jueves, 22 de febrero de 2007

El mundo es una kufiya

En clase, no sé por qué, si asociación de ideas o simple masoquismo, se me ocurre preguntarles si saben que es el Miércoles de Ceniza. Silencio. ¿Y la Cuaresma? Ni idea. ¿Y el Ramadán? Un bosque de manos eruditas y explicaciones que profundizan en la letra pequeña. Como fue lo cuento.

34 comentarios:

  1. Comparto y confirmo la experiencia. La mayoría de mis alumnos sólo conocen el cristianismo a través de DAn Brown. Pero si no saben matemáticas, ni inglés, ni historia, ni saben leer comprendiéndolo un texto medianito... ¿cómo van a saber religión?
    La LOGSE ha cumplido -o casi- sus últimos objetivos.

    ResponderEliminar
  2. Sí. Y nosotros les hemos dejado, así que ¡hay tajo! Parece desalentador, pero suena emocionante.

    ResponderEliminar
  3. ¡Increíble!Y yo que creía que lo peor que había oído hasta hoy es que un alumno de 4º de carrera afirmara que Garcilaso aprendió de Góngora y Quevedo...

    Con tanta cepillada en los planes de estudio, a ver con qué nos quedamos al final.
    Qué desastre.

    ResponderEliminar
  4. Como no soy docente, me permito opinar por libre. Hay que distinguir cuidadosamente 'instrucción' de 'educación'. Saber quién era Pablo de Tarso forma parte de la instrucción, demandable de un bachiller corriente y moliente. Saber explicar qué representa Pablo para la religión (judía y cristiana), tal vez se aproxime a la educación, en su dimensión humana más amplia: histórica y religiosa. Es un dato histórico que "toca" a la persona que sabe.

    La instrucción (conocer los datos) precede al saber educado (la explicación del sentido de lo que se conoce). Pero la recepción de los datos 'crudos' (p.ej. quién fue históricamente Pablo) requiere un clima previo que predisponga a la recepción sin prejuicios de los datos transmitidos.

    El problema, según pienso, no está en un déficit de instrucción (nunca hemos sobrenadado en piélago mayor de información, disponible a un golpe de "intro"), sino en que los jóvenes tienen sofocado su disposición a escuchar y recibir saberes. Están acribillados por muchas distracciones, y el estudio no compite con ventaja.

    ¿Pero realmente estamos hoy peor que nunca?

    ResponderEliminar
  5. Anónimo10:56 a. m.

    Podemos aprovechar la racha e ir de misión a convertir moros, si nos pasa los mismo -viceversa- nos podemos poner las botas los cristianos en oriente.

    ResponderEliminar
  6. Anónimo1:19 p. m.

    @yahoo.es¿Estamos peor que nunca? es una buena pregunta. Las reflexiones sobre lo poco que saben los jóvenes están afectadas de un desvío muy concreto: se las hacen siempre adultos educados y cultos (los otros no pinesan en ello ni les preocupa) que comparan mentalmente la realidad actual con su propia experiencia de aprendizaje.

    Todos los que aquí escribimos éramos, estoy seguros, adolescentes inquietos y curiosos que leíamos libros y nos interesábamos por las materias de clase. Pero si hacemos un esfuerzo y tratamos de comparar a los tollos de ahora no con nocotros mismos sino con nuestros tollos contempóráneos, a lo mejor la comparación ya no es tan terrible.

    ResponderEliminar
  7. Anónimo1:20 p. m.

    Sí, los jovenes andan muy sofocados y lo de la LOGSE es tremendo (a una amiga, por decir que no sé quien era "oriundo" de..., le saltó su hijo con un "y luego me riñes porque digo tacos"), pero en este caso del que hablamos la culpa no es ni de los planes de estudios ni del Gobierno, porque de lo que se habla es de la transmisión de la fe. Hace cincuenta años en este país muchos todavía leían malamente, y sin embargo sabían qué era la Cuaresma y hasta recitaban el "pulvis es et in pulverem reverteris" del Miércoles de Ceniza. Y tampoco sirve el recurso al laicismo que nos invade, a fin de cuentas Diocleciano era peor. La culpa es de los padres de los jovenes, la culpa es siempre del que cree y no transmite. Ya lo dice San Pablo, de Tarso: "Tú, en cambio, persevera en lo que aprendiste y en lo que creíste, teniendo presente de quiénes lo aprendiste, y que desde niño conoces las Escrituras", y en los tiempos de Timoteo, que yo sepa, no había muy buenos Planes de Educación.

