Y ahora toca el gesto melancólico de devolver el libro a la estantería, cuando ha estado rodando por mi mesa más de un mes, desde que lo leí la primera vez, lo traje al blogg dos veces, pedí permiso para reseñarlo e hice lo que pude. Al menos, el orden me lo agradecerá —no mucho tampoco, porque esto de mi despacho ya no tiene más remedio que la mudanza.
¡Qué gozo poder imaginar esos tus dominios después de nuestra visita del sábado! Doy fe: el desorden no es para tanto.
ResponderEliminarOlé
ResponderEliminarUna vez leí que un libro es como un viaje, se termina con melancolía; si el libro es bueno claro, porque hay viajes que es mejor olvidar y terminar cuanto antes.
ResponderEliminarQué grande Julio Mariscal. Yo lo conocí en la revista "Fin de Siglo" allá por los ochenta.
ResponderEliminar