una explicación más (¿del tipo psicológico?) de su interés por estos temas.

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  13. Nadie lo comentó porque no son argentinos como tú, J.I. Vaya par de tópicos que estamos hechos, ¿no? ¡El argentino psicoanalizando y el español echando las noches en vela con libros de caballería y cartas de nobleza!

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  14. "Como la de los perros y los hombres,
    eterna considero nuestra alianza".

    Julio Martínez Mesanza.

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  15. Anónimo7:59 a. m.

    ¿español? ¿qué es eso? ¿una especie en extinción?

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  16. Sobre tu Offtopic, Eddie, escribiré algo. Me has levantado una perdiz. Aunque antes tendré que consultar con mi paciente amigo Javier de Navascués, que sabe del asunto: yo sólo tengo microconocimiento del microcuento, reducido al augusto Monterroso.

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  17. Me agarro de la cola...

    ¿Conocés a Navascués? Él es un gran conocedor de Marechal. Así que debe ser alguien con buen gusto.

    Saludos.

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  18. En la vida, un gusto exquisito: su mujer es muy guapa.

    Literariamente, no sé, pues ha escrito siempre muy bien de mí... pero, en fin, ya se sabe que la amistad es tuerta.

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  19. Esperaré esa perdiz, Enrique.

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  20. Anónimo5:49 p. m.

    enrique, 20 entradas!!... 21 con la mía. Qué barbaridad. Quizá el interés de lo que uno escribe se pudiera medir por lo comentarios (aunque pensando en los comentarios que escucho de los cuadros, mejor retirar lo dicho).

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  21. De momento, el único ducado para el que he sido propuesto y del que nunca sé si llegaré a tomar posesión es ultramarino. Me espera en Buenos Aires. Aquilino

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