    ResponderEliminar
  8. Anónimo4:32 p. m.

    A lo mejor es que los padres no creen.

    ResponderEliminar
  9. Anónimo5:00 p. m.

    Uy, lo leo y parece que también quiero echar balones fuera. No, no, era un mea culpa: La culpa es siempre de los que creemos y no transmitimos, no del Plan de Educación de Timoteo.

    ResponderEliminar
  10. Sí, ese es el drama, al menos a mi juicio. Que la mayoría no cree... en nada que merezca la pena. Porque creer, creer, todos creemos en algo. Sea Hegel, la Playstation o Jesucristo. Por simplificar.

    ResponderEliminar
  11. Las distinciones de Joaquín son muy buenas. Gracias.

    El argumento de Ignacio (su ley sobre la invariabilidad de los tollos) es tentador, y se merece, cuando lo piense, una entrada-réplica.

    Y lo de "oriundo"... quién sabe si tendrá razón el chavalín, porque según en qué comunidades autónomas ser "oriundo" de fuera de las fronteras puede ser de lo peor imaginable.

    ResponderEliminar
  12. Anónimo1:39 a. m.

    Todos creemos en algo... esa es una de las estupideces estándar del fin de siglo, si el anfitrión me permite meter la directa.

    Vamos a ver: la creencia en un ser superior que a la vez es todopoderoso y capaz de juicios y opiniones, que vive fuera del tiempo pero que juzga y condena sucesivamente nuestros actos (pero a la vez ignora cómo serán o lo sabe pero hace como si no, eso no queda claro), en fin y para resumir, la creencia en el dios de los cristianos es una posición del espíritu (de la mente, de la consciencia, no nos peleemos por palabras) altamente particular (y chocante a la razón, pero hoy no vamos a eso).

    Lo que quiero decir es que, desde mi punto de vista, lo normal es no creer en esas cosas, como lo normal es no creer en hadas o elfos, y que la preocupación porque no se transmitan a las generaciones siguientes creencias extravagantes es una preocupación que sólo afecta a los que sostienen esas creencias extravagantes.

    Y entonces será, como todo, una custión de números. ¿Son ustedes tantos como para hacernos (a todos) preocuparnos por sus inquietudes?

    ResponderEliminar
  13. Bueno, Ignacio, sí te permito meter la directa, más que nada porque como pienso igual que Agus, me hago corresponsable de esa estupidez estándar y propia por lo visto (que para mí es mucho peor) de fin de siglo.

    La creencia en Dios no es tan fácilmente caricaturizable como crees. La tuvieron, por otra parte, muchos de aquellos que crearon algunas de las ideas, las instituciones, las obras de arte por las que tú darías un brazo como mínimo.

    Luego habría que establecer qué es lo normal. Chesterton, tan democrático, no dejaba de recordar que Dios ganaba el referéndum por mayoría absoluta en cualquier momento. Hoy mismo, por ejemplo.

    Por otro lado, las ventajas sociales (Donoso dixit) del Cristianismo son inmensas, como no se te escapará. Pero, aunque me dé pena llevarle la contraria, ahí no estoy de acuerdo con el marqués de Valdegamas y sí con Nicolás Gómez Dávila, cuando denuncia que defender la fe por sus consecuencias prácticas es rebajarla. La cuestión es si es verdad o no.

    Cuestión que, si me permites meter una larga cambiada, depende mucho del don de la fe, que es algo que no voy a exigirle yo a nadie.

    Y por supuesto, la transmisión de esa fe sólo interesa a quien la tiene. Lo que nos lleva de nuevo a las distinciones de Joaquín: al menos como instrucción sí que interesaría que los alumnos tuviesen unos conocimientos básicos de nuestra cultura (miércoles de ceniza, entre otros). Poniéndome en el peor de los ejemplos en tu honor, pasa lo mismo con el paganismo (yo preferiría hablar de Historia, por motivos obvios). Aunque yo esté tan alejado del paganismo(¿o no tanto?), no deja de ser muy conveniente saber quién fue Hefesto, Ares y la casquivana Afrodita. Y no hablemos ya de Orfeo.

