Ayer, me llamó mi hermano Jaime para cosultarme un dato para una conferencia. Quería certificar que fue san Ambrosio de Milán el primero del que se tiene constancia de que leía en silencio, sin alzar la voz. Y así era, como cuenta un sorprendido san Agustín en sus Confesiones. Tanto el libro como la anécdota marcan el descubrimiento de una categoría tan importante como la intimidad. Jaime podía haber buscado el dato en Google, claro, pero es que (para regocijo de Vodafone) la familia es lo primero.
Yo, luego, me pasé el día jugando a las adivinanzas: ¿qué iba a hacer él con esta historia en una conferencia sobre pintura en el Museo del Prado? Y me dio por pensar que tal vez quería hablar sobre los libros de arte, que acercan los cuadros a nuestros silenciosos sillones, sin la voz alta de los populosos y lejanos museos. En nuestra relación con la pintura, la reproducción de las obras de arte ha supuesto una revolución similar a la ambrosiana.
Por la noche, le pregunté a mi hermano y me dijo que no, que no iba a hablar de los libros ni de los catálogos. La idea, en todo caso, me consuela del vivir provinciano, tan apartado de todos los museos que en el mundo son...
Pues a mi, me encantaría oir una conferencia sobre los libros que aparecen en algunas pinturas.¿Que leían los contemporaneos del Greco? ¿Cual era el TOP TEN en la lista de éxitos cuando Goya pintaba la Maja Des..vestida? ¿Alberti... pintaba?.
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