    ResponderEliminar
  14. Sobre el ateísmo, la impugnación que me parece más convincente es la que emplea Tomás de Aquino para desestimar la tesis de que la existencia de Dios es evidente ("per se notum"): si Dios fuese evidente, todos creerían en él. Argumento que consiente la inversa: si la INEXISTENCIA de Dios fuese evidente, todos seríamos ateos, lo que no es el caso. Al menos el argumento me sirve para defender que el ateísmo no goza de ningún privilegio argumentativo frente al teísmo o la fe.

    ResponderEliminar
  15. Anónimo9:14 a. m.

    Claro, claro, yo también parto de la distinción de Joaquín y me refiero a la parte sobre la que versaba tu entrada, que es claramente la de transmisión (de creencias, de ritos).

    Si los niños no saben lo que es la cuaresma es porque sus padres no se lo han enseñado, seguramente porque les importa un pimiento, y eso no es ni bueno ni malo, es lo que es, y la escuela no tiene por qué suplirlo.

    Que haya que enseñar en la escuela conceptos teóricos de religión es cierto en general y falaz en particular. Porque esos contenidos no requieren horas aparte (entran bien en historia y filosofía) ni que el obispado nombre a los profesores (no es el Instituto Pasteur el que nombra a los de Biología), y sobre todo no me creo ni jarto vino que en el formato actual de clases de religión la cosa se limite a dar conocimientos de modo neutral.

    Eso en cuanto a las clases. Sigo en otro recuadro.

    ResponderEliminar
  16. Anónimo9:22 a. m.

    A lo que he llamado estupidez (porque me subleva) es a la presunción de que todos creemos en algo, en el sentido que le dais vosotros a la fe.

    Pues no, muchos no creemos en nada. Abusar de la polisemia para equiparar el amor por los libros o la certeza informada sobre verdades científicas o la afición a los videojuegos con ese peculiar fenómeno psicológico que es la fe religiosa es, lo diga quien lo diga, una bobada.

    Y una cosilla más. No puedo estar más de acuerdo, y siempre lo he defendido así cuando sale el tema, con (a ver que lo mire) Gómez Dávila frente al marqués. Es mezquino y tramposo lo de la utilidad social.

    ResponderEliminar
  17. Anónimo9:30 a. m.

    No voy a discutir, porque es espeso y largo, eso de que las hipótesis se presenten en igualdad. Lo digo y ya está, para quedarme tranquilo: la existencia del dios de la biblia repugna a la razón, y la inexistencia no.

    ResponderEliminar
  18. No voy a discutir, porque es espeso y largo, eso de que las hipótesis se presenten en igualdad. Lo digo y ya está, para quedarme tranquilo: el surgimiento del universo de la nada repugna a la razón.

    Dicho lo cual, eso, estoy de acuerdo con Dávila también; aunque para salvar el honor de Donoso Cortés tal vez él no desarrollaba un argumento sino que constataba un hecho. Lo bueno es que aquí los tres, quizá los cuatro, estamos de acuerdo.

    Y también lo estaría contigo, Ignacio, con tus prevenciones contra la religión en la escuela si fuese obligatoria. Pero completamente de acuerdo. Ahora bien, como es una asignatura opcional, elegida (mayoritariamente), ya me parece sectarista arremeter contra ella, pobre.

    ResponderEliminar
  19. Joder, y yo perdiéndome la bronca.

    Lo que no sé si bobada o estupidez, pero manifiesta un pésimo rigor intelectual, es decir que repugna a la razón la idea del Dios de los cristianos. Cuando es difícil encontrar un tema del que se haya hablado más y con más profundidad, y del que han surgido obras de arte a patadas, realmente ese ateísmo militante sólo se me ocurre a bote pronto que nace de una distorsionadísima idea de Dios o traumas sean estos justificados o no. Resulta un poco repelente esa apasionada inquina -con ribetes de rencor, de odio, de abominación- con la que dogmatiza cada vez que nos quiere convencer de que Dios ha muerto, Ignacio. Quizá ese desprecio aristocrático sea una especie de cucho-cucho-que-no-te-escucho para no enfrentarse al hecho de que muchos de los que creen en Dios son seres no sólo no inferiores a usted, sino puede que intelectualmente superiores. Es cierto que el hecho de que Dios se haya hecho hombre y la manera que haya escogido para redimirle de las culpas sea el dolor más... irracional... es demasiado comprometedor como para darle una oportunidad. En ese sentido, entiendo su coraza, ya que uno está tentado a cada minuto de acogerse a ella en estos tiempos.

    Que la fe cristiana sea irracional, no significa que no sea razonable. Personalmente creo de hecho que es la idea más razonable para explicar el mundo. Que el mundo no necesite explicación, como dicen nihilistas, existencialistas, y toda la tropa ventisecular de ateos, es algo que requiere explicación. Si nosotros somos capaces de entender que hay orden y desorden, y que éstos no son conceptos arbitrarios, no sé por qué lo que se produce a pequeña escala, no puede esperarse a nivel cósmico.

    Usted cree en algo. Usted cree en la omnipotencia de la razón, usted cree en lo que sus sentidos le dicen, en lo que dice el termómetro, en lo que se puede medir. Usted es un empirista. No nos venda la moto de que usted es "librepensador". Todos somos esclavos de aquello en lo que hemos abandonado el último reducto de nuestra confianza. Usted de algo limitado, tremendamente limitado, como es su percepción. Yo -lo intento- del poder de Dios, que me abre al horizonte de lo Eterno. Fíjese que limitadita es la razón que no puede siquiera demostrar que las hadas no existen. Yo, por eso, no me aventuraría a afirmar con semejante seguridad que es así. Piénselo: lo que más le importa, no se puede medir con sus criterios cientifistas.

    Por lo demás, sólo quien tiene un extraño sentido de la democracia puede pretender que la escuela debe quitar una asignatura -aunque sea catequesis católica, en eso ni siquiera voy a discutir- que escogen el 77% de los alumnos. El dato está calentito porque ha salido esta semana. Ni El País ni El Mundo lo daban, válame Dios. Supongo que esa concepción de la democracia tiene que ver con el un odio (muy empírico, eso sí) a la religión. Odio que cada vez se me hace más incomprensible en cuanto que suele venir de los que predican el "vive y deja vivir".

    En cuanto al tema de la entrada: la catequesis católica, dados los frutos de una cultura impregnada por esa religión, es una instrucción formidable. Una catequesis puede hacer más culto a un analfabeto que a un supuesto bachiller sin formación religiosa.

    ResponderEliminar
  20. Anónimo12:31 a. m.

    Qué cruz, los ateos españoles. Es que no falla: en cuanto meten la directa se dedican a llamar estúpidos a los creyentes.

    Ignacio, no te voy a llamar estúpido, pero debería ser obvio para tí que al decir que "todos creemos en algo" no se trata de equiparar la fe religiosa con la afición a los videojuegos. Se trata de que:
    (a) todo el mundo tiene una escala de valores
    (b) esos valores se tienen que sustentar en "algo"
    (c) ergo, todo el mundo cree en "algo".

    Ese fundamento de los valores puede ser el Dios cristiano o puede ser otra entidad. Pero lo que no puede ser es una entidad del mundo natural, porque en el ese mundo (el de la ciencia) no hay nada que se parezca a un valor, sólo causalidad ciega.

    De modo que, sólo por el hecho de creer, por ejemplo, en los Derechos Humanos, estamos ya creyendo en algo que está fuera de la esfera de lo natural, en algo, se puede decir, sobre-natural.

    Podemos matizar el silogismo de arriba, ciertamente.
    Puedes negar (b) y decir que tu escala de valores se sostiene sola, y que esos valores se fundan en sí mismos. Pero entonces son arbitrarios, y tanto valen los valores de Pol-Pot como los de Gandhi. Si estás de acuerdo con eso, OK, pero atente a las consecuencias.

    Y finalmente, puedes incluso negar (a). Pero a esos seres sin escala de valores yo no los llamaría "seres humanos".

    Me he mantenido en el terreno de la ética, pero igualmente en el de la epistemología es cierto que "todos creemos en algo", aunque aquí sería demasiado largo explicarlo.

    Sólo quería añadir un comentario más. Es evidente, Ignacio, que la creencia en el Dios de los cristianos es "una posición altamente particular y chocante a la razón". ¿Y qué? La creencia en que un electrón pueda estar en varios sitios a la vez es una creencia más chocante aún. Pero resulta ser cierta. Lo que los legos digan sobre verosímil o inverosímil es totalmente irrelevante, en ciencia como en religión.

    ResponderEliminar
  21. Anónimo1:43 p. m.

    Para el adolescente inquieto y curioso que se ha convertido en un adulto educado y culto que no cree en nada:

    1.Es altamente revelador, en tu expresión "repugna a la razón", el empleo del término "repugnar", perteneciente al orden de los afectos, y no al de la actividad intelectual.
    2. La existencia del Dios de la Biblia no repugna a la razón que busca, sino a la razón que cree saberlo todo, lo cual constituye un peculiar fenómeno psicológico. Te añadiría que no me tengo por extravagante ni por irracional, pero ya comprendo que dos iniciales no son garantía de nada. Sin embargo ahí tienes a la discípula predilecta de Husserl, convertida al Dios de los cristianos, o al neokantiano filósofo y profesor de la Institución Libre de Enseñanza, García Morente ¿Crees que perdieron de repente su rigor intelectual? ¿Que les dio un flus altamente particular y desistieron del ejercicio racional? La razón no es contraria a la fe, el posicionamiento sí.
    3. Tiene guasa que hoy que todo está ideologizado y la sopa de letras no trae mensaje de casualidad, la asignatura de religión sea la única que se pretenda neutra.
    4. No reconozco a mi Dios, y al tuyo aunque te fastidie, en ese "dios de los cristianos" del que hablas, hecho a tu imagen y semejanza: para empezar Dios no opina, y para terminar, te dejas lo más importante fuera, el Amor. Ay, si lo conocieras, verías que conmoción. Tanto amor es lo único chocante a la razón.

    Irracionales abrazos.

    ResponderEliminar
  22. Anónimo2:12 p. m.

    Como comprenderán ustedes esto es muy largo y pesado de discutir.

    Quisiera insistir simplemente en que son ustedes incapaces de salir de la posición inicial de un creyente. Es como el título de aquel libro: En qué creen los que no creen. Mal planteado: no creemos en nada, en eso consiste.

    Que lo confundan con el relativismo es una prueba más de lo que digo.

    Igual que un ciego no puede imaginar los colores, un creyente no puede imaginar cómo es la postura, la actitud intelectual de un no creyente. Simplemente no la concibe.

    (Los argumentos a favor de que se adoctrine en las escuelas no se sostienen, pero eso ya lo saben ustedes; se trata de defender un privilegio, cosa que respeto siempre que no se vista de otra cosa)

    ResponderEliminar
  23. Anónimo4:09 p. m.

    Igual que un ciego no puede imaginar los colores, un no creyente no puede imaginar cómo es la postura, la actitud intelectual de un creyente. Simplemente no la concibe. Sólo que se cree más listo que el creyente.

    En cuanto a lo de que esto es largo y pesado de discutir, pues vale, pero si usted no está dispuesto a sostener un debate, sería de agradecer que no empezara afirmando que los demás dicen estupideces.

    ResponderEliminar
  24. Anónimo4:44 p. m.

    Es un problema de estructura de los blogs; se hace incómoda la discusión, el día a día se impone. Yo soy más de foros, entiendo que el formato facilita el intercambio. Estas discusiones las he tenido a menudo en distintos foros, y nunca he rehuído la argumentación, más bien al contrario. Pero aquí no me sale, no pega.

    Ahora bien, ¿por qué no voy a calificar de estupidez un diagnóstico profundamente equivocado y sin fundamento sobre mi persona entre otras muchas? Le recuerdo que este intercambio empieza porque agus afirma que todos creemos en algo (y por cierto el ejemplo de la playstation viene de ahí también, no lo pongo yo).

    Otro detalle: la expresión "repugna a la razón" es escolástica, o eso creo. No había intención expresiva, en todo caso.

    Y en cuanto al vistoso intento de pseudópodo de volver mi parrafillo contra mí, no cuela. Es posible que yo no pueda concebir qué cosa es la fe. Pero no se me ocurre decirle a nadie que no la tiene, que lo él cree fe en realidad es pulmonía. Él sabrá. ¿Es mucho pedir la recíproca?

    ResponderEliminar
  25. Anónimo5:00 p. m.

    Ay, se me olvidaba: Amor. Pero si eso es precisamente lo que yo decía. Que no es concebible un ser eterno, omnisciente, invariable y a la vez sujeto a emociones (dije opiniones y el argumento es el mismo, aunque lo que es opinar, opina bastante, o eso dicen sus representantes). ¿Cómo se ama, cómo se decide, cómo se pone siquiera atención en algo desde fuera del tiempo, desde la inmutabilidad, desde la perfección?

    La figura del dios cristiano es una superposición de dos ideas incompatibles, de un lado el absoluto racional tipo Motor Inmóvil, Causa Primera, etc (que no deja de ser como el cero matemático, una convención sin contenido, sobre la que no se puede fundar ya no una religión sino ni siquiera un club) y de otro una fantasía de ser superpoderoso y bueno pero moldeado a medida del ser humano (lógico, es lo único que tenemos para fijarnos) y por ende limitado.

    El trabajo de unir ambas cosas mediante argumentos es entretenido pero inútil. En realidad basta un sólo acto mental de renuncia a la crítica, y si no se logra eso no alcanza con mil tomos para cuadrar el círculo.

    Por eso me caen mucho mejor (como avanzaba al preferir a Gómez Dávila en la disyuntiva del anfitrión) los irracionalistas, el credo quia absurdum, la Ortodoxia de Chesterton, el bestia de De Maistre, y mi favorito absoluto, el malvado, inquietante, irrebatible Naphta de la Montaña Mágica (y estoy gastando aquí de cualquier manera un posible artículo, así que paro para ver si vale la pena de elaborar).

    Abrazos generales, y no se me ofendan por tan poca cosa: aun a trueque de recordar a Forrest Gump, diré que no hay que ser estúpido para decir estupideces; basta con hablar todos los días.

    ResponderEliminar
  26. Que Dios tal y como lo creemos los cristianos no es una proyección humana lo demuestra el hecho de que predique algo tan irracional como el amor a los enemigos.

    ResponderEliminar
  27. Anónimo2:49 p. m.

    - Tu confonds tout... tu mélanges tout !

    El amor no es una emoción.
    Por eso, entre otras cosas, no entiendes a E.Waugh.

    ResponderEliminar
  28. Anónimo3:51 p. m.

    Estimado Ignacio, no hay intención de volver tu parrafillo contra tí. Simplemente señalo que si el creyente no puede ver el mundo con los ojos del no creyente, también se da la recíproca. Lo podemos dejar en que son "paradigmas incomensurables" que diría Kuhn. Por algo se pasa de un paradigma al otro mediante una "conversión" y no de otra manera más suave.

    En cuanto a eso de que "la figura del dios cristiano es una superposición de dos ideas incompatibles" no es ninguna novedad. Esa fusión en una misma figura del Dios de los filósofos y del dios de Abraham era un escándalo para los griegos (por un motivo) y para los judíos (por el otro), ya lo decía San Pablo.

    Es lo que Ratzinger, en "Introducción al cristianismo" (Ed. Sígueme, 2005, p51 y ss), llama "el escándalo del positivismo cristiano": el hecho de que "la fe cristiana no trata de lo Eterno como absolutamente otro que queda fuera del mundo y del tiempo humano, sino que trata más bien de Dios en la historia, de Dios como hombre".

    Como ves, los cristianos no son tan tontos como para no darse cuenta de esta contradicción. Lo llevan sabiendo 2000 años. ¿Por qué creen entonces?

    Porque toda la cuestión de la fe se plantea en otro plano. No se trata de la existencia fáctica de un ser cuyos atributos nos parecen contradictorios. Es lo menos que se puede pedir de un Ser Supremo, cuando hasta hasta un humilde electrón tiene atributos (onda/partícula) que nos parecen contradictorios.

    El plano en el que se plantea el problema de la fe es el plano del sentido. Ya que he desempolvado el libro de Ratzinger, lo vuelvo a citar (p66): "El hombre no vive sólo del pan de lo factible; como hombre y en lo más propio de su ser humano, vive de la palabra, del amor, del sentido. (…) Pero el sentido no viene del saber. Quererlo conseguir a base del saber demostrable de la factibilidad sería tan absurdo como la pretensión de Münchhausen, que quería salir del estanque tirándose de los pelos"

    Para poder salir del estanque, Münchhausen tiene que pisar en un suelo, tiene que encontrar un fundamento. Si estuviera haciendo matemáticas, necesitaría unos axiomas; como está peleándose con la cuestión del sentido, lo que necesita es una fe. Ratzinger dice un poco antes: "Todos tenemos que tomar postura en el tema de las decisiones fundamentales, y ahí no cabe otra respuesta que la fe".

    Así que ya ves, el pobre Ratzinger también dice esa estupidez de que todos creen en algo. Ojo, no tiene por qué ser la fe que entendemos como religiosa. Pero como decía yo en un comentario anterior, tiene que ser algo sobre-natural, en el sentido de fuera del mundo natural de la ciencia.

    Y para acabar: me alegra que simpatices con Chesterton et al. Yo también soy de los del credo quia absurdum. Y creo que tu eres más aún que yo, porque pretendes sacar valores y sentido de la nada (o de la ciencia, lo mismo me da): eso sí que es "absurdum".

    ResponderEliminar
  29. "¿Cómo dices que amas a Dios, a quien no ves, y no amas a tu hermano, a quien ves?".

    El amor es la gran prueba de que Dios existe. Porque manifiesta que hay algo más que trasciende a la materia.

    Otra cosa es, como pensaban los antiguos filósofos griegos, que el Universo en pleno esté transido de amor -el amor es la causa última de que se mantengan en cohesión, y como "abrazadas", las particulas subatómicas...

    ResponderEliminar
  30. Hacía tiempo que no pensaba tanto. Al leer esta discusión me he acordado de mis años mozos: todas estas cosas me las he planteado muchas veces y he hablado con mis amigos de ello. En ocasiones en conversaciones acaloradas (como a ratos parece ésta). Luego (al pasar los años) me he dado cuenta de que el acaloramiento surge muchas veces de nuestra soberbia, y luchar contra eso es difícil. Finalmente me he convertido en un escéptico.
    Sé que es un argumento muy simple pero conozco mucha gente muy inteligente: unos creen en Dios y otros no. Yo no soy tan inteligente como ellos. Es cierto que pienso que las dos cosas no pueden ser verdad: que Dios existe y no existe. Pero saber cuál es la verdadera a mí me resulta muy difícil.
    Un problema que he visto en mi vida es que si crees en Dios eso supone un compromiso que parece muy duro de llevar y que te cambia la vida, pero que cuanto más fiel eres a él más feliz eres, y cuando por lo que sea te esmeras en la entrega a Dios y por Dios a los demás intuyes que la felicidad es posible.
    Yo creo en Dios, y me considero un afortunado. Pero comprendo perfectamente a Ignacio, y nadie podrá negar que Ignacio es también una persona muy inteligente (aunque yo no soy muy inteligente siempre he tenido buena intuición, tal vez por mi profesión, donde tengo que esmerarme en el ojo clínico, y creo que no me equivoco). Y a Ignacio le honra su lucha por la búsqueda de la verdad (y muchas cosas más que desconocemos de él). Y tal vez Ignacio sea quien está en lo cierto...

    ResponderEliminar
  31. Un pequeño obsequio, después de leer a Gonzalo:

    "¿Qué te aprovecha disputar altas cosas de la Trinidad, si careces de humildad, por donde desagradas a la Trinidad?" (Imitación de Cristo, I, 1).

    ResponderEliminar